En 2011 salieron de España más personas de las que entraron. Esa la primera vez que sucede eso en muchas décadas. El saldo migratorio, es decir, la diferencia entre el número de personas que entra y el que sale, registró un balance negativo de 50.090 personas.
Este saldo negativo está repartido en forma bastante equitativa entre extranjeros (29.606) y ciudadanos españoles (20.484). El Instituto Nacional de Estadística (INE) prevé que el flujo migratorio seguirá siendo negativo hasta, al menos, 2020.
Como pasaba en el Río de la Plata a inicios de la década pasada, se habla de la fuga de cerebros. La revista española de humor Jueves publicó en febrero un informe sobre "currar (trabajar) en el extranjero", donde hace bromas sobre aquellos que prefirieron alejarse del "deprimente panorama nacional" para trabajar de "dentistas en Inglaterra, traumatólogos en Suecia o ingenieros en Alemania".
La Universidad Europea de Madrid dice que el 65% de los jóvenes españoles de 18 a 25 años está dispuesto a cambiar de país para conseguir un trabajo.
Y, de hecho, la cifra de españoles que ya emigró ha aumentado 21,9% desde 2008, según el Censo de Españoles Residentes Ausentes. Se estima que unos 300.000 españoles emigraron desde ese año.