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Esta es la montaña de basura que generan los montevideanos: ¿cuál es el plan para cerrar vertederos?

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Usina de Felipe Cardoso. Foto: Marcelo Bonjour.

LO QUE TIRAMOS

El ministro Peña dice que hay “urgencia ambiental”, pretende cerrar basureros y avanza en un proyecto para transformar basura en combustible. ¿Cómo es la ruta desde que la bolsa sale de cada casa?

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El tacho ya casi no cierra, la bolsa está a tope y huele mal. El dueño de casa la ata y sale a la calle. Cáscaras de frutas, restos de verduras, yerba, envoltorios de plástico, unos cuantos papeles, cartón, restos de carne y pañales, todos juntos, rumbo al contenedor. Unas horas más tarde pasará un camión de la Intendencia de Montevideo (IMM), volcará el contenido del contenedor —ahí va su bolsa, junto a decenas y decenas más— y lo llevará hasta un sitio al aire libre donde hay una gran montaña de basura.

La bolsa ya no le molesta pero no desapareció, sigue estando a unos kilómetros de ese mismo tacho de basura que comienza a llenarse otra vez. Y así un día tras otro.

Esta escena se repite en buena parte de los hogares del país (hay gente —los menos, es verdad— que separa la basura y lleva lo reciclable a contenedores específicos o que hace compost con los desechos orgánicos). Cada uruguayo genera un promedio de un kilogramo de residuos domiciliarios al día, según la tasa media estimada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para América Latina y el Caribe y tomada en cuenta por el Ministerio de Ambiente. La mayor parte, un 45%, está compuesto por materia orgánica, 18% por plásticos y 14% por papel y cartón. El 6% se compone de pañales, toallas higiénicas y papel higiénico, 3% vidrio, 3% metales y el resto residuos de otro tipo.

En el mejor de los casos esas bolsas de residuos mezclados se apilarán en un lugar preparado para que el inevitable proceso de descomposición genere el menor impacto posible: un sitio de disposición final que categorice como relleno sanitario. Allí, en un proceso que demorará años, el contenido de la bolsa se liberará a la atmósfera en forma de biogás.

¿Cómo funciona un relleno sanitario y cuál es el procedimiento por el cual toneladas de restos de alimentos, mezclados con plásticos y otros desechos, se transforman en biogás? Un ejemplo es Felipe Cardoso, el sitio de disposición final de residuos de Montevideo.

Usina de Felipe Cardoso. Foto: Marcelo Bonjour.
Una maquina trabaja en la usina de Felipe Cardoso. Al predio actual le queda poca vida y la IMM expropiará un área vecina. Foto: Marcelo Bnjour.

Entre la basura.

A 10 kilómetros del centro de la capital, en Bañados de Carrasco, el trajín es permanente un viernes a la tarde, cuando El País recorre Felipe Cardoso. Cada camión hace entre dos y tres viajes por día hasta este lugar. En total son unas 600 descargas diarias y 900.000 las toneladas de residuos que se acumulan por año.

Luego de pasar por una balanza que indica la cantidad exacta de kilos de basura que trae, el camión sube a menos de 20 kilómetros por hora el camino dispuesto en forma circular alrededor de una montaña de residuos que comenzó a formarse hace 22 años. Subirá al nivel 1, en donde se descargan los residuos domiciliarios, separados de los comerciales y de volquetas, que van al nivel 2.

“Con la experiencia se concluyó que esta es la mejor manera de gestionar los residuos”, dice Pablo Fitermann, director del Servicio de Tratamiento y Disposición Final de Residuos de la IMM. “Por raro que parezca, la basura domiciliaria es mucho más homogénea y sabemos con qué nos vamos a encontrar, es como si fuera arena para nosotros. En la basura comercial y en volquetas podés encontrar cualquier cosa”, explica.

Luego de dirigirse al nivel que le corresponde, el chofer espera la orden de los operarios que le indican a través de señas dónde debe volcar su carga. Quienes trabajan a la intemperie, parados sobre esa inmensa montaña de basura, están obligados a usar chalecos reflectivos anaranjados para evitar accidentes. Es otoño y hay sol, pero el viento sopla y está frío. Incluso en verano a veces es necesario estar abrigado sobre la cima de la montaña de 40 metros de basura desde donde se divisa la Torre de las Telecomunicaciones, el Cerro de Montevideo y el Aeropuerto de Carrasco.

Usina de Felipe Cardoso. Foto: Marcelo Bonjour.
Una vista desde arriba en la montaña de la usina de Felipe Cardoso. Foto: Marcelo Bonjour.

La tarea de los operarios es fundamental porque las descargas de los camiones se hacen de manera planificada para respetar la altura y la pendiente ya calculada que deberá tener la montaña. Las mejores aliadas son las estacas colocadas por todo el terreno que ayudan a identificar fácilmente cuál es la altura máxima que debe tener cada capa de residuos.

Con la descarga ya hecha sobre el área correcta, entran en acción las dos protagonistas del proceso: la topadora y la compactadora. La primera máquina, en lugar de ruedas tradicionales, cuenta con orugas. Es una especie de tanque de guerra que tiene como batalla aplanar los residuos y empujarlos al ras del suelo con una cuchilla frontal rectangular.

Luego, la compactadora los aprieta y los sella. Su estructura es similar a la de la topadora pero cumple otra función y es la de dar estabilidad a la montaña y contribuir a disminuir los olores. Las compactadoras son cuatro (implicaron una inversión de 500.000 dólares cada una) y, según relata Fitermann, trabajan mañana, tarde y noche circulando de lado a lado, una y otra vez, sin cesar.

El control de los olores y de la presencia de diversos animales es parte de los asuntos a gestionar. El paisaje revela algunas obviedades y hace suponer otras. Las gaviotas y palomas que se acercan por decenas sobrevuelan solo en donde hay basura fresca, no compactada. Picotean sobre bolsas, botellas, restos de comida, recipientes de todo tipo, cajas, nylon, objetos de vidrio y de metal, pilas, cables, cuerdas, papeles y residuos ya imposibles de identificar, que generan un olor sin dudas perceptible pero menor al que el panorama hace suponer.

Usina de Felipe Cardoso. Foto: Marcelo Bonjour.
Los pájaros sobrevuelan el predio de Felipe Cardoso. Foto: Marcelo Bonjour.

Las ratas durante el día no se dejan ver pero, claro, habitan el lugar; sería ingenuo creer lo contrario. También hay perros por ahí, no circulan en las zonas en donde se está removiendo la basura pero sí en los alrededores. Lejos de las máquinas, pero lo suficientemente cerca para cumplir un papel disuasivo, un policía a caballo vigila que se respete la prohibición de ingreso de clasificadores y cumple su cometido: no se ve a nadie.

En la montaña hay tres pisos de basura de 10 metros cada uno y otro subterráneo que está aislado del suelo con una capa impermeabilizadora, una de las tecnologías esenciales que emplean los rellenos sanitarios.
La montaña se compone de un sistema de capas que, a medida que van cumpliendo con su altura máxima, se tapan con arcilla. La última capa se tapará con tierra negra, allí crecerá pasto y entonces la usina 8 lucirá igual que la 6, que ya cumplió su ciclo en 2005 y que tiene hoy caballos pastando. La imagen nunca haría pensar que debajo de ellos hay toneladas de basura que quedarán enterradas para siempre.

La usina 8 está separada de la 6 por la calle Cepeda, sobre la que se trabaja en una ampliación del área de disposición. Cuando el terreno de actual colme su capacidad, el plan de la IMM es expropiar el área contigua para poder seguir aprovechando la red de tratamiento ya montada, que incluye una planta. Allí se reciben los líquidos que se desprenden de los residuos —denominados lixiviados— cuyo tratamiento es obra central de los rellenos sanitarios.

En esta planta trabajan algunos de los 60 empleados que tiene Felipe Cardoso, aunque la mayor parte del procedimiento se realiza de manera automática a través de máquinas programadas. Comienza con la recepción de los lixiviados, un líquido negro que es canalizado a través de cañerías subterráneas de toda la usina e impulsado hacia dos piletas de tratamiento.

En ellas, a través de procesos químicos, se altera su composición y se redirige hacia otra bomba, que lo conduce a la red de saneamiento.

Por otra parte, el gas metano es capturado a través de cañerías y dirigido a una gran torre en donde es transformado en dióxido de carbono, un gas que también es de efecto invernadero pero de menor impacto ambiental.

El Ministerio de Ambiente tiene encaminado un proyecto para transformar parte de esta basura, y de la que genera Canelones, en combustible metanol para motores de navegación y en el que está involucrada una empresa norteamericana. El tema está sobre la mesa, pero ahora la IMM evalúa su viabilidad, dicen a El País fuentes del gobierno, ya que es un actor central que debe dar el visto bueno.

El director de Limpieza de la Intendencia de Montevideo, Ignacio Lorenzo, destaca que la habilitación ambiental que recibió Felipe Cardoso en diciembre de 2021 consolida un “hecho histórico” para Uruguay porque lo posiciona como uno de los países de América Latina que tiene más avanzada la gestión de metano en rellenos sanitarios.

La mayoría de los sitios de disposición final del país no cuentan con la tecnología de Felipe Cardoso. Sin el tratamiento de un relleno sanitario, los lixiviados se filtran al suelo y el metano se libera a la atmósfera. En Uruguay solo hay operativos seis rellenos sanitarios que están ubicados en Montevideo, Maldonado, Rocha, Florida, Fray Bentos y Paso de los Toros.

Usina de Felipe Cardoso. Foto: Marcelo Bonjour.
En Felipe Cardoso no solo llega basura domiciliaria. Hay un sector donde llevan las volquetas y otro para la basura comercial. Foto: Marcelo Bonjour.

El Plan Nacional de Gestión de Residuos detalla que estos seis rellenos representan el 65% de los residuos con destino a disposición final en el país y que, en contraste, en el interior “proliferan” los vertederos controlados (una categoría intermedia respecto al relleno sanitario) y los vertederos a cielo abierto o no controlados. En el país hay 60 sitios de disposición final operando “en condiciones inadecuadas o parcialmente adecuadas”.

Marisol Mallo, gerente del Área de Información, Planificación y Calidad Ambiental del Ministerio de Ambiente, explica que en la gran mayoría de los sitios de disposición final hay problemas operativos porque no tienen control de ingreso, de voladuras ni de olores y no tienen maquinaria disponible, por lo que generan “importantes” impactos ambientales. “Esta es la situación que el Ministerio de Ambiente quiere eliminar”, plantea.

Mallo considera que parte del problema está en que las intendencias “no tienen previsto en sus presupuestos los recursos suficientes como para cubrir la brecha entre la situación actual y lo que debería ser”. Según consigna el plan nacional, las intendencias destinan en promedio un 5% de su presupuesto total a la gestión de los residuos, del cual 85% corresponde a recolección y transporte y 15% a disposición final.

Parte del trabajo que hace el Ministerio de Ambiente es coordinar con las intendencias la posibilidad de hacer mejoras en las inversiones y en la operativa de la gestión de los residuos.

Una de las estrategias previstas es aunar esfuerzos entre más de un departamento para compartir un mismo sitio de disposición final. Este es el caso del proyecto que ya está avanzado entre Rivera y Tacuarembó. El director de Desarrollo y Medio Ambiente de Rivera, Alejandro Bertón, puntualiza que se trata de una iniciativa privada que propone construir un relleno sanitario en la ruta 5, a mitad de camino entre las dos capitales para facilitar el transporte. Se trata del primer proyecto regional en la historia del país.

“Si es económicamente viable el costo por tonelada de basura, en seis meses se puede construir el sitio”, pronostica Bertón y estima que la obra podría quedar pronta para 2024.

BASURA

Consejos para reducir impacto ambiental

¿Qué podemos hacer en casa para mejorar el impacto ambiental que generan los residuos? Una de ellas, dice Federico Baráibar, asesor del Ministerio de Ambiente, es “no pedir una bolsa por dos artículos”, comprar productos en lugares en donde venden a granel e ir con un envase propio para rellenar o consumir envases retornables. “Como consumidores tenemos decisiones que tomar. Si optamos por la bandeja con la fruta cortada o pelada, van a aparecer más”, dice. El especialista en gestión ambiental destaca la aplicación móvil Dónde Reciclo, que muestra un mapa con todos los puntos de reciclaje a nivel país, que se actualiza y “es una herramienta muy útil para el que quiere clasificar los residuos en casa y buscar el destino adecuado”.

Las metas del gobierno.

El ministro de Ambiente, Adrián Peña, dice a El País que en Uruguay hay “un atraso impresionante, un letargo muy grande en materia de gestión de residuos” y que por eso durante un año se trabajó con las intendencias, entre otros actores, en el Plan Nacional de Gestión de Residuos. Uno de los objetivos fijados por el Ministerio de Ambiente para disminuir el impacto ambiental que generan los residuos es reducir la cantidad de basura que tiene como destino los sitios de disposición final. Dicho de otra manera, buscar alternativas de valorización de los residuos.

Esto implica, a grandes rasgos, dos cambios: que la población esté dispuesta a clasificar sus residuos y que las intendencias cuenten con infraestructura para recolectar en forma diferenciada esos residuos ya clasificados.

El plan nacional denominado “+ Circular” expresa la necesidad de que exista un cambio de paradigma en el que se comprenda que lo que vemos como un desperdicio es en realidad un recurso. El plan propone como primer paso “minimizar su generación” de modo tal que, cuanto menos residuos haya para gestionar, menor será su impacto ambiental.

Respecto a los sitios de disposición final, el plan se traza tres objetivos: en 2025 haber “eliminado” los vertederos a cielo abierto no controlados, en 2027 que todos los sitios de disposición final “se encuentren en condiciones ambientales adecuadas y cuentan con captura y quema de metano” y en 2032 que la disposición final “ya no sea la base de la gestión”.

Según Peña, hay una “urgencia ambiental” y por eso pidieron ayuda a Economía para cerrar los vertederos en el interior del país.

La recolección diferenciada.

Aunque vienen en aumento, “los sistemas de recolección selectiva en la mayoría de los departamentos aún son una práctica incipiente”, dice el plan nacional. Las localidades que cuentan con estos sistemas recogen los residuos ya separados a nivel domiciliario bajo distintas modalidades entre las que se destacan tres: la recolección puerta por puerta, los puntos de entrega voluntaria y los contenedores diferenciados. Luego se gestiona su traslado a plantas o unidades de clasificación.

En Montevideo, entre los programas de recolección diferenciada se encuentra la entrega de bolsones en edificios y complejos de viviendas. Según explica Lorenzo de la IMM, la mayor ventaja de los bolsones es el alto nivel de recuperación que se constata en las plantas de reciclado, que alcanza el 95% de lo depositado, en contraposición al 40% que se obtiene del contenido de los contenedores específicos colocados en el Municipio B: “Esto es porque con el plan de bolsones se trabaja con los vecinos con herramientas de educación ambiental vía zoom, con afiches, se le da un contexto, se le explica que tienen que estar limpios, secos y compactados. Distinto es en la vía pública”.

En Montevideo también opera el plan de gestión de envases que recoge lo depositado en los contenedores ubicados en los supermercados, los lleva a plantas de clasificado y los comercializa para que estos materiales puedan entrar en el proceso de reciclado. En 2021 este programa recuperó 800 toneladas de materiales reciclables.

Contenedor en Montevideo. Foto: Leonardo Mainé.
Funcionarios limpian alrededor de un contenedor en Montevideo. Foto: Leonardo Mainé.

Tras el rechazo del préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por parte de la Junta Departamental de Montevideo, la intendenta Carolina Cosse anunció que el nuevo plan de gestión de residuos de la comuna incluirá la colocación de contenedores para residuos reciclables y no reciclables en complejos habitacionales, con el objetivo de empezar a quitar paulatinamente los contenedores de las veredas en las que están esas viviendas.

Además, enviará un proyecto al legislativo departamental para crear un impuesto a las grandes empresas generadoras de basura, para contar con más fondos e incentivar así que se generen menos residuos.

Los departamentos que tienen recolección diferenciada, además de Montevideo, son Canelones, Maldonado, Rocha, Flores, Tacuarembó y Rivera. El que tiene más diversidad en sistemas de recolección es Canelones, que cuenta con un plan de doble contenedor intradomiciliario para zonas de Ciudad de la Costa y la ciudad de Canelones, además de puntos de entrega voluntaria para residuos vegetales y voluminosos.

El departamento que tiene mayor alcance en recolección de residuos puerta por puerta es Rivera que, según relata Bertón, cuenta con una recolección selectiva que pasa una vez por semana por el 100% de las casas de la ciudad.

Salto y Río Negro tienen un sistema de recolección diferenciada solo para los comercios y Florida cuenta con una planta especializada en la que los residuos no valorizables son compactados y embolsados, para luego ser enterrados en formato de cápsulas.

Ahora bien, resulta claro que, para mejorar la gestión de los residuos, es tan necesaria la buena disposición de los habitantes como la capacidad de infraestructura y gestión de los gobiernos locales. De nada sirve el esfuerzo de clasificación si el destino de toda la basura es el mismo y menos sirve la recolección diferenciada si la población no está dispuesta a clasificar. Para cumplir con estas premisas es necesario educar a la gente en temas ambientales, conquistar su constancia y dotar a las intendencias de recursos para que puedan actuar.

Desde el Ministerio de Ambiente entienden que esta transición requiere el compromiso de todos los agentes: empresas, gobiernos, organizaciones y consumidores.

Pero, claro, la gestión de los residuos domiciliarios es solo una parte del problema: representa en cantidad de peso solo el 36% de los desechos, junto con los comerciales, por un total de 1,5 millones de toneladas anuales a nivel nacional. Un 39% corresponde a residuos industriales, el 21% a obras de construcción y un 4% a residuos especiales entre los que se incluyen, por ejemplo, los residuos electrónicos que suman 40.000 toneladas por año. La gestión de todos ellos requiere de educación, voluntad y mucho dinero. Y eso no siempre está, por supuesto.

AMBIENTE

La emisión de gases de efecto invernadero

La falta de control en los sitios de disposición final representa un problema mundial porque el aumento de la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera acrecienta el calentamiento global. Entre estos gases se encuentran el dióxido de carbono y el metano, emitidos por los residuos. Ahora, el efecto invernadero no es dañino en sí mismo, más bien lo contrario, los gases que retienen el calor que la Tierra recibe del sol conforman un fenómeno natural que permite la vida en el planeta. El problema es que si estos gases aumentan en cantidad excesiva, la atmósfera terrestre retiene aún más calor y eleva su temperatura.

El Plan Nacional de Gestión de Residuos señala que los rellenos sanitarios “reducen las emisiones directas de gases de efecto invernadero cuando se captura metano” y cuando se genera energía “que sustituye otras fuentes provenientes de combustibles fósiles”.

Federico Baráibar, asesor del Ministerio de Ambiente, explica que el daño al ambiente no es algo que vayamos a ver en un futuro sino que ya está acá y lo estamos viendo: “Tener que generar esa montaña de residuos habla de lo ineficientes que somos en el abastecimiento de productos para satisfacer nuestras necesidades”.

Baráibar asegura que, incluso por más que los rellenos sanitarios sean buenos, siempre hay fugas al sistema. Dice que una forma sencilla de dimensionar la magnitud del problema es ir a playas que no sean contempladas en los barridos de las intendencias. “Sin duda vas a encontrar algún plástico; es omnipresente”, avisa.

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