Alquimia de esencias, proyecto artístico y etnobotánico, homenaje a las culturas y a los paisajes de Latinoamérica. Todo eso y más es Fueguia 1883, la firma porteña que nació en 2010 gracias a la visión del músico y pintor argentino, Julián Bedel. Marca de nicho que supo conquistar a personajes como Elton John, Lady Gaga, y Katie Holmes, entre otros, nació casi por accidente. Cuenta la historia que Bedel se encontraba explorando soportes de expresión alternativos, cuando decidió crear una instalación de aromas inspirados en paisajes. “En cierto sentido, mi aproximación a las esencias estuvo impulsada por la conexión con lo divino. Porque los humanos, antropológicamente, hemos buscado incorporar esencias a nuestros rituales metafísicos para amplificar lo que sea que estemos intentando hacer; cualquiera sea el ritual, y donde sea en el planeta, tratamos de incorporar una esencia a ello”, expresa Bedel.
Aquella gama original nunca fue pensada para ser comercializada, pero el éxito entre el público llevó a que el artista olfativo, como se percibe el argentino, creara una empresa que hoy es un tributo a la era de las exploraciones científicas y al encuentro entre el naturalista Charles Darwin, el navegante Robert FitzRoy, comandante del HMS Beagle, y Fueguia Basket, una nativa kawésqar de Tierra del Fuego, quien a los nueve años fue tomada cautiva por FitzRoy, y llevada a Inglaterra. En ese sentido el nombre de la marca también resulta un homenaje a las comunidades de América del Sur y al entorno natural de las plantas aromáticas y medicinales que estas protegen. No en vano, el corazón de la empresa se enclava en la Patagonia, dentro de sus territorios vírgenes, dominados por la naturaleza. Este es el ambiente en el que Bedel encuentra especies nativas, cultivadas y destiladas con el apoyo de la comunidad local y de universidades, muchas de las cuales se utilizan en perfumería por primera vez.
Libre de prejuicios y condicionamientos sobre el métier, Bedel abrazó la formación autodidacta: aprendió sobre la marcha, se nutrió del consejo de quienes saben, y lo complementó con un instinto impecable.
Perfumes de nicho
La firma cultiva la integración vertical como modo de trabajo, y esta estrategia que abarca desde el cultivo, la formulación, la elaboración, el embotellado y la comercialización, garantiza la trazabilidad de cada paso de su proceso artesanal. Gracias a este enfoque, la firma también es pionera en la producción sustentable.
Dados los numerosos métodos de estudio y experimentación que conllevan sus creaciones, Fueguia se puede considerar un verdadero laboratorio de perfumes. Ubicada su sede en Cinisello, Milán, allí se manejan alrededor de 130 formulaciones y más de tres mil ingredientes, entre los que predominan los botánicos naturales exóticos, incluyendo los obtenidos en Fueguia Botany, una plantación de cincuenta acres en Uruguay, donde se cultivan y destilan de forma sostenible más de cien plantas aromáticas nativas de Sudamérica.
Fiel a las antiguas tradiciones que inspiraron la marca, la mayor parte de la investigación botánica se realiza a través de las expediciones de su fundador, quien también está detrás de la formulación de cada esencia que lanza al mercado. Los viajes de Bedel para identificar especies vegetales de cada rincón del mundo, son esenciales para concebir y crear aromas que reflejen esa extravagante diversidad. "Las plantas medicinales son fantásticas porque, por lo general, todas tienen una identidad olfativa, y las plantas que tienen un aroma suelen tener una propiedad beneficiosa o un principio activo", explica. En consecuencia, cada conjunto de fragancias representa una categoría única con las características y peculiaridades de los ingredientes utilizados en las formulaciones.
Poder de conexión
El portfolio de la casa abarca aromas para uso personal, fragancias de edición limitada, y una línea Home, que incluye velas, difusores y ambientadores.
Para la firma, un perfume es una obra de arte etérea, una composición aromática con propiedades narrativas y transformadoras. En ese entendido, estas creaciones volátiles son capaces de evocar emociones y conectar con información ancestral, portando recuerdos y conectando con las zonas a menudo subconscientes e inexploradas de nuestra identidad. Desde el inicio de la marca, Bedel descarta los conservantes sintéticos y usa solo ciertos ingredientes naturales. Esto, de por sí, representa un desafío ya que el cambio climático afecta la disponibilidad, la calidad y los precios de las especies botánicas. Debido a la escasez de estos ingredientes, la casa produce una serie limitada de fragancias. De hecho, cada frasco de cristal tiene grabado el año y el número de lote del perfume que va del 1 al 950, que es el máximo producido por lote.
Los productos de Fueguia 1883 se comercializan en tiendas a las que la firma denomina galerías, y que diseñadas por el propio Bedel, se ubican en Buenos Aires, Nueva York, Tokio, Milán, Londres, México DF, Osaka, y José Ignacio. Allí, las colecciones se disponen en mesas redondas, rectangulares y octogonales. Esta presentación no es caprichosa y obedece a un criterio: las familias aromáticas primarias y secundarias definen el lugar que ocupa cada perfume pues reflejan la progresión de los perfiles aromáticos. Un elemento interesante es que las fragancias de la firma evolucionan. Esto se debe a su compleja formulación a partir de ingredientes naturales y de un proceso que conlleva diferentes tipos de destilación, mezcla manual y largos periodos de maceración. De ahí que la casa creara Le Cave Vintage, una selección con partidas de perfumes conservados durante más de cinco años. Disponibles en las galerías de Milán, París, Tokio y Seúl, esto permite experimentar diferentes facetas de los aromas y disfrutar de experiencias sensoriales que trascienden el mero uso del perfume.