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ENTREVISTA

Pasó hambre, fue padre con 17 y llegó al primer nivel de Brasil: la historia de superación de Michel Araújo

"Llegué a pasar hambre. Llegaba de entrenar y no tenía nada más que café y azúcar en casa”, recordó el futbolista uruguayo.

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Michel Araújo en San Pablo.
El festejo de Michel Araujo en San Pablo.
Foto: EFE.

PorDiego Domínguez
La vida de Michel Araújo parece sacada de un cuento de hadas. De vivir sumergido en la pobreza extrema junto a seis hermanos, de ir a la escuela con zapatos de fútbol, de no tener para comer, de sortear las complicaciones asmáticas de su hijo en un apartamento repleto de humedad y paredes sin revestir saltó a la élite del mundo futbolístico, dejó atrás las preocupaciones financieras, conoció las mejores playas de Brasil, llamó la atención de Fluminense, después de San Pablo,y se construyó una vida nueva a partir de una carrera profesional.

—Llegué a pasar hambre. Llegaba de entrenar y no tenía nada más que café y azúcar en casa.

El contraste de su infancia con la actualidad que atraviesa en Brasil no puede ser más gráfico. La descripción pinta a la perfección los escollos más íntimos de una niñez cruda en la que todos, absolutamente todos sus hermanos, sufrieron la falta de necesidades básicas.

Iba a una escuela pública de tiempo completo, que funcionaba, también, como su refugio alimentario durante las vacaciones gracias a los planes de Verano Solidario. Así, y únicamente así, cubría el plato diario del mediodía, que era todo lo que comía en un solo día.

La ropa era otra de sus carencias. Dependía de las donaciones de la intendencia o de la que conseguía su padre por $5 o $10 en la Iglesia. Solo la túnica y la moña hacían pasar desapercibido que no tenía más remedio que repetir la muda constantemente: “Si bien, cuando éramos chicos, mis padres hacían de todo para que no nos faltara la comida, realmente faltaba. Comíamos nosotros y ellos no comían. De noche era una taza de leche y a dormir. Fue una infancia dura, pero nos sirvió mucho para poder sacar esas ganas de salir adelante y no aguantar más ese sufrimiento que tuvimos durante muchos años”.

Con mi vieja ya hace muchos años que no hablo
Michel Araújo se lamenta tras el descenso de Racing a la Segunda División. Foto: Marcelo Bonjour.

Tanto tiempo de desesperación lo hizo curtirse. Se nutrió de rebeldía y tomó coraje, aún siendo menor de edad, para enfrentar a su madre. Fue el pie al comienzo de una relación turbulenta que, con el paso de los años, terminó deteriorándose a tal punto de que ya no hay diálogo entre ambos.

“No solo yo; todos mis hermanos tuvimos una infancia muy dura y estoy convencido de que eso nos llevó a ser independientes y sacar esa garra que tenemos. Son todos trabajadores, todos tienen su familia, y la mayoría no se llevan con mi madre. Intenté varias veces (arreglar las cosas) y no funcionó. No hubo del otro lado una intención y lo mejor fue cortar de raíz. Estoy muy cómodo, muy tranquilo. Mi familia son mis hijos, mis hermanos y el resto viene después”, se sincera Araújo, que prefiere no ahondar en las diferencias que lo llevaron a distanciarse. “Con mi viejo sí me llevo, aunque es una relación complicada. Tenemos una relación de respeto y de hablar cada tanto, pero tampoco es que tenga ese acercamiento. Con mi vieja sí ya hace muchos años que no hablo”, profundiza.

Pagábamos $ 8.000 por mes en un lugar lleno de humedad, con un cuarto y el baño con las mangueras por afuera. Era triste verlo en ese momento.

Vivir con humedad, con un hijo asmático y ganando $ 18.000

Fricción. Michel Araujo y Nicolás Barán luchan por llevarse la pelota. Foto: Marcelo Bonjour

Así como es de encarador hoy en la cancha, lo era Michel Araújo a los 16 años adentro de Colonia para meterse a las discotecas, aún sin haber cumplido la mayoría de edad.

La mezcla de simpatía y gracia lo hizo empatizar una noche con una chica panadera, tres años mayor a él, que al principio lo rechazó, luego lo invitó a mudarse a su casa y más tarde se convirtió -por sorpresa- en la madre de Lautaro, su hijo.

Junto a ella vive hace más de 10 años. Primero fue dentro del pueblo. Después, en Montevideo, en un apartamento venido a menos y ubicado en la Ciudad Vieja. Y ahora, ya desde hace más de tres años, en una casa de amplias dimensiones en Brasil, donde destaca como futbolista de San Pablo.

“Empezamos a vivir en Ciudad Vieja, en la calle Florida. Pagábamos $ 8.000 por mes en un lugar lleno de humedad, con un cuarto y el baño con las mangueras por afuera. Era triste verlo en ese momento. Nuestro hijo sufre de asma y le hacía muy mal vivir ahí por la humedad. Para nosotros mirar para atrás y ver todo lo que pasamos y dónde estamos hoy en día es un cambio que no se puede creer. Nos llena de satisfacción y es motivo de mucho orgullo”, dice el futbolista de 26 años, que en su momento ganaba unos $18.000 mensuales en Racing, club al que había llegado de casualidad por la astucia de su cuñado, quien lo animó a sumarse a una prueba de aspirantes.

Nosotros no somos de darnos lujos. Mi señora es muy sencilla y humilde; no va y se compra 10 o 12 carteras Louis Vuitton.

Valora el dinero y no es de darse "lujos"

Golazo de Michel Araújo para la victoria de Fluminense

“Tiene un valor doble llegar desde tan abajo como salimos nosotros a este nivel de calidad de vida. Yo lo veo a mi hijo ahora estudiando en una buena escuela, teniendo todo lo que tiene, y es un motivo de mucho orgullo. Esto lo construimos a base de esfuerzo, dedicación y amor con mi señora y la familia. Eso no tiene precio. Estamos realmente muy felices y muy cómodos donde estamos”, reflexiona.

E insiste: “Nosotros no somos de darnos lujos. Invertimos la plata en lo que tiene que ser, principalmente en el colegio de nuestro hijo y en cosas que valen la pena. No somos de salir a comprar autos por comprar. Mi señora es muy sencilla y humilde; no va y se compra 10 o 12 carteras Louis Vuitton. Tenemos esa consciencia de decir ‘esto que estamos haciendo ahora es para el futuro porque la carrera nuestra es muy corta’. Tenés que tratar de ahorrar, invertir la plata y no salir a tirar todo lo que has generado”.

El llamado para jugar en Brasil y el sueño de ponerse la camiseta celeste

Michel Araujo celebra su primer gol con la camiseta de Sao Paulo.
Michel Araujo celebra su primer gol con la camiseta de Sao Paulo.
Foto: @SaoPauloFC.

Una tarde de vacaciones, mientras estaba manejando por su ciudad, después de haber descendido con Racing, el ruido de su celular lo obligó a frenar el auto. Del otro lado de la línea escuchó a su representante hablar sobre un presunto interés de Fluminense y desde allí no se pudo sacar el nombre de la cabeza. Lo sondearon también de Nacional y Peñarol, incluso desde Godoy Cruz de Mendoza (Argentina), pero nada ni nadie pudo cambiar su elección. Así fue, entonces, que desembarcó en Brasil, en 2020, donde al comienzo todo pintaba dulce. Sin embargo, al tiempo quedó en segundo plano por decisión del entrenador y en el medio tuvo un paso por el fútbol de Emiratos Árabes Unidos. Luego, retornó al club, hasta que el mes pasado fue llamado por Rogério Ceni para jugar en San Pablo. “Su llamada fue lo que me hizo cambiar de equipo y venirme”, dice desde Brasil. “La selección uruguaya me genera una ilusión muy grande. Poder destacarse en un equipo grande, como San Pablo, y en este fútbol que es tan competitivo, que está entre las cinco ligas del top mundial, sin dudas creo que abre una gran chance de poder llegar a la selección nacional”, continua Araújo, que no hizo proceso de juveniles en la celeste, pero se muestra fuerte en el presente con un gol y una asistencia en sus primeros seis partidos.

La experiencia en Dubái: ¿irrepetible?

Michel Araújo celebra su gol con el Al Wasl. Foto: @AlWaslSC

“Venía de hacer una linda temporada en 2020 en Fluminense, pero cambiamos de entrenador y de la nada dejé de jugar”. El análisis del uruguayo refiere a su primera toma de contacto con el fútbol brasileño al que había llegado como figura proveniente de Racing. Tras perder la titularidad, decidió que lo mejor era probar suerte en una liga de menor grado para volver a recuperar la confianza. Y con el diario del lunes, cree, acertó. “Se dio la chance de poder ir a préstamo a (Al-Wasl) Dubái con un técnico que ya había tenido en Fluminense. Fue una experiencia muy positiva. El país y la cultura nos encantó a los tres: mi hijo quedó muy feliz, mi señora también y, para mí, fue muy positivo porque agarré secuencias de juego, Hice 13 goles y fui el goleador del equipo. El jugador tiene que jugar, sino es muy difícil poder mantenerse siempre visto”, señala. “Nos hubiese gustado quedarnos; la calidad de vida era muy buena”.

Distinguido como un profesional bueno en el uno contra uno, Araújo dice que es “cada vez más difícil” encontrar jugadores en el mundo que se animen a encarar con la pelota. “Se ha perdido un poco el regate, la gambeta, el campito, porque el tema físico es lo principal. Está bueno poder encarar y hacer algo diferente. Por suerte, ahora me tocaron dos técnicos (Ceni primero y ahora Dorival Júnior) que me dieron esa libertad”.

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