NUEVO TORNEO
Desde 1960 hubo esfuerzos puntuales y no siempre exitosos para llegar a una integración nacional
La larga marcha del interior hacia un fútbol verdaderamente uruguayo (luego de décadas de ser esencialmente montevideano) parece alcanzar una culminación con el anuncio de la nueva Copa Uruguay, que contará con una importante presencia de clubes de la Organización del Fútbol del Interior.
La estructura profesional de la Asociación Uruguaya de Fútbol nació en 1932 con un pecado original: pese a su nombre, se trataba de una organización netamente capitalina. Por más que se nutriera permanentemente de cracks surgidos en canchas de todo el país, la competencia y la representación internacional se manejaban desde la sede de la AUF, primero en la avenida 18 de Julio y luego en la calle Guayabos; una expresión más de un país con estructura macrocefálica.
Durante décadas, los contactos deportivos con el resto del país resultaron esporádicos, por culpas montevideanas y recelos del interior. Y eso que el 1º de mayo de 1910, Dublín y Central fueron invitados a inaugurar el estadio de Minas con su partido por el Campeonato Uruguayo. Hubo un efímero Campeonato Nacional que enfrentó a seleccionados de los departamentos con un combinado de Montevideo entre 1928 y 1930.
Un club llamado Las Piedras participó en el torneo de la Federación Uruguaya de Football, en tiempos del cisma, aunque debe admitirse que la localidad pedrense, importante en población, está muy vinculada geográfica y socialmente a Montevideo.
Por allí también estuvo Wanderers entre 1969 y 1973, fijando sus partidos como locatario en el Parque Artigas, tras una expansión que no terminó de fructificar. Y algunos clubes del departamento de Canelones se integraron por esos años a la estructura de la AUF (Oriental de La Paz, Juventud de Las Piedras y Parque del Plata) a través de las divisionales de ascenso, aunque siempre se trataba de localidades cercanas a la capital.
El primer esfuerzo serio para unificar a los futboleros de todo el territorio nacional fue la Copa Artigas, disputada entre 1960 y 1962. Surgió como intento de reestructura, tras el impacto que originó la eliminación uruguaya del Mundial de Suecia 1958. En su estreno no fue “copa” en el sentido estricto de certamen por eliminación, sino una rueda de todos contra todos, con los diez equipos que entonces militaban en la Primera “A” y las cuatro selecciones departamentales campeonas regionales de la OFI. En aquella edición inaugural, ganada por Defensor, participaron Durazno, Tacuarembó, Artigas y Maldonado.
Fue necesaria una larga negociación previa con OFI para definir cómo se repartían las recaudaciones. También el Estado hizo su aporte, pues los viajes al norte del país se realizaron en un DC-3 de la Fuerza Aérea. Para muchos futbolistas, acostumbrados a jugar siempre en una misma ciudad, representó su primera experiencia aérea, aunque fuera en una aeronave sin butacas.

Nacional ganó las dos ediciones siguientes y luego se dejó de jugar. Y no hubo más contactos hasta 1977, cuando se realizó el llamado Torneo Confraternidad, que pasó casi inadvertido entre un verano muy lluvioso y la simultánea campaña de la Selección en las eliminatorias. Un año más tarde, la Liga Mayor (el certamen que venía después del Uruguayo) dio lugar a los cuatro campeones regionales de OFI: Santa Bernardina de Durazno, Peñarol de Paso de los Toros, 18 de Julio de Fray Bentos y Huracán de Treinta y Tres.
Estos clubes recibieron algunas goleadas, pero también alcanzaron resonantes triunfos. Por ejemplo, Santa Bernardina derrotó a Nacional por 3-2. Aquel partido terminó con Julio Montero Castillo, el legendario mediocampista tricolor, detenido durante cuatro días: en plena dictadura se peleó con algunos rivales que eran efectivos militares. “Sacate el uniforme y vamos a pelear”, les dijo.

Para 1979, la Liga Mayor dejó su lugar al Torneo República, que convocó a selecciones departamentales: Canelones, Salto, Treinta y Tres y Cerro Largo.
En la década de 1990 se reactivaron las iniciativas de equipos montevideanos de jugar como locales en el interior, buscando atraer otros públicos: Sud América fue a Paysandú, Rentistas y El Tanque a Florida, Platense a San José, Colón a Rocha. El fenómeno se prolonga hasta el presente con Boston River en Trinidad o Rentistas en Paysandú. Incluso Peñarol llegó a jugar por la Copa Libertadores en Rivera en 1996.
Por esa misma época (1993 y 1994) tuvo lugar el Torneo Integración, clasificatorio para la Liguilla, con clubes de la primera división de AUF y los campeones de las cuatro confederaciones de OFI, si bien los pasaron al certamen pre Libertadores fueron siempre montevideanos.
Quizás por eso la AUF dio un paso más y para la Liguilla de 1995 invitó directamente a dos clubes del interior: Porongos de Trinidad y Frontera de Rivera. Porongos sorprendió: no solo le empató a Peñarol, que pocos días antes se había consagrado campeón uruguayo, sino que logró el cuarto puesto y por ello el derecho a disputar la Copa Conmebol (en realidad no llegó a salir del país en esta competencia, eliminado por River en la primera ronda).
Finalmente, algunos clubes del interior se animaron a competir dentro de las propias estructuras de la AUF. En 1995 Deportivo Maldonado se inscribió en la Segunda División y en 1997 lo hizo Frontera de Rivera. En ese 1997 los invitados a la Liguilla fueron Río Negro de San José y Punta del Este.
Una temporada más tarde Frontera logró el ascenso a Primera, otro paso fundamental de esta historia. En ese momento la AUF decidió acelerar el proceso y, al cabo de un mecanismo de selección, dio lugar en el Campeonato Uruguayo a otros tres clubes del interior: Deportivo Maldonado, Paysandú Bella Vista y Tacuarembó. Los cuatro debutaron en el Uruguayo de 1999.
En temporadas siguientes se sumaron Rocha, Plaza Colonia, Deportivo Colonia, Atenas de San Carlos, Salto, Paysandú F.C., Cerro Largo, Durazno e incluso Rivera Livramento, singular y breve caso de un club binacional. Algunos de estos equipos fueron fundados especialmente para competir en el fútbol profesional.
Algunos pasaron sin dejar huella. Pero Rocha asombró al ganar el Apertura 2005, el primer título de un equipo del interior en un certamen de la AUF. La consagración se produjo ante Rampla en el estadio Mario Sobrero con una imagen que recorrió el mundo: una vaca en la cancha entre las gente que festejaba. La llevó un allegado, enojado por las críticas que recibía el equipo por entrenar en la cancha de una chacra de la zona llamada La Vaquita. Y se convirtió en la mascota del equipo. Al año siguiente Rocha participó en la Libertadores, jugando en Maldonado, y si bien resultó eliminado llegó a ganarle a Liga de Quito.
Aquel éxito fue replicado dos veces por Plaza Colonia, campeón del Clausura 2016 (venciendo a Peñarol en el Campeón del Siglo) y del Apertura 2021. Hoy es Deportivo Maldonado el que apunta a un lauro similar. La nueva Copa Uruguay puede abrir cauces adicionales de renovación.