No extrañan a la novia ni a la vieja...

JORGE SAVIA

EL ANÁLISIS

Con o sin razón, Matosas "borró" de la faz de la tierra futbolística aurinegra a Leonardo Fabio Moreno y Arnulfo Valentierra.

La sensación que quedó "desde afuera" es que los colombianos entrenaron, no sacaron la bocina ni cuando no se les incluyó ni como suplentes y fueron al banco cuando el DT consideró que su lugar debía ser ese.

Fieles a esa muestra, pese a que el club se atrasó en los sueldos, a que también estuvo atrasado en el pago del alquiler del apartamento donde residía Moreno, y que dio señales expresas de su deseo de rescindir los contratos aún vigentes, el miércoles pasado Peñarol empezó los trabajos del 2008, a las 5:00 de la mañana los jugadores llegaron desde Colombia a Carrasco, a las 9:00 estaban en Los Aromos y cuando se les dijo que trotaran separados del resto, lo hicieron.

¿No rindieron? ¿No son lo que se pensaba o lo que fueron? No es su culpa. Pudieron y debieron haberlo sabido -o, al menos, intuido- los que los trajeron. Ellos, al menos, dieron un ejemplo: así debe manejarse un futbolista profesional de alta competencia, y no como ha pasado con no pocos de los uruguayos que van al exterior y, porque no los ponen, se creen con el derecho de que los transfieran a otro club o, incluso, de venirse de vuelta porque extrañan a la novia o a la vieja.

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