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El peor partido de la historia de los mundiales de fútbol

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Alemania-Austria

EPISODIOS INCREÍBLES

En España 82 Alemania y Austria arreglaron el resultado y después "mataron" el juego

Lo llamaron de mil formas diferentes. “La vergüenza de Gijón”, “El pacto del Molinón”, “La desgracia de Gijón”. Más allá de eso, los últimos 45 minutos de Alemania 1-Austria 0 en España 1982 representaron sin dudas el peor partido de la historia de los mundiales. Como ya estaba asegurado el resultado que servía a ambos rivales para clasificarse, no ocurrió nada más. Ni jugadas de ataque, ni tiros al arco, ni corridas. Mucho antes del pitazo final del árbitro escocés Robert Valentine, el público comprendió lo que estaba ocurriendo y comenzó a protestar con furia.

No fue la primera ni la última vez que dos equipos se conformaron con un resultado que ambos aprovechaban. Hay ejemplos por todos lados. Pero aquel Alemania-Austria fue el único caso en una fase final de la Copa del Mundo, ante cientos de millones de espectadores por televisión.

Alemania-Austria fue un clásico hace ya muchos años, cuando el fútbol centroeuropeo era potencia en Europa y los alemanes no tenían títulos. Las cosas cambiaron mucho después, pero para los austríacos ganarle a sus vecinos siempre fue un desafío inspirador. En el Mundial 1978 se enfrentaron en el último partido de la segunda ronda. Alemania todavía tenía posibilidades de llegar a la final, en tanto Austria estaba eliminada. Pero aquel equipo de Hans Krankl y Hebert Prohaska dejó todo en la cancha de Córdoba y festejó ruidosamente su triunfo.

Cuatro años más tarde, la situación era diferente. Ambos seleccionados eran amplios favoritos para pasar la serie inicial ante Chile y Argelia.

“Le voy a dedicar nuestro séptimo gol a nuestras esposas y el octavo a nuestros perros”, aseguran que dijo un jugador alemán antes del debut contra Argelia. El técnico Jupp Derwall se negó a mostrar videos de los africanos a sus jugadores porque pensó que se iban a reir de él. Pero los argelinos dieron la gran sorpresa y vencieron 2-1 a los germanos, con fútbol técnico y ofensivo. El fiasco fueron los chilenos, que terminaron perdiendo sus tres presentaciones.

En la segunda fecha, los alemanes se recuperaron y golearon a los trasandinos, en tanto Austria, vencedor de Chile en el debut, sumó otra victoria al superar a Argelia. Por la fecha final, Argelia-Chile jugaban el 24 de junio, mientras que Alemania-Austria se medían al día siguiente, de manera que los equipos europeos iban a conocer qué resultado necesitaban.

Argelia retomó su impulso y venció a Chile por 3 a 2. Sin embargo, al final del primer tiempo lo hacía por 3 a 0. Si hubiera mantenido esa diferencia tenía la clasificación prácticamente en el bolsillo, pues solo un tanteador improbable (4-3, 5-4...) entre los europeos lo dejaba afuera.

En cambio, estos entraron a la cancha del estadio El Molinón (ahora llamado “Enrique Castro-Quini”) de Gijón sabiendo perfectamente que un triunfo alemán por 1-0 o 2-1 los clasificaba a ambos. Si Alemania sacaba mayor diferencia dejaba afuera a los austríacos. Y un empate o una victoria austríaca eliminaba a los alemanes.

El duelo comenzó con el tradicional ritmo europeo, con Alemania lanzada al ataque. Así, a los diez minutos, el centrodelantero estilo tanque de los germanos Horst Hrubesch marcó un gol de cabeza. Y entonces el partido comenzó a desinflarse aceleradamente.

El primer tiempo concluyó con algunas corridas y un par de tiros al arco, nada más. El segundo tiempo fue todavía peor. Los defensas comenzaron a pasarse la pelota unos a otros, ante la pasividad de sus rivales. Al rato, el balón iba al otro lado de la cancha y se repetía la maniobra. No hubo tiros al arco, ni centros, ni intentos ofensivos.

El público comenzó a protestar enseguida, con silbidos e insultos. Hinchas argelinos empezaron a arrojar monedas a la cancha. Algunos se lo tomaron con humor y corearon: “¡Que se bese, que se besen!”. Y casi todos terminaron gritando “¡Argelia, Argelia!”.

El relator germano Eberhard Stanjek abandonó el micrófono en el segundo tiempo denunciando la “actitud penosa” de ambos equipos. Su colega austríaco Robert Seeger pidió al público que apagara sus televisores.

“El problema no era solo el cinismo mostrado por Alemania y Austria; se vio agravado por su naturaleza sin complejos y la identidad de las víctimas. Argelia tenía el encanto de los desamparados, jugaba un fútbol encantador y era de un continente futbolístico en desarrollo. Alemania Occidental y Austria no solo habían matado a Bambi; habían enviado un video de la matanza alrededor del mundo y se rieron maniáticamente al final de ese video”, comentó con crudeza el diario británico The Guardian.

En el boxeo, el árbitro puede detener una pelea por falta de combatividad y declarar perdedores a ambos púgiles, pero en el fútbol no existe nada parecido. Por eso el juez Valentine no pudo hacer nada. Y la FIFA se aferró a ese criterio para no sancionar a alemanes y austríacos, pese a que la delegación argelina elevó una protesta formal.

“No hay reglas en la FIFA que digan que los equipos no pueden jugar como les plazca”, argumentó el vicepresidente del organismo, Herman Neuberger. Un detalle: Neuberger era también el presidente de la federación alemana...

Lo que ocurrió después: Austria quedó eliminada en la siguiente ronda, Alemania alcanzó la final (no sin nuevas polémicas, como la agresión no penada del arquero Harald Schumacher al francés Battiston en la semifinal) y perdió el título ante Italia. Y la FIFA resolvió que los partidos decisivos de cualquier etapa en la Copa del Mundo debían realizarse en forma simultánea para evitar estas ventajas indebidas. Por extensión, lo mismo comenzó a ocurrir en cualquier torneo.

En 2007, el exfutbolista alemán Hans Briegel reconoció el arreglo. En una entrevista con el diario de su país Süddeutsche Zeitun afirmó que en el entretiempo del partido hubo un acuerdo entre los dos equipos para dejar el resultado como estaba. “Sólo me puedo disculpar ante los argelinos, porque habían merecido clasificarse a la siguiente fase”, agregó.

Después y ante el revuelo que provocaron sus declaraciones, trató de matizarlo y aseguró que fue “una especie de pacto de no agresión”, “un acuerdo tácito”. Su antiguo compañero Schumacher, sostuvo que Briegel “habría tomado alguna copa de más” cuando habló.

Hubo al menos un futbolista aquel día en la cancha que no se enteró del pacto. El delantero austríaco Walter Schachner siguió jugando “normalmente”. “¡No corras tanto!”, recordó que le dijo Briegel durante el partido. Al final, sus compañeros optaron por no pasarle más la pelota...

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