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Más de 200 mujeres congelaron óvulos en 2022 en Uruguay y la cifra va en aumento: ¿cuánto cuesta y por qué lo hacen?

La causa puede ser médica o "social" y solamente el 5% de las que congelan utilizan los óvulos.

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Criotanque con óvulos congelados del laboratorio del Centro de Esterilidad Montevideo (CEM).
Criotanque con óvulos congelados del laboratorio del Centro de Esterilidad Montevideo (CEM).
Foto: Fernando Ponzetto.

Por: Clara Lussich
Natalie Yoffe se sentía “ahogada” por algunas “presiones”. Más allá de una imagen de aparente felicidad y su sonrisa característica en la televisión y las revistas, Natalie tenía en su cabeza lo que ahora llama un “asunto pendiente” que le estaba quitando el sueño.

Ella estaba por cumplir 37 años y tanto su entorno cercano como los que no la conocían tanto le hacían siempre la misma pregunta: “¿Cuándo vas a ser mamá?”. Esta modelo y figura de la tele tenía claro que en “algún momento” de su vida quería sentir “ese amor incondicional” que le cuentan sus amigas. Pero todavía no.

Ese “todavía no” es lo que motivó a que Natalie sea una de las más de 200 mujeres uruguayas que en 2022 congelaron sus óvulos y postergaron la maternidad para el futuro cercano. A casi un año de la intervención, ahora dice que el principal sentimiento que le quedó es de alivio porque, según cuenta con emoción, dejó de “correr una carrera contra el tiempo y la biología” que la tenía cansada.

Natalie Yoffe
Natalie Yoffe.
Foto: cortesía.

Los detalles de la historia de Natalie vendrán más adelante. Ella se sometió al procedimiento que es cada vez más frecuente en Uruguay y que dejó de ser experimental hace más de 10 años. Las clínicas en donde se realizan estas intervenciones aseguran que las cifras se superan año a año. La esencia de lo que se conoce como “congelar óvulos”, pero que técnicamente se denomina “vitrificación de ovocitos”, es parar el tiempo. Poner una pausa. Los expertos en reproducción asistida y fertilización aseguran que reciben consultas diarias de mujeres preocupadas por el paso del tiempo y, con esto, de sus años más fértiles.

Según la ginecóloga especializada en medicina reproductiva Marisa Dellepiane, la mujer del siglo XXI tiene “una inmensidad de oportunidades que antes no existían”, algo que afecta directamente en la postergación de la maternidad. “Las razones son infinitas. Desde una mujer que no tiene pareja y desea ser madre cuando sí lo esté, hasta la mujer casada que quiere vivir en el exterior durante algunos años para estudiar una maestría o un posgrado. Hay que entender que la mujer tiene la oportunidad de organizar su vida y preservar la fertilidad. Sumado a esto, siempre vemos que existe un componente emocional muy importante en todo el proceso”, explica Dellepiane.

Cuando Natalie Yoffe inició el procedimiento para congelar sus óvulos vio que con los días las inyecciones de gonadotropina le generaban cierta hinchazón. Algo normal porque se trata de un “boom de hormonas”, según los expertos. “Me quedé con una pancita que hacía parecer como que ya estaba embarazada. Me miraba al espejo y me emocionaba de pensar que así me iba a quedar cuando fuera mamá”, cuenta con algo de fascinación.

La primera parte del procedimiento para el congelamiento de óvulos es similar a lo que sucede antes de una fertilización in vitro. Allí se estimula a la mujer con una inyección diaria de hormonas durante un plazo máximo de 12 días. Esto permite que se pueda hacer una extracción de óvulos potenciada mediante una ecografía transvaginal. Una vez fuera del cuerpo, en el laboratorio se van rescatando los óvulos en buen estado que serán preservados para congelar. No hay un plazo máximo para mantener a los óvulos en los criotanques, esos aparatos negros que guardan cientos de óvulos en su interior, pero sí que hay “mucho de sentido común” que es parte de la ecuación, según Dellepiane. Claro: las mujeres en Uruguay pagan por cada año de preservación.

Hay tres clínicas en Uruguay autorizadas para guardar óvulos congelados y realizar la vitrificación. Todas funcionan de manera similar: cobran un monto fijo por el procedimiento de extracción, a lo que se le suman los costos de la medicación que requiere cada mujer -porque esta varía según la edad y al reserva ovárica- y también un abono anual por la cantidad de años que desean congelar. El costo del procedimiento oscila entre los 4.500 y los 5.500 dólares, a lo que se le suman aproximadamente 2.000 dólares más de medicación. El costo de mantenimiento por año suele rondar los 300 dólares y, si la mujer deja de pagar, sus óvulos se descartan o se donan. Para todo esto la persona debe firmar un consentimiento informado previamente a la intervención y, como en todos los temas de medicina reproductiva, hay algunos asuntos bioéticos en juego que serán detallados más adelante.

Laboratorio de fertilización del Centro de Esterilidad Montevideo.
Laboratorio de fertilización del Centro de Esterilidad Montevideo.
Foto: Fernando Ponzetto.

“Después de la intervención los médicos te dicen que te quedes tranquila porque es normal sentirte muy cansada. Me dijeron que mucha gente, por ejemplo, prefiere no ir a trabajar para poder dormir. En mi caso nada que ver. Cuando salí de la clínica estaba tan acelerada, tan feliz, tan tranquila, que lo último que pensaba hacer era ir a dormir. Fue un alivio inmenso que me hizo estar pasada de revoluciones”, narra Natalie Yoffe entre risas. Para ella, postergar la maternidad significó una bocanada de aire fresco para dejar de evitar la pregunta que le hacía todo el mundo.

Seguro de vida.

Ana ya sabe el regalo que le va a pedir a sus padres para su cumpleaños número 35. Este lunes cumple 34 y desde hace “muchos años” tiene en la cabeza la idea de congelar sus óvulos. “En mis veinte tuve pareja, pero nunca llegué a hablar de tener hijos ni tampoco fue algo que me preocupó, pero a medida que me acerqué a los 30 años y viendo que no tengo una pareja formal empecé a considerarlo”, cuenta Ana, cuyo nombre fue modificado para preservar su identidad.

Ella vivió en España algunos meses y allí conoció “otra perspectiva de vida” en donde “la maternidad llega más tarde”. “El haberme ido hizo que mis proyectos de vida se fuesen atrasando más, entonces empecé a ver la maternidad como algo más para un pos 35”, reflexiona hoy.

Para Liliana Grattarola, psicóloga especialista en reproducción, las mujeres que no están en pareja que deciden apostar por congelar sus óvulos ocupan “buena parte” de sus consultas semanales, pero no son la mayoría. “El número de mujeres que viene en aumento es el que representa la mujer que no tiene el deseo de ser madre inmediatamente por estar abocada a otras metas personales como el trabajo o los viajes. Esta suele tener entre 33 y 36 años. Le sigue la que está soltera y por último también se ve, aunque en un porcentaje menor, aquella mujer que no está segura de querer tener hijos, pero tiene miedo de arrepentirse en el futuro y haber perdido la oportunidad”, explica Grattarola. La experta sostiene que el “factor común” para todos los casos es el ganar tiempo y poder preservar la fertilidad, algo que tiene “un efecto positivo desde el punto de vista psicológico”.

En el caso de Ana, a pesar de que le gustaría ser madre estando en pareja, advierte que “si eventualmente no se da” optará por un donante de esperma. Por ahora, ve la intervención como un “seguro de vida”: busca asegurarse el tener óvulos de buena calidad para el día en que apueste por la maternidad.

Pero ese “seguro de vida” no está reservado únicamente para las personas que pueden pagar el tratamiento, sino que a partir de julio del año pasado el Parlamento aprobó una modificación en la ley 19.167 que regula la reproducción asistida, agregando un inciso en donde se contempla que los pacientes oncológicos en edad reproductiva que puedan ver “mermada o afectada drásticamente su fertilidad como consecuencia del tratamiento oncológico” tienen la posibilidad de que el Fondo Nacional de Recursos (FNR) financie el tratamiento de “criopreservación”. De esta manera, la posibilidad de congelar y preservar tanto óvulos como espermatozoides se divide en lo que los expertos llaman dos grandes causas: la causa médica y la causa social.

Para quienes postergan la maternidad por “la causa social”, no existe el financiamiento del Estado ni de ninguna mutualista porque “es una decisión del paciente por algo no médico, así como alguien decide operarse la nariz o levantarse los párpados”, explica Dellepiane y agrega: “En la causa médica hay algo de fuerza mayor que atraviesa una situación de futura maternidad o paternidad”.

Marisa Dellepiane es ginecóloga y experta en medicina reproductiva.
Marisa Dellepiane es ginecóloga y experta en medicina reproductiva.
Archivo El País.

A Valentina Larrauri le dijeron en octubre de 2021 que tenía un tumor maligno en una de sus mamas. Acababa de cumplir 31 años. A pesar de que todavía no se cumplieron dos años desde que comenzó todo, mientras narra su historia dice que no recuerda algunos detalles porque fue “muy rápido y cansador”. Después de que la operaron y le sacaron el tumor, debía comenzar con quimioterapia y eso posiblemente afectaría su fertilidad. Valentina todavía no tenía hijos en ese momento y dice que no está segura si algún día los querrá, pero no quería descartar la posibilidad. Como en ese momento todavía no se había votado la modificación para que el FNR financie este tipo de tratamientos en pacientes oncológicos, Valentina tuvo que hacer un juicio al Estado y finalmente consiguió la financiación necesaria. En enero se hizo la extracción de los óvulos que quedaron congelados e inmediatamente comenzó con la quimioterapia.

En ese momento ella no lo pensó mucho e hizo “lo que había que hacer”. Hoy ya tiene el alta, pero todavía no se anima a responder sobre cuándo usará los óvulos que congeló: “La realidad es que no me lo he puesto a pensar. Porque para mí sería como un… ¿cómo decirlo? Digamos que sería como empezar a revolver en todo eso de vuelta. Viví una experiencia en poco tiempo que no fue muy agradable y creo que todavía no estoy preparada para estar en contacto con eso”, explica.

Dana Kimelman es ginecóloga experta en oncofertilización y lo pone de este modo: “El diagnóstico de una enfermedad oncológica para una persona es algo feo y triste. Cuando además les tenemos que decir que el tratamiento puede afectar su fertilidad futura es todavía peor. Gracias a la preservación de los óvulos estamos presentando una opción pensando en la vida posterior a la enfermedad y en el después, entonces eso se transforma en algo positivo”.

De todas maneras, Kimelman cree que “todavía falta camino por recorrer” alrededor de la oncofertilización porque muchos oncólogos tienen poca formación en el tema y no recuerdan ofrecer el tratamiento a sus pacientes ni derivarlos para que reciban el asesoramiento correcto. La cobertura del FNR para los pacientes oncológicos es por 10 años y se permite solo para los pacientes menores de 40 años. Los plazos son “totalmente razonables”, según la experta, porque “existe evidencia que indica que la preservación de óvulos luego de los 40 ni siquiera debería ser ofrecida”.

El reloj biológico.

Lidia Cantú es la directora del laboratorio de fertilización in vitro del Centro de Esterilidad Montevideo (CEM), una de las tres clínicas habilitadas para hacer este procedimiento y luego congelar los óvulos. Según Cantú, la nueva financiación que el FNR ofrece a los pacientes oncológicos tendrá una “repercusión directa” en las cifras globales de óvulos congelados en Uruguay porque “son situaciones que no pueden esperar y se hacen de inmediato”.

“Cuando la intervención se debe a una causa social la mujer puede planificarlo, juntar el dinero y luego de todo eso poner sus energías ahí, pero para las mujeres que tienen un diagnóstico es todo más rápido. Ahora tienen la posibilidad económica y, aunque estas no signifiquen un número inmenso, sí va a haber un aumento porque sin esta ley no iban a llegar a tratarse con nosotros”, explica la especialista.

En 2022 el CEM tuvo un total de 135 mujeres que congelaron sus óvulos y los guardaron allí. La cifra es “inmensa” si se la compara con las 20 anuales que se hacían hace 10 años, según Cantú. “El aumento año a año se explica por la postergación de la maternidad en general, pero igualmente hay que entender que quienes deciden posponer por una causa social lo hacen de manera consciente, por lo tanto, estamos hablando de una parte de la sociedad que generalmente tiene más posibilidades de planificar las cosas. No es igual en todos lados”, explica.

CORPORATIVO.

¿Qué empresas instaladas en Uruguay financian el tratamiento a sus empleadas?

Dentro de las causas "sociales" que llevan a que las mujeres decidan congelar sus óvulos está la carrera profesional que muchas veces se prioriza por encima del deseo de la maternidad y se resuelve posponer. En este sentido, son tres las empresas internacionales que están instaladas en Uruguay que financian el procedimiento para las trabajadoras que decidan hacerlo. Estas son: Globant, Mercado Libre y L' Oreal.

En el caso de las otras dos clínicas que preservan óvulos, todas están de acuerdo con que la técnica es cada vez más frecuente y desde el Centro de Reproducción Humana del Interior (Cehrin) indicaron a El País que se guardan allí óvulos de unas 50 mujeres al año. En el caso de la Clínica Suizo Americana aseguran que mensualmente el número es “cercano a 10”, por lo tanto por año estiman que se preservan óvulos de 100 mujeres aproximadamente. “Esto es furor en el mundo entero, porque es lo único que permite que la mujer tenga el derecho de vivir la vida como quiere durante el período reproductivo y se dedique a la maternidad cuando ella desea y no cuando el cuerpo la obliga”, subraya el director y fundador de la clínica, Roberto Suárez.

A pesar de que los números aumentan, hay una cifra estandarizada en el mundo que también se da en Uruguay: solo el 5% de las mujeres que deciden congelar sus óvulos luego los utilizan para buscar un embarazo. ¿Por qué? La edad que los ginecólogos consideran “óptima” para congelar es entre los 30 y los 35 años, sin embargo el promedio de edad son los 37. “Cuando viene una paciente de 40 años diciendo que quiere congelar porque quiere postergar la maternidad nosotros lo que le decimos es que ya la postergó. Es importante respetar ciertos límites de edad, más allá de que cada mujer es diferente”, explica Lidia Cantú.

De esta manera, según Dana Kimelman, cuando una paciente vuelve a la consulta y quiere utilizar sus óvulos lo primero que se le aconseja es “probar en casa”. “Si sigue siendo relativamente joven, como por ejemplo alguien que congeló a los 34 y ahora tiene 38, y todavía creemos que puede hacerlo naturalmente vamos a incentivar eso. Quizá en el futuro esos óvulos que congeló pueden servir para ampliar su familia y tener más hijos”, sostiene.

Para Cantú, otro factor que influye en ese 5% de utilización de los óvulos congelados es que muchas veces cuando una mujer decide someterse al procedimiento “el tema de la maternidad ya le queda en el cabeza” y la extracción de óvulos también despierta sus ganas de ser madre en el corto plazo.

Bioética y el caso masculino.

El caso de Ana Obregón causó polémica en España hace poco, después de que la conductora utilizara el esperma de su hijo fallecido para que nazca la niña que ella criará y es su nieta (ver aparte). Pero, más allá de los casos particulares, todas las clínicas que ofrecen este servicio en Uruguay obligan a que las mujeres que realizan este tipo de procedimientos firmen un consentimiento informado en el que queda claro que los óvulos son de su propiedad y establece qué hacer con estos en el caso del fallecimiento. Si la mujer le otorga la potestad de sus óvulos a su pareja esta solamente podrá utilizarlos -mediante la subrogación por grado de consanguinidad- un año después del fallecimiento de la mujer.

Más allá de la responsabilidad sobre los óvulos, también hay mujeres que por motivos religiosos o filosóficos son “más cautas” a la hora de la fertilización de sus óvulos. “Quizá una mujer que guardó muchos óvulos, luego a la hora de la fertilización in vitro no quiere que se produzcan muchos embriones que luego se descartarán y solamente piden la cantidad que se van a usar. En esos casos tenemos que ser muy cuidadosos en el momento de fertilizarlos e ir de a poco”, explica Kimelman y advierte que “lo más frecuente” es que no haya reparos y las mujeres apuesten por tener la mayor cantidad de embriones posibles “porque significa que aumentan sus chances de embarazarse”.

CASO.

La polémica con Ana Obregón que sacudió España.

Durante los últimos días de marzo la actriz y conductora española Ana Obregón se convirtió en tendencia en redes sociales y dio que hablar a la prensa de su país y del mundo al presentar a su nieta, Ana Sandra.

Inicialmente los medios dieron a conocer la imagen de Obregón, con sus 68 años, saliendo del hospital junto a la bebé e informaron que se trataba de su hija nacida a través de un vientre subrogado en Miami, una práctica que actualmente es ilegal en España.

A los pocos días del hecho, la conductora dio una entrevista en la que explicó que la pequeña es en realidad su nieta y no su hija, debido a que es fruto del esperma que dejó congelado su hijo Aless, quien falleció de cáncer en 2020.

Tal como se ofrece a los pacientes oncológicos en Uruguay, Aless decidió congelar muestras de su esperma antes de someterse a un tratamiento de quimioterapia. Tiempo después de su fallecimiento, Obregón decidió utilizar esas muestras congeladas junto a un óvulo donado y el alquiler de un vientre subrogado para traer al mundo a la niña que ella criará.

“Esta fue la última voluntad de Aless, la de traer un hijo suyo al mundo”, sostuvo Obregón en la entrevista y lamentó que haya gente en España que la criticara por eso. Además, la conductora dijo que “nadie” va a “amargar” su felicidad porque el nacimiento de la niña “no se trata de un capricho”.

En el caso de los hombres, la congelación de esperma también existe en Uruguay y se da con condiciones similares a lo que pasa con las mujeres. La “gran diferencia”, según la directora del laboratorio de fertilización in vitro el CEM, es que “la obtención de la muestra es mucho más simple”. “En la mujer hay que estudiar su reserva ovárica para ver si vale la pena, después la estimulación, después extraer y recién ahí congelar. Es un procedimiento más complejo”, explica Cantú.

El año pasado el CEM recogió muestras de unos 86 hombres, entre los cuales 36 se deben a causas oncológicas amparados por la ley de reproducción asistida.

“El abanico allí también es amplio porque están los que se van a hacer una vasectomía y tienen temor a arrepentirse o cambiar de pareja entonces congelan, así como también los que tienen una mala calidad seminal que se presume que va a ir empeorando con el tiempo entonces se les recomienda guardar y obviamente también hay casos oncológicos en donde la quimioterapia puede afectar la fertilidad”, sostiene la experta.

Para Marisa Dellepiane, la preservación de la fertilidad, tanto en hombres como en mujeres, es “el abogar por mantener un bien en el tiempo”. “Es muy importante conversar con los pacientes sobre todo porque estamos ante temas que no siempre son estrictamente médicos y las personas deben ser comprendidas en todas sus dimensiones para apostar por este tipo de procedimientos”, dice.

Con cifras que aumentan y respetando la tendencia que se da a nivel mundial, la congelación de óvulos parece ser una técnica cada vez más frecuente que justifica una realidad social que enfrentan muchas mujeres hoy.

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