Sebastián Cabrera
Un día se terminó pero Minas de Corrales supo ser uno de los pueblos más movidos del norte. Fue a comienzos del siglo pasado cuando la fiebre del oro lo llenó de forasteros dispuestos a trabajar en la mina. Era el progreso: en Cuñapirú, muy cerca de ahí, funcionaba la primera represa hidroeléctrica de América del Sur.
Uruguay, al menos dicen en Rivera, llegó a tener un stock per capita en oro que solo era superado por Francia. Pero en 1914, con la Primera Guerra Mundial, se desplomó el precio internacional del lingote y la compañía creada en 1878 con capitales franceses perdió su razón de existir.
La empresa abandonó la actividad minera súbitamente y allí quedaron las vagonetas cargadas. Del aerocarril que las transportaba 12 kilómetros solo se ven las torres, como esperando otra oportunidad.
Y fue otra alza de precios lo que disparó la codicia minera. Tras sobrellevar la ruina, Minas de Corrales desde la década de 1990 siente que le toca resurgir. Otra fiebre del oro, un estado que, como todas las fiebres, suele ser pasajero.
Esa es la vieja historia de la industria minera, un negocio especialmente cíclico en el que los precios internacionales son el factor relevante que hacen (o no) rentable una mina. Y que pueden detener repentinamente la explotación de un yacimiento, como pasó en Minas de Corrales.
Esta vez el oro no vino solo: también van por el hierro y otros minerales. Hace 10 años, la onza de oro estaba a unos 350 dólares. Hace dos años rondaba los 900 y hoy está a unos 1.400.
Así, la minera Orosur Mining -de capitales canadienses, que también explota plata- se apresta a construir una mina a 400 metros bajo tierra, en Minas de Corrales, muy cerca de donde funcionó aquella mina en el Novecientos. Aunque hay antecedentes en el país de "galerías" realizadas en forma más artesanal, esta será la primera mina subterránea de gran porte, mecanizada y con un diseño previo de ingeniería.
Hace unos años Orosur extraía tres gramos por tonelada de roca en el yacimiento El Arenal, que se empezó a explotar en 2004. Hoy saca un solo gramo, que se envía a una planta ubicada allí mismo, donde se realiza casi todo el proceso industrial. El yacimiento se mantiene en pie solo porque el precio del oro se triplicó. Así para obtener un kilo de oro, que se paga en el mercado alrededor de 49 mil dólares, deben removerse mil toneladas de material.
La firma necesita volver a los tres gramos de oro por tonelada y para eso hará la mina subterránea. "Si se junta un momento malo de producción con un momento malo de precio, vas a la bancarrota", explica, en una coqueta casa de Carrasco, Ignacio Salazar, un español que dirige Orosur desde 2008.
También gracias al alto valor del hierro, que en pocos años pasó de 40 a unos 150 dólares la tonelada, Aratirí -que en magnitud es a la minería, lo que Botnia a la forestación- presentará antes de fin de mes el proyecto de impacto ambiental a la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) y el proyecto de mina ante la Dirección Nacional de Minería y Geología (Dinamige) para iniciar la fase de explotación en Valentines, en los departamentos de Durazno, Florida y Treinta y Tres.
La empresa, que pertenece al grupo de capitales indios Zamin Ferrous, ya ha invertido 85 millones de dólares, llegará a los 100 millones a fines de año y plantea una inversión total de 2.500 millones. Sería el primer proyecto de gran minería en el país.
Aratirí dice que producirá 18 millones de toneladas de concentrado de hierro al año: una vez y media lo que produce hoy toda la industria minera en Uruguay, un sector que tradicionalmente ha sido pequeño. La industria llegó en 2009 a 12 millones de toneladas al año, casi la misma producción del pico anterior, en 1998-1999. El negocio minero viene creciendo desde 1990, con una caída en la época de la crisis económica de 2002. Hasta ahora buena parte de la producción es para el mercado interno y cerca del 90% de la exportación es de oro.
CAMBIO. La izquierda -que siempre miró con desconfianza a una industria que es agresiva con el medio ambiente- abrió los brazos a una inversión como la de Aratirí para generar crecimiento económico. De hecho, el principal de la empresa en Uruguay es Fernando Puntigliano, director de la Administración Nacional de Puertos en el gobierno anterior.
Pero algo parece haber cambiado en los últimos días y el gobierno ahora quiere dar señales de que controla y exige, cuando se negocia el memorando de entendimiento con la empresa, que se convertirá en el contrato de inversión con el Estado uruguayo. La firma ya presentó una propuesta, que el Ejecutivo pedirá que se mejore, posiblemente en el capítulo de exoneraciones tributarias y de impacto ambiental.
Junto con las señales del Ejecutivo, el diputado nacionalista Luis Lacalle Pou anunció una triple interpelación por Aratirí (ver página 8) y el senador Eleuterio Fernández Huidobro (CAP-L) dijo a La Diaria que el gobierno debe ir "despacito" y analizar "con siete lupas" esa inversión debido a los posibles perjuicios al medio ambiente.
Un referente para la izquierda como el escritor Eduardo Galeano dijo hace unos días, cuando le entregaron el doctorado Honoris Causa en Mendoza, que las mineras "un día desaparecen dejando tras de sí solo agujeros y fantasmas". Con Aratirí también se envalentonaron los movimientos ecologistas.
El tema se trató el lunes en la reunión de gabinete productivo del Ejecutivo. Allí, según relataron a Qué Pasa participantes en la reunión, se afirmó que se pedirá a la firma mejorar la propuesta y que el gobierno "defenderá los intereses del país" para que el negocio sea beneficioso.
El presidente José Mujica pidió la palabra y dijo que "lo bueno" es que ya se sabe que en Valentines hay hierro y que es rentable explotarlo. Quizás, si se cae lo de Aratirí, otro hará el trabajo. Más allá del viento a favor por los precios internacionales, Aratirí concluyó que las reservas de hierro en Valentines son más grandes de lo que pensaba. Antes se hablaba de 188 millones de toneladas. Hoy ya se sabe que hay 1.500 millones de toneladas, pero puede haber hasta 4.000 millones, según la empresa.
Un ministro, que prefirió el anonimato por no tratarse de su área pero que participó de la reunión, explicó a Qué Pasa que la sensación que existe en el gabinete es que se va a "evaluar mucho" el impacto social y ambiental de la inversión y que "hay que ver si la inversión sale y si vale la pena dar el debate". Pero otro ministro apuntó que "hay tendencia favorable en el gobierno para que se concrete el proyecto", que "no está en tela de juicio".
En su despacho en la Dinamige, el director de minería, Pier Rossi, tiene una molestia concreta con el tema. Aratirí, dice, "ha adelantado en forma pública información que a veces es especulativa y no está fundada en datos veraces". Y alerta al Estado que "debe tener cuidado" con esas especulaciones y "no puede entrar en eso, no puede correr detrás de lo que la inversión opina, sino que debe estar ajustado a las informaciones que presenta". Una fuente del gobierno dijo que la firma ha manejado diferentes cifras sobre los volúmenes a explotar, incluso cuando no podía asegurar el proyecto.
Rossi descarta, eso sí, que Aratirí esté especulando con las tierras sin planes de explotar los yacimientos -una sospecha que a menudo acompaña a las mineras- ya que los volúmenes de hierro "ya le cierran". Qué Pasa se comunicó con la empresa, que comunicó que hace un mes decidió no hacer declaraciones públicas.
A fin de año Aratirí podría comenzar la explotación a cielo abierto si obtiene la concesión del gobierno. La firma ha anunciado un mineroducto de 230 kilómetros hasta una terminal que se instalará en La Angostura, entre La Esmeralda y Punta del Diablo en Rocha, en un predio del Ministerio de Defensa.
El puerto será de dedicación exclusiva para la exportación de hierro, principalmente a China. El ministro de Turismo, Héctor Lescano, dijo a Qué Pasa que ese puerto "no dañará las posibilidades del turismo rochense". Otros creen que sí.
Durante los tres años de obra (2011 a 2013), la inversión extranjera directa que recibirá el país aumentará 48% en relación al escenario base, según un informe del estudio Ferrere para Aratirí. La empresa estima que usará unos 1.500 trabajadores (95% uruguayos) durante la vida útil del proyecto (2014 a 2033) y dice que al año dejará 450 millones de dólares al país. Hace un año la empresa hablaba de 350 millones.
EL GRAN POZO. Ante el boom minero, ¿Uruguay va camino a ser un gran agujero?
"Esto es una burbuja", dice Carlos Anido, uno de los dos ingenieros de minas que hay en Uruguay. Es "una burbuja similar a la inmobiliaria, que luego explotó". Y durará pocos años, dice Anido, quien se recibió en la universidad belga de Lovaina en 1986 pero no trabaja en el rubro.
En cambio, desde Aratirí se afirma que no existe riesgo de "una burbuja" y que la inversión se caiga. Los estudios de la minera indican que el precio del hierro tendrá un pico que durará unos cinco años, luego bajará pero no a niveles anteriores.
Salazar, gerente de Orosur, dice, mientras toma un poco de té de manzanilla, que "hay un auge general, aunque la mayor parte de la población solo ve a Aratirí, que implica la mayor inversión y ha tenido avalancha de prensa". En Uruguay hay más de 30 empresas, 25 agrupadas en una asociación de pequeños mineros y las más grandes en la Cámara de la Minería, que integran Aratirí, Orosur y Cementos Artigas.
Con su acento vasco, Salazar no esconde que "pesar de toda la algarabía, Uruguay está lejos de lo que es un país minero como Chile, Argentina o Brasil, que tienen mucho más volumen y tradición". Hay sí un notorio aumento de la inversión: "Antes no pasaba nada. Hoy es una oportunidad de otra industria más".
Pero para este auge minero, Uruguay no se preparó. "Nunca se pensó que la minería podía ser algo estratégico", dice Alejandra Martínez, presidenta de la Asociación de Licenciados en Geología. "Los extranjeros vinieron a buscar el oro, el hierro y los diamantes que no fuimos capaces de sacar".
Rossi dice que, cuando aumentó la producción de oro en la década de 1990, Uruguay ingresó a "una minería de escala mayor que la tradicional" y con mayores exigencias, en un "un quiebre que nadie percibió". Rossi trabaja en la Dinamige hace 36 años y está en el cargo de director desde 2010. No le falta mucho para jubilarse.
El recurso minero "no estaba visualizado, como no estaba visualizado el sector forestal", explica. "Si hubiera habido planificación, ya deberían haber ajustado el marco legal para adaptarlo a los requerimiento de una minería de mayor escala, lo que estamos haciendo hoy con la presión de los tiempos".
En el edificio donde funciona la Dinamige no hay lujos. La oficina de Rossi solo recuerda que uno está sentado frente a un director de minería porque en la pared hay un reloj hecho sobre un ágata y porque hay un cuadro con una foto de una cantera de Ancap en Lavalleja. La Dinamige hoy tiene un solo inspector de minas (eran dos pero uno falleció) y la oficina no puede actualizar las estadísticas: eso era lo que hacía Rossi antes de ser director. La ley de policía minera data de 1920, cuando en las minas subterráneas ponían un canario como medida de seguridad. Si el canario moría, convenía salir.
No hay materia de derecho minero en la Facultad de Derecho y, si bien la opción de ingeniero en minas se creó en la década de 1940 en la Facultad de Ingeniería, se eliminó por falta de demanda: hoy hay solo dos ingenieros en minas y no están trabajando en el área. Las empresas extranjeras suelen traer sus ingenieros de confianza, que dirigen las dos primeras etapas: prospección y exploración.
Los geólogos entran en el sistema en la última etapa, en la explotación. Uruguay tiene menos de 100 geólogos. "Eso refleja la falta de profesionalidad de la geología: no siempre es necesario contar con un geólogo para determinados estudios", denuncia Martínez de la Asociación de Licenciados en Geología. La Dinamige hará un concurso para el ingreso de 17 funcionarios, entre ellos un geólogo para la inspección.
Y anuncia un llamado a licitación para elaborar un mapa geológico del país con fotografía satelital de alta definición, información que permitiría que las empresas sepan de antemano dónde están los yacimientos y qué hay allí. Hoy la información geológica que ofrece el gobierno a las firmas es mínima y Rossi dice que Uruguay "no ha sido investigado a fondo" por los sucesivos gobiernos.
El nacionalista Carlos Soares de Lima, director de Minería entre 2000 y 2002, opina que "hay futuro en la minería", pero que los proyectos deben ser "sustentables" y no "verdaderas aventuras" para que "no quede el país como un queso". Dice que influyen varios factores, además del precio internacional del producto: el porcentaje de mineralización de los yacimientos, la distancia con el mercado donde se comercializa y el manejo de volúmenes. Los dos últimos factores son desfavorables para Uruguay
Está el ejemplo de Mina Valencia en Lavalleja. Se buscaba dolomita pero el proyecto no fue rentable y, con 170 trabajadores, cerró el 14 de febrero de 1986.
En Rivera, Orosur trabaja en la construcción de la mina subterránea para poder seguir explotando oro cinco o seis años más y, en el medio, buscar otros yacimientos que permitan continuar con la producción minera. Esa que hoy apenas le da un gramo de oro por tonelada.
"Esto es como andar en bicicleta. Hay que seguir dando pedales: invertir y explorar", dice Salazar. Siempre que el precio del oro no se desplome y Minas de Corrales y otros parajes vuelvan a descubrir que no hay nada más triste que la gloria pasajera.
LA ETERNA BATALLA POR LA TIERRA
Los choques entre rurales y mineros no son nuevos. El ingeniero Carlos Anido dijo a Qué Pasa que en Uruguay "hubo una contradicción entre la agropecuaria y la minería" desde hace más de cien años. El Instituto de Geología, creado en el gobierno de José Batlle y Ordóñez, "se dedicó mucho a buscar agua, lo que le preocupaba a la producción ganadera".
Y el ex director de minería Carlos Soares de Lima dice que "del país minero sabemos poco" y "está subestudiado".
Diamantes, oro y níquel
Aratirí y Orosur no son las únicas empresas internacionales buscando minerales en Uruguay. La australiana Gladiator explora hierro en Rivera y podría realizar una inversión de unos 300 millones de dólares a partir de 2012. Y, además de Orosur, hay otras tres firmas canadienses en el país: Olyvut busca diamantes en Rivera, Pacific está atrás del níquel y B2Gold inició prospecciones de oro.
A esto se suma que Ancap constató que existe petróleo libre en rocas generadoras de hidrocarburos, en prospecciones realizadas en Artigas, Salto, Paysandú, Durazno, Tacuarembó, Cerro Largo y Treinta y Tres. Pero aún hoy (y hasta que no se concrete lo de Aratirí) el 85% de la producción minera es de materiales áridos -como arena o balasto- para la construcción y caliza para la industria del cemento. Esa producción se concentra en el área metropolitana.
MARCO LEGAL
Los cambios
Más plazo para las mineras en la etapa de búsqueda de yacimientos pero también un canon más alto a pagar al Estado y a los propietarios de tierras, son algunos de los cambios previstos en la reforma del Código de Minería, que tiene media sanción y está a estudio del Senado. El nuevo Código pasa de un plazo máximo de siete años para las etapas de prospección y explotación (búsqueda y estudio de yacimientos, antes de iniciar la explotación), a un plazo máximo de 12 años en esas etapas. El ingeniero en minas, Carlos Anido, informó al senador socialista Daniel Martínez que -con la tecnología actual- dos años de plazo es más que suficiente, pero eso es rechazado por el gobierno. Algunos temen que las empresas no hagan nada con las tierras, como el abogado Juan Andrés Ramírez: "Con Aratirí el gobierno lleva a doce años la posibilidad de reservar 100.000 hectáreas sin hacer nada". Las empresas sugieren que se mantenga un plazo extenso, pero que se exija un "compromiso de gasto" cada determinado tiempo. En cuanto al canon, ahora se tomará como base el valor del mineral ya industrializado, al momento de la venta; hasta ahora se tomaba el valor al extraerse. El presidente de la Cámara de Minería Ignacio Salazar dijo que, con ese cambio, el canon será "el doble o triple" y "uno de los más altos de Sudamérica", a pesar que baja del 8% al 5%.
La seguridad en la mina
El recuerdo del derrumbe en la mina San José en Copiapó, Chile, viene a la mente cuando se anuncia que en Rivera se construirá una mina subterránea. La presidenta de la Asociación de Licenciados en Geología, Alejandra Martínez, explica que debe haber sistemas de ventilación, extracción de gases contaminados y agua, además de control de temperatura y equipos especiales de seguridad. Pero Martínez admite que Uruguay no tiene "normativa de seguridad que le permita al Ministerio de Trabajo controlar las condiciones laborales en las minas subterráneas". La mina será construida por la filial chilena de la canadiense Redpath, que entrenará al personal uruguayo para sacar la producción. Ignacio Salazar, director de Orosur, dice que hay dos cosas que dan tranquilidad: la firma consiguió un préstamo de cinco millones de dólares del banco HSBC, que pide que se cumpla con determinados "standards". Y que cotiza en las bolsas de Toronto y Londres, "que demandan compromiso con seguridad y medio ambiente".