Dejar cargando el cigarrillo

Casi 2.000 uruguayos ya pueden fumar (o vaporizar) en lugares cerrados.

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César Bianchi

A lgo menos de 2.000 personas se pueden dar el lujo de "fumar" en restaurantes, lugares cerrados y hasta en aviones, mientras miran con sorna a los demás fumadores que no pueden hacerlo. En realidad, más que fumar, "vaporean". Experimentan la sensación de fumar, sin fumar, succionando sus exclusivos cigarrillos electrónicos (e-cigarettes) o vaporizadores personales, traídos por encargo desde Estados Unidos o China.

Estos "fumadores" todavía no son alcanzados por la ley antitabaco que promovió el presidente Tabaré Vázquez. Y aunque quienes acceden al cigarrillo electrónico lo hacen para bajar su consumo de tabaco e inclusive para abandonar el hábito, el Ministerio de Salud Pública (MSP) y el Sindicato Médico del Uruguay (SMU) los estudian con desconfianza.

Se trata de un sofisticado mecanismo con forma de lapicera que lleva una pila de litio, que se recarga como un celular. Contiene un atomizador que vaporiza la nicotina, y así entonces, no hay cenizas que caigan al piso. Cuando la persona inhala, libera la nicotina y una batería recargada evita las toxinas que sí genera la combustión de un encendido. Un microprocesador o sensor se enciende con una luz cuando la persona está inhalando, para dar una sensación ilusoria parecida a la de estar fumando. Pero al no estar expulsando humo, el "vaporeo" todavía no está regulado por la ley antitabaco.

Paul Bradling, un joven de 20 años que fue el primero en importar e-cigs desde China y Estados Unidos, entiende que son claramente una forma de reducción de daños. "No es un tratamiento para dejar de fumar, pero claramente son menos dañinos para la salud que los cigarrillos comunes, al no contener alquitrán, ni los 4.000 químicos que tiene un cigarrillo, ni las 50 sustancias cancerígenas que tienen", dijo. Bradling vio los de la marca Smoking Everywhere en Miami, se compró algunos y empezó a informarse. Así llegó a un laboratorio chino y comenzó a hacer pedidos desde Montevideo, luego de conseguir clientes conocidos.

Comenzó trayendo los aparatos, así como líquidos con sabores para agregarle, desde vainilla o café hasta frutilla y sandía. Hoy tiene mil clientes que pagaron 100 dólares por el vaporizador, sus baterías, un atomizador y 10 dólares por un líquido de 20 mililitros. Semanas después ya tenía competencia en la importación y distribución de cigarrillos electrónicos.

"La persona tiene un gasto de 800 pesos por mes para renovar líquidos y el atomizador. Si hablamos de un fumador que consumía una cajilla por día, gasta 1.800 pesos por mes. O sea que también hay un ahorro", sostiene Bradling, principal importador del cigarrillo electrónico en Uruguay.

Pero mientras él señala las bondades de su producto, profesionales de la lucha contra el tabaco no le creen.

Adriana Menéndez, de la comisión antitabaco del SMU, apuntó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) lo desaconsejan. En realidad, la OMS recomendó en setiembre de 2008 que no se los promocione como tratamiento para dejar de fumar hasta tanto esto sea probado.

"Además, mantiene la probabilidad de recaída para quienes lo ven como una forma de ir dejando el cigarrillo. No es una buena alternativa, ni siquiera como política de reducción de daños", señaló, y reclamó políticas estatales al respecto. "Tenemos que tomar una postura". Además, dijo, todavía no existen estudios que confirmen que el cigarrillo electrónico sea inocuo para terceros.

Por su parte, Winston Abascal, presidente del Programa Nacional de Control del Tabaco del MSP, dijo que hay un par de expedientes esperando resolución y que, por tanto, la cartera está analizando el caso de los cigarrillos electrónicos y la conveniencia de permitir su venta en el país.

Abascal insistió con que no hay evidencia de que sean exitosos para abandonar la práctica de fumar cigarrillos convencionales. Y dijo que la FDA estadounidense (Agencia de Alimentos y Medicamentos) lanzó una alerta luego de hallar sustancias cancerígenas como las nitrosaminas, y dietilglicol -utilizado para producir el vapor- que es una sustancia tóxica.

Bradling se mostró rápido para las aclaraciones. Dijo que la FDA sólo analizó dos marcas de cigarrillo electrónico en Estados Unidos y tomó una prueba muy pequeña, de apenas 19 cartuchos. "Un laboratorio, al que yo le compro, produce el 90% de los líquidos que hay en el mercado, y no contiene ningún tóxico".

Dos usuarias consultadas por Qué Pasa dijeron sentirse mejor con el cigarrillo electrónico. Estela, de 55 años, sostuvo que lo consume desde hace algunos meses y logró dejar de fumar un cigarrillo común. "Es lo mismo para mí. Ya no necesito comprar cigarrillos en un kiosco. Y mejoré claramente mi capacidad respiratoria, de gusto y de olfato". María, de 47, todavía no sustituyó con el e-cig al cigarro común: "En mi trabajo fumo el cigarrillo común, porque es engorroso andar con el cargador para todos lados. Pero en casa fumo sólo el electrónico. Antes fumaba 20 cigarros por día, ahora cinco. Pretendo dejar de fumar", dijo. "Hace un mes que lo uso y ya noto que me baja la ansiedad".

Pero Abascal no se fía. Por algo, dijo, la modélica Agencia de Vigilancia Sanitaria de Brasil los acaba de prohibir en el país vecino. "Tiene riesgos y no cumple con la función que se decía de hacer que la gente deje de fumar". Salud Pública promete estudiarlos más.

Bradling concluye: "Es un disparate que se diga que no es una buena alternativa. Claro que lo ideal es que nadie fume, pero para quienes van a seguir fumando de todos modos, es una mejora. No hace falta ser un experto para darse cuenta que es mucho mejor que el cigarrillo".

Mientras no haya evidencias científicas, el e-cigarette parece una moderna versión chic para simuladores de buena fe.

90

por ciento del contenido del cigarrillo electrónico es propilenglicol, o glicerina vegetal. Hay sabores en líquido como naranja, mandarina, chocolate o tabaco, claro.

4.000

químicos tiene un cigarrillo común, de los cuales unos 40 son cancerígenos. El test de la FDA a la marca Smoking Everywhere encontró una sustancia en los e-cig analizados.

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