Por Diego Domínguez
Periodistas uniformados. Micrófonos preparados. Y libreta de apuntes en mano. Tres simples pasos anticipan la espera por la voz del protagonista que se avecina al frente. ¿Lo siguiente? Luz, cámara y acción.

Es miércoles y el viento sopla con timidez a los costados de la rambla en Montevideo. Un sol radiante brilla al más puro estilo veraniego y las miradas recaen sobre los ojos del hombre que en minutos ocupará el sillón vacante como nuevo entrenador de la selección uruguaya. Hay expectativa, pero también prejuicio. Mucho prejuicio.

Las cargas emocionales inciden en dos sentidos: para bien, en quienes describen la contratación como un gran acierto del Consejo Ejecutivo de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) y, para mal, en aquellos, que, algo más cautos, dicen que todo eso está por verse.

La conferencia se pone en marcha. Delante de las cámaras sale un hombre veterano, de cabello algo canoso y voz grave, con experiencia mundialista y espalda de haber dirigido a diversos clubes.

Puede ser perfectamente miércoles 8 de marzo de 2006 como también miércoles 17 de mayo de 2023. Puede que todo esto haya sucedido hace 17 años en la AUF o que haya pasado ayer en el Estadio Centenario. Puede que el protagonista en cuestión sea Óscar Washington Tabárez o que bien la atención se haya acaparado en el rostro de Marcelo Bielsa.
Hay muchos puede ser y pocas certezas. Lo cierto es que los dos escenarios, por más distantes que parezcan, tienen un abanico repleto de similitudes.

Foto: Nicolás Pereyra.

En primer lugar, por el momento. En ambos casos la contratación llega como una apuesta a largo plazo para abordar el siguiente panorama mundialista.

En segundo, por lo deportivo. Tanto en uno como en otro ciclo se firmó un contrato -que inicia en las Eliminatorias y se extiende hasta su finalización- con un propósito: reconstruir el proyecto deportivo de la selección uruguaya que implica, entre otras cosas, hacer una limpieza de jugadores.

El tercer punto pasa por la urgencia y es, tal vez, la diferencia más clara entre uno y otro comienzo. Mientras que el barco que heredará Bielsa viene de clasificar a cuatro Mundiales de manera consecutiva, el cuerpo técnico que asumió Tabárez se venía a pique luego de la ausencia uruguaya en el Mundial de Alemania 2006 y de la tempranera eliminación en la Copa del Mundo de Corea y Japón 2002.

Las semejanzas también pasan por la madurez, el estilo y su legado. Ambos superaban el cuarto de siglo de trayectoria al momento de tomar el timón de la Celeste (Tabárez tenía 54 años cuando asumió y 26 de trabajo y Bielsa, de 67 años, suma hasta ahora 33 dirigiendo). Ambos mostraron que su impronta entrelaza inevitablemente a la filosofía con el fútbol (el maestro dijo, en su primera conferencia, que no pedía “piedad”, pero sí un “compás de espera” para ver resultados y el Loco deleitó a sus fanáticos comparando los video resumen de tres minutos con el “matrimonio de los sábados”). Ambos habían conquistado hasta ese momento cuatro títulos oficiales, contando solo clubes. Y los dos ya habían tenido experiencia en al menos un seleccionado nacional.

Foto: Nicolás Pereyra.

La más palpable es la nacionalidad (uno es uruguayo y el otro argentino). La más fácil de distinguir está en sus gestos: Tabárez clava sus ojos en quien le pregunta y Bielsa habla a lo largo de una hora -sin piedad- con la mirada perdida al vacío.

En el plano deportivo, la principal desigualdad la marca el legado internacional. Tabárez fue el artífice de un plan maestro -que le hizo honor a su apodo-, presentó su propuesta deportiva y se ganó construir (en el acierto o en el error) su segundo capítulo al frente de Uruguay. Bielsa, en cambio, llega con la carpeta de haber iniciado un camino previo en Argentina, Chile, Francia e Inglaterra.

Archivo El Pais

El argentino asumirá luego un interinato pasajero de Marcelo Broli, un breve período de Diego Alonso y 15 años previos del proceso Tabárez, sobre el que opinó: “La palabra admiración habría que usarla menos porque suena a exagerada, pero en este caso corresponde. Tengo mucho respeto por la forma en que él (por Tabárez) ha elegido interpretar la profesión de entrenador”.