El campo respira con las lluvias pero algunos sectores se complican: ¿sube el precio de frutas y verduras?

Después de tres años de sequía, el agro recibe casi de brazos abiertos estas últimas lluvias, aunque en casos puntuales se vio afectado por el exceso de agua. Esta zafra es mejor a las anteriores, aquí la situación sector a sector.

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Productor rural.
El productor de Progreso, Canelones, Atilio Quercini, cosechando tomates "antiguos"
Foto: Darwin Borrelli.

"El agua está en el aire”, dice Gustavo Martínez mientras camina pisando el barro de su charca de siete hectáreas en Melilla. Es martes y aún no llovió tanto pero la humedad es muy alta, tan elevada que para las plantas es como que lloviera. Sus montes de manzanas ya dieron más del 50% de la producción y sigue juntando. “Porque mientras que no llueve hay que aprovechar al máximo”, afirma este hombre de 62 años, hijo y nieto de granjeros.

No es bueno recolectar la fruta mientras llueve, entonces hay que esperar a que el agua se tome un freno. Aunque después se complica también. A simple vista los montes frutales se ven todos verdes, con pasto frondoso y otras malezas de más de 50 centímetros de alto, pero abajo son barro y agua, tierra fértil para que los tractores se entierren varias veces al día. Y entonces el trabajo de recolección pasa a segundo plano; hay que poner las manos y la cabeza en solucionar el problema de la maquinaria.

De todas formas la imagen parece un cuadro realista, de colores vivos, si se la compara con la de hace un año, cuando el poco pasto que crecía debajo de los árboles era amarillo y duro. Cuando no había agua subterránea para regar ni tampoco almacenada en los tajamares. El problema fue tal que el área metropolitana se quedó sin agua potable.

Puede sonar contradictorio pero el agro recibe casi de brazos abiertos estas últimas lluvias -lo de estas semanas fue histórico- que llegaron a provocar crecidas de ríos, inundaciones de hogares y evacuados. Sacando hechos puntuales, claro: frutas agolpadas abajo de los árboles, tomates rajados por el exceso de agua y, los que se llevan la peor parte en este reparto, la vitivinicultura.

Es que ahora el campo logró recuperar sus reservas de agua. Para la técnica del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) Guadalupe Tiscornia, estas precipitaciones vienen a compensar lo que no llovió en enero y febrero. Tampoco se dieron las cosechas excepcionales que se esperaban. “Pero fue una zafra buena”, afirma Tiscornia.

En su predio en Melilla, Martínez dice que el partido ya está jugado para los productores granjeros, que están en los descuentos. Trabajan todos los días y noches, tanto cosechando las plantas como acomodando la mercadería en los galpones para sacar a vender. Si bien esta zafra fue mucho mejor que la de 2023, cuando terminó una sequía histórica de más de tres años, los rendimientos tampoco fueron excelentes y eso explica los precios altos de casi todas las frutas y verduras durante el verano, incluso las de estación como durazno y ciruela.

productor cosechando manzanas.
Gustavo Martínez, productor cosechando manzanas.
Foto: Darwin Borrelli.

Esta idea es compartida por Pablo Pacheco, el jefe del área de Desarrollo de la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM): “Este verano no presentó el grado de intensidad de sequía que se observó el año pasado, pero de todos modos fue un verano riguroso, con déficit hídrico importante, una sequía relativamente importante también, y temperaturas muy altas”.

Martínez, desde su charca, no entiende cómo pueden hacer las personas de la ciudad para comprar; “los precios al público son caros, carísimos, y es porque la oferta fue muy chica”. Los productores cosecharon menos por las condiciones climáticas y también por el ataque de las cotorras. Que es un ave declarada plaga nacional pero no hay un plan oficial para atacarlas, como lo hubo durante décadas. “Nadie se quiere hacer cargo, las intendencias tampoco”, dice Atilio Quercini, productor de Progreso, Canelones, .

Todos los productores consultados para este informe concuerdan en una idea: se tienen que atacar los núcleos de las cotorras, que es donde realizan grandes cantidades de nidos.

Cotorra argentina. Foto: morguefile.com
Las cotorras son plaga nacional.

Parecen edificios, uno arriba del otro, reposando en grandes árboles de eucaliptos. “Hoy no podés hacer nada, antes técnicos del ministerio o de las intendencias eran los que estaban formados”, explica Quercini. Dice que queda recurrir a técnicos particulares, que cobran por cotorra recuperada, o asustar a las aves con escopetas.

Para Martínez, el productor de Melilla, las cotorras se comen entre el 20% y 50% de la producción. “Aunque no vengan secas, yo creo que no van a pagar nunca más la fruta barata... porque se les come las cotorras”.

La cuenta es clara. Menos volumen de producción, menos oferta, más precio al público. “Esto nos afecta a nosotros y está afectando al consumidor. Y a nosotros no nos sirve que el consumidor pague muy cara la fruta porque deja el hábito y marchamos con el cliente”, dice Martínez.

Acaban con las frutas.

“La cotorra es plaga nacional y no hacen nada”

Los granjeros señalan que en los últimos años los problemas que están teniendo con el ataque de las bandas de cotorras (que se comen los frutales de manzanas, duraznos, peras y también maíz dulce) afectan gravemente la producción. En campos como el de Atilio Quercini, en Progreso, las aves se comieron todo un monte de manzanas. “Ellas eligen las frutas más dulces: si pisotearon una a la mañana, no es que de tarde la terminan, la dejan así”, dice el productor. Y denuncia que en Uruguay no hay una política pública para combatir la reproducción de estas aves.

De mesa y de copa.

Los racimos de uvas se pudren en las plantas. Al intentar agarrar un racimo con la mano, aquello se vuelve misión imposible. Los frutos se desarman y se escapan de la cáscara, que está seca y arrugada. Así pasa en un campo en Progreso, Canelones, pero la escena se repite en otros predios que se dedican a la vitivinicultura.

La uva de mesa “ya salió toda”, porque se cosecha antes que la que se usa para hacer vino. Los productores dicen que no hay un buen rango de negocio en este sector. Según varios de los consultados esto se debe a los hábitos de consumo: la población compra poca uva de mesa.

El único sector de granja que sí se vio seriamente afectado por las lluvias fue la vid. Los otros, como la manzana y la pera, pueden tener problemas puntuales, pero en su mayoría fueron cosechados ya. Y ahora el agua que reciben en abundancia es buena para recargar las raíces de los árboles que el año pasado casi se secan.

Tajamar
Tajamar en chacra de la zona de Melilla.
Foto: Karen Parentelli.

Los productores de vid que no cosecharon antes de las lluvias de estos días, perdieron buena parte de su producción. Esto es claro para el ingeniero agrónomo Fernando Delpiano, quien asesora a varios productores de granja y también tiene predios propios. “Ya no hay productos fitosanitarios para aplicar en la vid. La única solución es cortar para poder recuperar lo poco que va quedando”, dice Delpiano.

¿Qué tanta agua de más recibieron los parrales? En la zona sur del país hay más de mil milímetros de lo necesario.

A finales de enero y principios de febrero se empieza a cosechar la uva. Cuánto más tiempo esté en la planta sin recibir agua, el fruto es más dulce y por ende la concentración de alcohol es más grande. Los viñedos que fueron cosechados antes de las lluvias de marzo van a dar a sus bodegueros vinos de muy buena calidad.

El productor de vinos Manuel Filgueira lo explica así: “Este año venía perfecto porque en la primavera llovió como tenía que llover para que la planta crezca y se desarrolle. Después dejó de llover y vino una sequía de verano. Esa es la situación ideal de la vid”. Pero después vinieron largos días de lluvias. Filgueira dice que en menos de una semana cayó la lluvia de dos meses.

Entonces el agua dejó dos tipos de productores en esta zafra. Los que tuvieron para cosechar antes del golpe de lluvias “van a ser unos vinos de tremenda calidad, sobre todo lo que tiene que ver con blancos”, explica Filgueira. Y hay otra fila de productores que no llegó a cosechar y ahora tienen los racimos de uvas inundados de agua, pudriéndose en la planta.

Políticas de Estado.

El MGAP dejará plan de riego para próximo gobierno

El ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Fernando Mattos, tiene claro que el país debe tomar medidas para enfrentar la “variabilidad climática”. Cree que hay que estar preparados porque actualmente la producción se maneja con un grado de vulnerabilidad creciente frente a la realidad del clima.

Fernando Mattos, ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca.
Fernando Mattos, ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca.
Foto: Darwin Borrelli

En entrevista con El País, el ministro dice que su administración dejará un plan estratégico para que el próximo gobierno pueda aplicar. Este trabajo, entre otros elementos, propone aumentar por cuatro o cinco el área del territorio productivo con riego, que actualmente es solo del 2%. Para Mattos hay que gestionar los recursos hídricos de mejor manera: estimular la adopción de mayores reservas y tener la herramienta del riego como una respuesta por parte de los productores.

También hay que evaluar las zonas que pueden ser perforadas para la autorización de nuevos pozos. “Hay que diagramar la dinámica hidrológica de los sistemas, pero un aspecto importante de Uruguay es que tenemos topografía y tenemos lluvias”, dice el ministro. Plantea como posibilidad a estudiar la generación de cañerías que tomen agua de ríos para llevar a los campos y hacer represas muliprediales. Sobre este tema, el presidente Luis Lacalle Pou dijo esta semana en la Expoactiva en Soriano que “del agua hay que ocuparse cuando hay; no cuando no hay” y recordó la ley de riego aprobada en el gobierno anterior.

Hay un respiro.

Se hizo viral un video de un hombre montado a caballo en el departamento de Florida arreando vacas Holando, esas vacas con cuero blanco y negro, en el medio de una crecida. Estos casos fueron aislados, en campos que están en bajos y son inundables, o los que tienen espejos artificiales de agua que se alimentan de arroyos que crecieron.

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Vacas Holando, pastando.

Se pueden registrar algunas pérdidas de siembras de pasturas, pero esta abundancia de lluvias es para la lechería una noticia positiva: “Tenemos todavía este mes y el mes que viene de días relativamente largos, podríamos entrar en una buena situación en el invierno. En lo productivo son buenas estas lluvias”, dice Néstor Cabrera, tambero de San José, y presidente de la Asociación Nacional de Productores de Leche (ANPL), quien maneja unas 300 vacas en ordeñe, o sea un tambo mediano.

En la lechería había una falta importante de lluvia, las praderas ya no estaban dando un buen potencial y lo mismo pasaba con lo que se plantó para hacer reservas de forraje. Esta es la opinión de Cabrera, pero no es el único que piensa así; en general todos los productores y técnicos consultados para este informe ven con buenos ojos las grandes lluvias de estos últimos días.

Incluso el ingeniero agrónomo Fernando Mattos, ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca. “La situación se ha venido recuperando, primero en la zona norte del país”, dice el ministro. Se cumplieron en gran parte los pronósticos, un año con influencia de El Niño, que dejó un verano casi sin olas de calor, con temperaturas por debajo de lo normal. Para Mattos este año fue bueno si se lo compara con lo que pasó en 2023. El año pasado “tuvimos déficit hídrico y una sequía muy prolongada, profunda; y también la emergencia agropecuaria declarada más extensa de toda la historia”.

Es que fueron 14 meses consecutivos de emergencia. Las lluvias llegaron primero en la zona norte, con una recuperación ya en la primavera. Esta realidad no se dio en el sur ni tampoco en el sureste del país, donde las lluvias más abundantes llegaron hace unos días, para darle fin al verano y recibir el otoño.

-Los precios del ganado están bajos. ¿Eso tiene que ver con el arrastre de la sequía de 2023?

-La ganadería se recuperó, desde el punto de vista del estado de los animales -dice el ministro-. Los precios que están recibiendo ahora los productores no son tan buenos, pero eso no tiene tanto que ver con estas circunstancias de sequía sino con lo que pasa con los mercados. La sequía pasó factura, vemos la pérdida de estado corporal de los ganados y también se afectó el índice de reproducción de las vacas. Hay menos tasa de preñez. Los efectos inmediatos son que las vacas no se preñaron, no van a concebir nuevos terneros y eso tiene consecuencias en el mediano y largo plazo. Van a faltar terneros, es decir, los terneros que nacieron esta primavera estuvieron por debajo del volumen que normalmente nace en cada estación.

Tras las lluvias.

¿Subirá precio de frutas y verduras?

Las lluvias abundantes de las últimas semanas van a afectar de forma directa el precio de algunos productos, sobre todo lo que tiene que ver con verduras de hoja, dice Pablo Pacheco, jefe del área de Desarrollo de la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM). Pero las lluvias también dejarán precios relativamente altos en el caso de las hortalizas de fruto: tomate, morrón y berenjena.

Puesto de la UAM, de venta minorista.
Puesto de la UAM, de venta minorista.
Foto: Francisco Flores.

De todos modos, Pacheco dice que -comparado con lo que fue el año pasado- los precios son mejores, y donde se nota más es en las llamadas hortalizas secas. “Si uno compara el precio de la cebolla, boniato, zapallo, incluso el precio de la zanahoria hasta hace algunos días, puede observar que están en valores bajos”, dice el jefe del área de Desarrollo de la UAM.

Si vamos a las frutas, no se espera que los precios de las manzanas suban, pero este año fue particular respecto a los duraznos, pelones y ciruelas. ¿Qué pasó ahí? “Son rubros que tienen un comportamiento muy perecedero en relación a manzana y pera, no logran tener período prolongado de conservación”. ¿Y los cítricos? Malas noticias: “Particularmente naranja y limón mostraron valores altos, es una situación que no se da todos los veranos”.

Una de las frutas más famosas del verano es la sandía. Este año tuvo poca oferta y precio alto. La zafra va del 10 de diciembre hasta que el fruto siga dando, que por lo general es hasta marzo. “Este año se plantó muchísimo pero la primavera y verano fríos, y después las lluvias, perjudicó”, explica Pacheco.

-¿En algún momento del verano bajó el precio de alguna fruta?

-Nunca hubo un exceso de oferta que presionara el precio a la baja, que es lo que pasa en esos años que hay momentos de oferta abundante de algún producto -dice Pacheco-. Ahora lo que puede pasar es que el precio se afirme o incluso tienda a subir.

-¿Por qué sube?

-Por la fecha de pre Semana de Turismo y la propia Semana Santa. Algunos productores se toman esa semana para descansar, entonces hay como una interrupción en lo que es el abastecimiento.

Mejor con agua.

Recorrer las rutas nacionales y mirar cada tanto para el costado es ver hectáreas y hectáreas de soja plantada. El grano estrella en Uruguay y el mundo, que cosecha grandes ganancias pero también críticas desde el punto de vista ambiental.

La soja está en pleno proceso de desarrollo y para Vittorio Riani, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Semillas del Uruguay (Anaprose), “este año es un lujo comparado a 2023”.

Granos de soja
Mano de hombre con granos de soja.

Las lluvias no han afectado el potencial de la soja, salvo en algunos campos. Riani dice que en general siempre las lluvias son buenas y más en verano o, como ahora, al final de la estación. “Te diría que desde el punto de vista productivo no hay nada en contra ni nada que afecte”, opina, “obviamente quizás hubiese preferido un poquito menos de agua, pero no es nada grave lo que ha caído”.

Los problemas pueden venir si las lluvias siguen y, en unas cuatro semanas cuando comience la cosecha, el barro no deje entrar a la maquinaria.

Los niveles de agua en el suelo son óptimos en este momento según los datos que maneja el INIA, y esto es bueno a mediano y largo plazo. Porque -mala noticia para muchos- en la primavera de 2024 se sentirían los efectos del fenómeno de La Niña, es decir otra vez sequía. Entonces los precios al público de las frutas y hortalizas volverán a subir, las pasturas de las vacas lecheras no serán excepcionales, el ganado de carne perderá peso y Uruguay tendrá que enfrentar otro déficit hídrico sin aumentar las hectáreas de producción con riego, ni tampoco medidas claras para mejorar el almacenamiento de agua. Pero para eso faltan unos meses: paso a paso.

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