TRICOLORES

Un clásico perdido, sin importar por el torneo que sea, genera malestar, preocupación. Y dolor. Los dirigentes de Nacional, sin perder el norte y la confianza, acusan el impacto de la derrota. No necesitan que los hinchas, a través de las redes sociales, les hagan ver el significado que tiene el resultado negativo recogido en el primer clásico de los octavos de final de la Copa Sudamericana y las preguntas que se hacen son casi las mismas que los aficionados, porque el equipo no existió como tal.

Sin perjuicio de ello, no se producirá ningún movimiento ni acción diferente a lo vivido hasta la fecha, porque en el horizonte sigue asomando el mismo objetivo que se le comunicó a Alejandro Cappuccio cuando asumió la conducción técnica de Nacional. Aunque suene conservador o poco audaz, al DT se le hizo ver que las baterías tenían que dirigirse hacia la búsqueda del tricampeonato uruguayo.

Según supo Ovación, palabras más, palabras menos, lo que se le hizo ver es que bajo ningún concepto podría descuidarse el posicionamiento del equipo en la actividad local. Queda claro que el cruce de octavos de final por Copa Sudamericana contra Peñarol es un objetivo fuerte, con deseo mayúsculo de convertirse en el equipo que da el paso hacia adelante, pero si eso termina obstruyendo el avance hacia la conquista del Torneo Apertura ahí sí podrían aparecer los inconvenientes para el actual conductor.

Esto implica que para la dirigencia de Nacional tiene muchísima relevancia la obtención de los tres puntos ante Villa Española, porque hay convencimiento de que en la recta final del campeonato hay posibilidades ciertas de terminar alcanzando el título y eso elevaría las posibilidades de arrimarse más a la conquista del tercer Campeonato Uruguayo consecutivo. Quizás sea esto lo que impida que Cappuccio se vuelque a poner un equipo totalmente de alternativa el domingo.