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Se define el destino del hotel más lujoso: ultimátum del Ministerio de Economía a Cipriani

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Cipriani

PUNTA DEL ESTE

El proyecto de Cipriani en el exhotel San Rafael no avanza. Tras un duro litigio contra el gobierno por la licencia de los juegos de azar online, se aproxima una fecha clave que definirá su futuro.

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Dos años después de lapolémica demolición del icónico hotel San Rafael en Punta del Este, lo queda es un gran agujero de arena, tierra y yuyos. El paisaje emana una calma rara, como la de un estadio vacío. El agujero está cercado. Después de todo, esto que parece un terreno baldío le costó al empresario italiano Giuseppe Cipriani unos 50 millones de dólares y, según relatan fuentes cercanas, también le insume un desembolso mensual de 150.000 dólares en pago de impuestos, sueldos y manutención del showroom. Pero, a pesar del movimiento, que se prepara para la primera temporada de fronteras abiertasen tiempos de pandemia, el showroom del que prometió ser el resort, club residencial y casino más lujoso del país está cerrado: hermético. Es que en esta historia nada salió como estaba previsto.

El proyecto que une el talento del reconocido arquitecto uruguayo Rafael Viñoly con el estatus internacional de la firma hotelera Cipriani se venía anunciando desde 2018 como la mayor inversión en la historia de Maldonado. La construcción, valuada en 450 millones de dólares, emplearía a más de mil personas. Cuenta una comerciante de la zona que cada tanto todavía se aparece algún obrero con su currículum en la mano y le consulta si hay alguna novedad de en qué quedó la obra. No sabe. Nadie sabe. O eso dicen.

Una imagen del boceto se luce en un cartel amplísimo colocado en la entrada del predio vacío. En el corazón de uno de los barrios más antiguos y exclusivos del balneario, el eslogan dice “aprópiate de la buena vida”, escrito en inglés, en una tinta azul pálida por la larga exposición a tanto viento y sal. La invitación parece una promesa rota.

Según relatan allegados al empresario italiano, la demora en el inicio de la obra se debe esencialmente a un intrincado litigio con el gobierno nacional referido a la explotación de los juegos de casino online. Las mismas fuentes confían en que hacia fin de año se resolvería el conflicto que ha derivado en una ola de rumores. Vecinos de San Rafael y algunas figuras políticas acusan a Cipriani de haber armado “un engaño”.

El País accedió a una notificación del Ministerio de Economía y Finanzas en la que lo cita el próximo 21 de diciembre para suscribir el contrato de concesión de la explotación del casino (físico) que le había sido otorgada en noviembre de 2019 mediante licitación pública y cuya firma se fue postergando. Si Cipriani no concurre ese día, podrá perder la garantía. Si bien el padrón seguirá siendo suyo, los 5.000 metros cuadrados destinados al casino que destacaban en el famoso proyecto se convertirían en un gran signo de interrogación.

Los guardianes del ícono.

En entrevistas recientes, el intendente de Maldonado Enrique Antía se ha referido a lo que quedó del San Rafael como “el gran agujero”. El gran agujero da la cara al mar y a sus espaldas una hilera de casas lo rodea como en un abrazo. Tienen una opulencia moderada, como las de esas propiedades veraniegas que se ven en fotografías de la costa mediterránea: jardines floreados con pájaros revoloteando, fachadas antiguas conservadas con esmero, puertas y postigones restaurados con aroma a madera fresca.

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Terreno que adquirió Cipriani en San Rafael. Foto: R. Figueredo

Algunos de sus dueños integran la primera línea de una comunidad vecinal que nunca se conformó con la debacle del hotel que había sido “un clásico de Punta del Este”, el rey de las noches glamurosas donde se alojaron presidentes, estrellas de cine y deportivas; una imagen popular en las postales de antaño. Esa preocupación los llevó a visitar más de una vez el despacho del exalcalde Andrés Jafif, quien recuerda cómo le transmitían sus ganas de que algún inversor reciclara el edificio; “querían que pasara algo con ese lugar”, asegura.

Antes de que llegara Cipriani hubo amagues de otros interesados. “El periplo fue larguísimo”, cuenta el representante de estos vecinos, el abogado Alfredo Tedeschi. Durante los 10 años que el hotel se mantuvo cerrado y fue deteriorándose, en el barrio se comentaban las ofertas económicas que distintos empresarios le hacían a su última propietaria, Yolanda Manoukian de Merlo, y cómo ella supuestamente las rechazaba pidiendo el doble.

Así fue —relatan— hasta que apareció el magnate italiano, un apasionado del balneario donde vive buena parte del año. Él sí cerró el trato. “Setenta años después de su inauguración, vamos a imprimirle al San Rafael nuestro estilo de elegancia en la simplicidad, dándole vida a esta leyenda para que todos puedan apreciar un pedacito de historia”, dijo Cipriani al cortar la cinta de presentación del proyecto en medio de una esplendorosa fiesta donde estuvieron presentes las autoridades departamentales (que todavía se mantienen) y varios jerarcas del Ministerio de Turismo del gobierno anterior.

Para aquel entonces los vecinos del barrio San Rafael ya habían conformado una asociación civil, que al tomar conocimiento del proyecto buscaron a las autoridades para interiorizarse de los planes. Nunca lograron que los reciba el intendente Antía, señala Tedeschi, pero sí Soledad Laguarda, actual directora general de Urbanismo de la comuna fernandina. Además se entrevistaron con todos los ediles.

Laguarda y los ediles les dijeron que el hotel original iba a ser restaurado; eso creían. “Pero nos enteramos que Cipriani lo iba a demoler y reconstruir de cero leyendo sus declaraciones en una entrevista”, dice Tedeschi. Desde entonces, desconfiados, les han respirado en la nuca al empresario y a los jerarcas de la comuna.

Testificaron a favor del recurso de amparoque presentó a la Justicia el arquitecto William Rey —actual presidente de la Comisión del Patrimonio— para intentar impedir la destrucción del símbolo cultural (que no contaba con protección patrimonial). Estudiaron las normas urbanísticas y le recriminaron a la comuna que las excepciones de construcción “parecían haberse convertido en la regla”; solicitaron pedidos de acceso a la información para enterarse del proyecto; encargaron análisis de arquitectos e ingenieros para demostrar que era falsa la justificación de que la estructura del hotel “tenía la consistencia de un alfajor” y “pronto se derrumbaría”; intentaron salvar —sin éxito— los murales característicos del hotel y presenciaron cómo se requirieron dos meses para tirar abajo esa mole.

No se caía más.
“Cierro los ojos y lo estoy viendo. Fue una agonía”, describe Tedeschi.

Esta tarea se terminó en junio de 2019. Y tras la demolición, silencio.

Ahora, que un manto de incertidumbre ronda el proyecto, defendiendo el valor que la nostalgia le aporta a la identidad de un balneario que se está modernizando a todo ritmo, estos mismos vecinos están decididos a descifrar qué está pasando. Creen que el gobierno departamental y el nacional también deberían ponerle punto final a “tanta tolerancia” hacia Cipriani.

Entre los miembros de la comisión hay propietarios uruguayos, argentinos y europeos. Muchos son profesionales con conexiones que reúnen información con la que llenan el silencio de la empresa. Así, un rumor se suma a otro. Que Cipriani pidió dinero a dos empresas nacionales, que la intendencia habría puesto en acción un plan b al comenzar a tantear inversionistas (según publicó Búsqueda), que el terreno está a la venta en inmobiliarias de Argentina.

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Demolición del hotel San Rafael. Foto: R.Figueredo

En abril pasado los vecinos se enteraron de que la firma había presentado un tercer proyecto para que la intendencia estudiara su viabilidad. Propone, entre otras cosas, cambiar las edificaciones horizontales (a las que muchos compararon con matracas) por tres torres, una de ellas con una altura sin precedentes en Uruguay. “Para mí esto fue un engaño, nunca se iba a llevar a cabo el proyecto”, concluye Tedeschi. Desde junio esperan que les sea contestado un nuevo pedido de acceso a la información para estar al tanto de los planes que hay para su barrio.

Pero nadie les responde.

Cambio de planes.

Cada conversación con las distintas autoridades relacionadas al conflicto que tendría paralizado a este proyecto empieza y termina con un suspiro: “¡El asunto Cipriani!”, exclaman. Nadie quiere tomar la responsabilidad de hacer declaraciones acerca de un meollo político que involucra a la comuna fernandina, a los ministerios de Economía y Turismo, y a Presidencia.
Sobre el tema sobrevuela un gran secretismo, tal vez porque —como declaró en una entrevista a El País el intendente Antía— más allá del boom de construcción que está viviendo Maldonado, “no es una buena imagen que un proyecto de esas características se caiga”.

La opinión general es que, a pesar del golpe que significó la pandemia y el traspié financiero que pudo significar esta para el empresario italiano, “no se puede esperar eternamente”. El San Rafael se destruyó “en tiempo récord” por un proyecto que “se suponía totalmente financiado”, plantea una fuente desde el Ministerio de Turismo.

En abril pasado, el arquitecto Viñoly presentó a la comuna un nuevo proyecto para que se estudie su viabilidad y volvió a desaparecer; o eso al menos ha dicho el intendente. Es el tercero que presenta la firma. Según explica Laguarda, la directora de Urbanismo, Viñoly argumentó que “al momento de construir la obra en etapas las torres horizontales resultan inviables”, por eso la última propuesta respeta la condición de reconstruir el icónico hotel, pero desiste de las torres horizontales (las “matracas”) y en su lugar aparecen tres torres verticales, de alturas diversas, en la mitad posterior del terreno.

La altura de la torre más alta supera la de cualquier otro edificio en Uruguay, y además la totalidad de la edificación sobrepasa los metros cuadrados que la ordenanza permite construir en el padrón. En otras palabras, de avanzar con esta opción, la Junta Departamental deberá votar nuevamente si otorga estas excepciones para permitirle la construcción.

Entre los ediles, varios quedaron con un sabor amargo, puesto que por un lado el proyecto demorado ya había recibido excepciones, y también porque algunos de ellos sostienen que al momento de votar no se les había aclarado que el hotel sería demolido para luego reconstruirlo, creyeron que sería restaurado conservando la estructura original.

PRotección

Valor cultural, ¿no patrimonial?

Vecinos y ediles insisten en que no se enteraron hasta meses después que el hotel no iba a restaurarse y que sería demolido y luego reconstruido conservando su estética. “Nunca nadie solicitó su protección patrimonial y lo cierto es que para el año de la construcción (1948) su arquitectura no era novedosa. El hotel tiene un valor cultural, porque es el recuerdo de ciertas generaciones que vivieron su esplendor”, argumenta Soledad Laguarda directora de Urbanismo de la Intendencia de Maldonado. Esta decisión abrió un debate acerca de si alcanza con reproducir la imagen siguiendo fotografías y planos, “como se hizo con media Europa en la posguerra”, dice. Según explica, entre otras razones se decidió demoler debido a que las dimensiones de las habitaciones y baños “eran muy pequeñas” para adaptarlas a los requerimientos del confort actual. “Hubieran tenido que picar y picar por dentro hasta dejar la cáscara”, plantea.

El edil blanco Alexandro Infante declaró en una entrevista con FM Gente que la empresa “cambia de planos como si fueran caramelos”, y que la demora es una “tomada de pelo” hacia la intendencia y la junta departamental. En tanto, el edil frenteamplista Joaquín Garlo —tataranieto de uno de los socios fundadores del San Rafael— sostiene que “el proyecto inicial no ofrecía suficientes garantías de financiamiento y como consecuencia, ahora, los puestos de trabajo no aparecen y en cambio quedó un gran pozo”.

Volviendo a la nueva carpeta que entregó el arquitecto Viñoly, la comuna le solicitó en junio pasado a la empresa el cronograma de obras a seguir, la etapa de inversiones y le hizo una serie de observaciones técnicas, pero aún no ha respondido.

A su vez, la intendencia le comunicó las últimas noticias a los ministerios de Turismo y de Economía, ya que el monto de la inversión, la construcción y puesta en funcionamiento del hotel de lujo condicionan la concesión del casino (físico) que se le había otorgado en noviembre de 2019 y se ha ido prorrogando.

Dice Laguarda: “Todo lo que está pasando con la obra que está detenida excede al permiso de construcción. Hay varias puntas. Hay todo un tema enorme a nivel del gobierno nacional. Mientras tanto, en nuestra área el expediente quedó en stand by”.

Juegos de la discordia.

Quienes rodean a Cipriani creen que “la campaña de enchastre” que está sufriendo es injusta si se considera el volumen de la inversión que ha hecho en el país “sin pedir nada a cambio”. Hay quienes dudan incluso de que haya cumplido con el pago de la compra del terreno. ¿Pagó? “Sí”, asegura una fuente cercana. ¿El terreno está a la venta? “No”, precisa la misma fuente. ¿Está buscando inversores? “Como todos los proyectos importantes hacen en el mundo entero”, aclara. ¿Y por qué el cambio en el diseño? “Son ajustes que se requieren por sus propias dimensiones”, insisten otros allegados. En conclusión, trasladan que la intención del empresario italiano es hacer el proyecto: quiere seguir adelante.

Cipriani
Rafael Viñoly y Giuseppe Cipriani presentando el proyecto en 2019.

El problema detrás de este lío habría sido puntualmente el referido con la explotación de los juegos de casino online. Desde la primera conversación que Cipriani habría tenido con el entonces presidente Tabaré Vázquez, le habría manifestado que además de su interés por obtener la licencia para un casino físico, sería una necesidad para el negocio una licencia de explotación para el juego en la modalidad online, tal y como existe en otras partes del mundo. En ese momento Presidencia le contestó que, cuando Uruguay se decidiera a dar este tipo de licencia, lo haría mediante licitación.

Según confirman desde el Ministerio de Economía, en Uruguay los juegos online están prohibidos salvo las apuestas deportivas que fueron habilitadas en 2002, y cuya explotación está en manos de La Banca. En su página web, además, se encuentra la versión virtual de la Tómbola, Quiniela, Raspadita y 5 de Oro.

Asimismo, otra norma de 2017 estipula que “la prestación de servicios a través de internet, plataformas tecnológicas, aplicaciones informáticas o similares referidas a juegos de azar o apuestas online se encuentran alcanzadas por el principio de ilegalidad”. En el mismo artículo, incluye: “Se interpreta que los juegos de casinos y salas, tales como póker, ruleta, slots, entre otros creados o a crearse, están absolutamente prohibidos en su modalidad a distancia”.

El enredo que habría torcido la construcción del complejo hotelero en San Rafael comenzó con una resolución que emitió la Dirección Nacional de Loterías y Quinielas (es decir, el Ministerio de Economía) en enero de 2020 autorizando a La Banca a desarrollar “deportes virtuales” realizados por internet.

Un mes después, siempre en el marco del período de transición de cambio de gobierno, una nueva resolución incorporó entre los “deportes virtuales” permitidos a los partidos de fútbol, tenis de mesa y carreras de auto. Y en abril de 2020, el nuevo director de esta dirección designado por el gobierno electo, amplió la autorización anterior a los “juegos virtuales”.

Enterados, los abogados de Cipriani interpusieron distintos recursos para su revocación. Alegaron que una resolución no puede permitir lo que prohibe una ley (el juego de azar online) y que además esta concesión no se realizó mediante una licitación pública. Tal y como ellos lo plantean, conceptualmente, los juegos de azar online (autorizados a La Banca) constituyen un género del que pueden formar parte los juegos propios de un casino y otros que no, al margen de que, de todas formas, según el análisis de los patrocinadores de Cipriani, la ley vigente prohibe su explotación online.

Además, le reclaman al gobierno que la concesión se habría acordado sin ninguna retribución a cambio, mientras que los concesionarios de casinos físicos deben pagar un canon millonario.

Cipriani entonces detuvo toda la obra a la espera “de una regulación del sistema razonable”, señala una fuente muy cercana. El empresario le planteó al gobierno nacional que la proyección comercial que presentó para licitar la concesión del casino físico —que ahora debe firmar el próximo 21 de diciembre— mutó puesto que estas resoluciones habrían colocado un competidor no previsto en el mercado del juego online, “que en tiempos de pospandemia es vital para cualquier emprendimiento de este tipo”, señala a El País un conocedor del negocio.

Desde La Banca entienden que no hay nada en discusión. “No sé lo que quiere hacer Cipriani, el marco regulatorio está firme”, suelta su presidente, Roberto Palermo. En tanto, desde la anterior administración de la Dirección de Loterías y Quiniela se sostiene directamente que La Banca “no tiene juego online” más allá de las apuestas deportivas y “que nadie tiene licencia para explotar juegos que se asocien a los de un casino de forma virtual”: no comparten la interpretación que el grupo Cipriani hace de las resoluciones.

En tanto, fuentes actuales de la Dirección de Loterías y Quinielas expresan que la versión virtual de los clásicos juegos de la banca está en línea desde el año 2000 y que la resolución de abril se encuentra suspendida. “Lo que quiere Cipriani es destruir el juego del Uruguay que data de comienzos del siglo XX”; “es una cosa de locos, jurídicamente lo que dice es insostenible”, agrega una fuente.

Habrá que esperar a fines de diciembre para ver si alguna de las partes cede. El Grupo Cipriani es optimista.

Mientras tanto, los vecinos del barrio San Rafael que lloraron durante la demolición del hotel de las noches inolvidables, los vecinos que no sienten nostalgia pero esperan con entusiasmo que “se venga algo nuevo”, y los cientos de obreros que buscan trabajo, esperan que alguna obra se termine llevando a cabo.

Nadie quiere cargar con un gran agujero con vista al mar. Porque, ¿qué pasaría si este proyecto termina por fracasar? “Sería un terreno privado en el cual no se habría podido llevar adelante un proyecto, como sucede en montones de terrenos. No veo qué es lo raro”, responde Javier Carballal, alcalde de Punta del Este.
Que tal vez este no sea un terreno más del montón.

Boom de la construcción

Barrios pasaron de construir tres a 20 casas por año

Más allá del caso Cipriani, la directora de Urbanismo Soledad Laguarda insiste en que la parte llena del vaso muestra que el departamento está viviendo un boom de construcción como pocas veces antes. Si en un año normal se aprueban unos 300.000 metros cuadrados de construcción, en lo que va de 2021 superaron los 400.000. “En los countries lo que está pasando es impresionante”, agrega Laguarda. Lo habitual en estos barrios era la construcción de tres casas y ahora unas 20. “Es un efecto pospandemia. Vino mucho uruguayo a radicarse al departamento y también extranjeros. Entre los que vinieron hay inversionistas que analizan negocios y apuestan por las obras”, dice la arquitecta. Entre las obras grandes, en Punta del Este se está construyendo un nuevo shopping con cuatro torres y una zona franca de oficinas. También se terminará la construcción del “último esqueleto” que había quedado abandonado sobre la Avenida Roosevelt, un edificio de apartamentos cuyo financiamiento se cayó en la crisis de la tablita en la década de 1980. Para muchos, Punta del Este está dejando definitivamente de ser un balneario para convertirse en una ciudad. La comuna analiza cuánto incrementó su población permanente a través de la basura generada y del consumo eléctrico. Estiman que entre 15.000 y 20.000 eligieron al más glamuroso de los balnearios para residir, en varios casos atraídos por los bajos costos de alquiler que ofrece en invierno y los servicios disponibles. Sin embargo, este crecimiento de obras preocupa a los vecinos que creen que se debe cuidar las propiedades características, más que por nostalgia, para conservar la identidad.

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