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Murió "El Trinche" Carlovich, un mito del fútbol argentino: el de las historias imposibles

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"El Trinche" Tomás Carlovich. Foto: @GuillemBalague.

EN ROSARIO

La leyenda de Central Córdoba de Rosario había sido internado luego de que lo golpearan salvajemente para robarle la bicicleta.

Tomás Felipe Carlovich, la leyenda de Central Córdoba, falleció a los 74 años en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, después de estar dos días en coma inducido tras el brutal ataque que sufrió, en la zona oeste de Rosario, para robarle su bicicleta.

El "Trinche" Carlovich fue asaltado por un atacante "que lo golpeó, aparentemente con un palo, para robarle su bicicleta" cuando transitaba por la avenida Eva Perón y Paraná, en el barrio Belgrano, en la zona oeste de Rosario, cerca de su domicilio.

Hay que creer. Está totalmente prohibido ser un agnóstico para abordar su vida. Todas y cada una de las historias que sobrevuelan son ciertas y punto. Las que se exageraron, las que nadie pudo comprobar y las que se determinaron que no eran completamente ciertas. Es necesario una reunión de todo el mundo del fútbol doméstico para que se determine que todo aquello que siempre se habló sobre el Trinche nadie tiene permitido a cuestionarlo. Así de simple. Rosario fue la cuna. Y toda la Argentina se convirtió en el territorio de la leyenda.

El Bar el Cairo, aunque pueda resultar imposible, se deshidrata de tanto llorar al mítico Trinche. Sí, la meca de las anécdotas de la pelota en Rosario, allí donde el café y los cuadraditos de milanesa acompañan las más acaloradas charlas sobre caños y gambetas, no sabe cómo explicar este viaje eterno de Carlovich. Es que allí, el hombre firmaba, en una hora, más autógrafos que Lionel Messi. Y no se discute.

"El Trinche" Tomás Carlovich y su amor por el fútbol. Foto: La Nación.
"El Trinche" Tomás Carlovich y su amor por el fútbol. Foto: La Nación.

El "Trinche" Carlovich, una de las glorias del fútbol argentino, recibió una camiseta autografiada por Diego Armando Maradona, cuando el "Diez" llegó a Rosario para dirigir a Gimnasia y Esgrima contra Rosario Central, con una inscripción de puño y letra que rezaba: "Este jugaba mejor que yo".

Tenía elegancia para pararse en el medio de la cancha, era el propietario de una zurda de ensueño, transpiraba potrero, su empeine recitaba y si su inspiración le pedía jugar todo un partido sólo de taco, lo hacía. Eso era parte de su vida, una y mil historias. Sin registros que permitan darle crédito, pero con la fe intacta.

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