En los últimos meses muchos productores rurales recibieron un aviso inesperado, nuevo, en su correo electrónico: el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) había detectado inconsistencias en sus declaraciones juradas de ganado. No se trataba de sanciones ni de una investigación sino de alertas automáticas destinadas a ordenar un sistema que, aunque tiene más de medio siglo de vigencia, recién en los últimos años comenzó a digitalizarse de forma masiva.
Durante décadas todo el proceso se realizaba en papel. Las guías de ganado se llenaban a mano y se duplicaban con papel carbónico: una copia quedaba en poder del productor y la original se remitía al MGAP. No era raro que los documentos tuvieran tachaduras o correcciones hechas con líquido corrector blanco. Ese esquema comenzó a transformarse en 2016, cuando el ministerio impulsó la declaración electrónica. Hoy, el 90% de los productores ya la presenta de forma digital. Ese salto tecnológico abrió la puerta a una nueva herramienta: las alertas automáticas.
Los primeros avisos de “inconsistencias en las declaraciones” coincidieron en el tiempo con la investigación judicial sobre Conexión Ganadera y otras firmas del sector que dejaron a miles de inversores perjudicados. Para muchos productores ambas situaciones parecieron vinculadas, y se interpretó que estos nuevos controles eran una consecuencia directa del caso judicial. Sin embargo, las autoridades del MGAP niegan cualquier relación.
El ministerio, según supo El País, sí trabaja en modificaciones en el sistema de entrega de caravanas de ganado a los productores, con el objetivo de evitar que este insumo pueda ser utilizado en maniobras de fraude como ocurrió en Conexión Ganadera.
Sobre esto volveremos más adelante en este informe.
Hoy en cada compra o venta de ganado los productores extreman cuidados. El “fantasma de Conexión Ganadera” sigue latente, incluso entre quienes siempre actuaron con total transparencia. En un sector donde todos se conocen, el impacto de las estafas -que involucran a cuatro empresas: Conexión Ganadera, República Ganadera, Grupo Larrarte y Portfolio Capital- sacudió con fuerza las bases de la ganadería. Y ocurre justo en un momento de precios históricos y de gran volumen de faena en los frigoríficos, lo que vuelve cada papel, cada firma y cada número, objeto de escrutinio minucioso.
¿Qué fue entonces ese mail que recibieron algunos productores? Un aviso para regularizar el número de ganado que se declaraba tener. Un patrón que se repitió en varios casos, según pudo constatar El País, era que la alarma saltaba cuando se cruzaban dos declaraciones juradas: la del productor que figuraba como propietario de los animales con la del productor que tenía en su campo a pastoreo esos animales.
Hasta ahí nada extraño. Errores en la cantidad de ganado. El factor humano para algunos, la posibilidad de una maniobra para otros. En algunos casos los errores se arrastraban desde hace años, sin que fueran detectados; ahora la casi obligación en los hechos de pasar a digital busca que sean cada vez menos.
Gabriel Osorio, director del Sistema Nacional de Información Ganadera (SNIG), dice que las alertas no tienen nada que ver con Conexión Ganadera. “Empezamos a desarrollarlas hace años, a medida que crecía la declaración electrónica. Lo que ocurrió en ese caso fue un fraude financiero. Muchos inversores pusieron dinero en vacas que nunca existieron. Y eso el sistema nunca lo pudo ver porque directamente no había animales detrás”, explica Osorio.
El presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), Rafael Ferber, asegura que los recientes ajustes en el control de las declaraciones juradas de ganado no generan dificultades para los productores que trabajan de manera correcta. “Si hay algún control más, a nosotros nos parece bien. No es nada que pueda complicar a la gente que trabaja con todo en norma”, afirma. Para Ferber el sistema digital es mucho más cómodo que el antiguo. “Porque si te equivocás lo corregís enseguida. Antes había que ir con papeles, esperar el timbre profesional, volver... Hoy lo hacés desde la computadora y es responsabilidad del productor que todo esté correcto”, dice.
Buenos precios para el ganado rematado por el caso de estafa
El 17 de setiembre se realizó la cuarta venta de ganado de la liquidación por concurso de Conexión Ganadera, organizada por Bavastro Remates y Arrosa & Muñoz Consignatarios.
Se ofertaron más de 4.600 vacunos, que se vendieron en su totalidad, con un récord de precios gracias al momento de reposición, que favoreció a los acreedores. Aún sin una fecha definida, se espera un próximo remate sobre fines de octubre de este año y probablemente uno más que cerraría el ciclo con un total de seis ventas.
Las alertas
En los formularios de las declaraciones juradas hay distintas categorías para declarar el ganado. Las alertas nuevas aparecieron con la categoría “animales ajenos dentro del establecimiento”, con números que no coincidían. Hubo casos de productores que habían cerrado su establecimiento hacía años y ya no tenían ganado, pero igualmente aparecían en la declaración de otro productor, que en algún momento tuvo sí esos animales que ahora en los hechos no existen. Ahí el MGAP insta a comunicarse entre las partes para solucionar el problema.
¿Pero qué son las declaraciones juradas de ganado y por qué resultan tan relevantes? En los hechos funcionan como el censo anual del sector. Se trata de la declaración de existencias de ganado, tenencia y uso del suelo que deben presentar todos los productores, organismos oficiales, consignatarios y actividades comerciales que cuenten con un número de Dicose inscripto en el SNIG.
Ese número es único, aunque una misma persona puede tener más de uno: por ejemplo, si posee campos en distintos departamentos o incluso dentro de un mismo departamento cuando las seccionales policiales dividen la jurisdicción. La estructura del número responde justamente a esa lógica: primero se identifica el departamento y luego la seccional policial donde está el ganado.
También salieron alertas por diferencias en los registros. Un ejemplo frecuente: un productor declaraba 20 animales en pastoreo en un campo de terceros, mientras que el dueño de ese campo registraba 25. Esa diferencia basta para que el sistema emita la alerta.
Osorio explica que “si un productor declara 50 animales en un campo y el dueño del predio asegura que no tiene ganado ajeno, ahí salta la alerta. O si la carga ganadera es demasiado alta para la superficie”. Este último caso se basa en un cálculo simple: el sistema entiende que no puede haber tantos animales en tan poco campo. “A veces es apenas un error de tipeo, un cero de más”, aclara el director del MGAP. O porque la unidad productiva es muy intensiva en el uso y el productor tiene que sortear las alertas para que sea aceptada su declaración.
Otras alertas saltan si los padrones declarados están más alejados de lo permitido por normativa sanitaria, que son tres kilómetros. “Son ejemplos que antes era imposible detectar en papel. Ahora el sistema los marca solo”, explica Osorio.
Pero las alertas no son sanciones sino advertencias. “Puede ser un descuido, pero nos permite mejorar la calidad de la información”, sostiene Osorio.
El sistema nacional de información ganadera tiene unos 50 años. Nació en la dictadura, se revisó en democracia. Sobre esa base, en 2004 se construyó la trazabilidad.
¿De qué se trata? La trazabilidad ganadera es el sistema que permite identificar a cada animal desde su nacimiento hasta su faena, registrando sus controles sanitarios. Uruguay fue pionero en la región en implementar este mecanismo, que se volvió clave para garantizar la exportación a los mercados internacionales con los más altos estándares de control, como la Unión Europea, Estados Unidos o Japón.
Nuevos controles
Más allá de los controles electrónicos, el MGAP prepara ajustes en la entrega de caravanas. El objetivo es cerrar un flanco que durante años permitió irregularidades, porque los productores no se pueden quedar sin el elemento que permite identificar a su ganado, por eso siempre tienen de más. Estos plásticos con un chip fueron claves en las estafas que se dieron.
Las caravanas, que -como en los humanos- se colocan en la oreja, son uno de los elementos que hacen único al animal, junto con la marca a fuego que se les debe hacer en la piel. Estos dos elementos permiten identificar a cada una de las cabezas de ganado.
Pasa lo mismo que con el registro del vehículo: que un auto siga en el sistema no quiere decir que circule. Con los animales es igual: puede haber caravanas registradas de animales que ya no existen. Lo importante es que cada bovino tenga una caravana, no que cada caravana tenga un animal.
Esa confusión fue aprovechada para realizar estafas con supuestas cabezas de ganado que solo existían en los papeles. “El sistema hace bien lo que tiene que hacer. Cada animal en Uruguay tiene caravana. El problema fue la ignorancia de quienes compraban números creyendo que detrás había un animal”, dice Osorio.
Otro concepto básico para justificar la propiedad es la marca a fuego. “Si un productor marca el ternero al separarlo de la madre, ese animal ya queda registrado como suyo. Si después lo vende, el comprador debe contramarcar. Esa cadena es la que protege al productor y hace más difícil el robo”, afirma el funcionario.
¿Qué pasó en el caso de Conexión Ganadera? Los inversores, que en los datos figuraban y debían funcionar como un productor más, tenían un número de caravana, y con eso se pensaba que el animal estaba identificado y existía. Pero lo único que tenían era un número vinculado a caravanas de plástico guardadas, en algunos casos en las oficinas del grupo Conexión Ganadera.
Además, los animales que se encontraron y que supuestamente debían ser propiedad de estos inversores estafados no estaban marcados con su identificación. Cada productor tiene un patrón de marca de ganado que el MGAP otorga gratis: se trata de la inicial de uno de los apellidos del titular o el nombre del establecimiento con modificaciones únicas que lo hacen irrepetible. Las vacas estaban marcadas como de propiedad de Hernandarias, el nombre del grupo de Conexión Ganadera. En los hechos formales, esos animales nunca fueron propiedad de los inversores.
Volvamos a las modificaciones que planea el ministerio. “Estamos diseñando un nuevo sistema para evitar desvíos. La caravana debe cumplir su función sanitaria y de trazabilidad, no transformarse en un elemento de fraude”, adelanta Osorio. Aunque no da detalles técnicos, asegura que se tratará de un mecanismo más estricto en la distribución y registro.
Álvaro Quintans, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Leche, opina que el sistema de caravana es bueno pero fácil de violar. “Hoy te roban un animal, le sacan la caravana, le ponen otra y no pasa nada. En algún momento se habló de poner un bolo intrarruminal para reforzar el control”, dice en referencia a cápsulas que se administran vía oral. “Porque si no, la caravana se presta a irregularidades. Y no todos los productores marcan como deberían: algunos lo hacen recién al vender, y nada más”.
De cara al futuro, el MGAP quiere avanzar hacia un sistema completamente electrónico y expandir la trazabilidad a otras especies. “Hoy solo los vacunos tienen identificación individual. Ovejas, cerdos y caballos se mueven en grupos. Estamos trabajando para que todas las especies tengan guías electrónicas. La meta es eliminar el papel y hacer que todo sea más transparente y confiable”, resume Osorio. Pero para eso falta.
Faena vacuna alcanza niveles históricos
El sector cárnico atraviesa semanas excepcionales en cuanto a volumen de faena y precios. Según Gabriel Osorio, director del Sistema Nacional de Información Ganadera (SNIG), la actividad alcanzó niveles que difícilmente se repitan en el corto plazo, tras años en los que la crisis de la sequía había marcado todo lo contrario: malos precios y ganado con poca capacidad de engorde y recría.
“Estamos en un pico de faena y de precios que no sé si va a volver a ver”, afirma Osorio.
Actualmente se procesan entre 30.000 y 40.000 reses por semana, con jornadas en las que se superan los 40.000 animales. “Todas las semanas estamos faenando en ese rango”, detalla el jerarca.
El dato confirma una coyuntura excepcional para la industria cárnica, impulsada por la firme demanda internacional y el valor sostenido del novillo gordo.
Para Osorio, se trata de un momento que marca un récord productivo y que al mismo tiempo genera interrogantes sobre su sostenibilidad.
“La combinación de precios altos y un nivel de faena tan intenso es algo que el sistema registra como un pico histórico. No sabemos si será posible mantenerlo en el tiempo”, advierte.
En paralelo, el SNIG sigue monitoreando de cerca la evolución de los indicadores, en un contexto donde el stock ganadero enfrenta presiones y donde las decisiones de los productores estarán condicionadas por la disponibilidad de alimento en los próximos meses.
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