"Trabajo de 22 a 6 monitoreando el hospital Banco de Seguros. Tengo el trabajo por necesidad y claramente es porque no me alcanza lo del fútbol para vivir el día a día. No es lo mejor para un jugador profesional pero el cuerpo se acostumbra”, le dice a Ovación Yefferson Moreira, el actual lateral izquierdo de Oriental de La Paz que jugó en Peñarol y que ahora tiene 32 años.
“La empresa es muy flexible en el sentido del descanso. Antes de los partidos siempre trato de descansar bien”, acota después de una larga jornada de trabajo que tiene horarios atípicos. Es que, a diferencia de sus compañeros, que arriban descansados al entrenamiento en el Complejo Medina, él llega después del trajín de tener que estar custodiando el hospital. Es que Moreira se dedica a la seguridad del lugar, como en la cancha la seguridad pasa por brindársela a su arquero en un equipo que está quinto en la Tabla Anual de la Segunda División y que sueña con llegar a la máxima categoría por primera vez en su historia.
“Llevo dos años haciendo las dos actividades a las vez. El año pasado, cuando estábamos en la C, trabajaba en la mañana porque se entrenaba de tarde. Me encantaría volver a poder dedicarme solo al fútbol, porque es lo que más me gusta”, explica Yefferson, que es oriundo de Bella Unión.
Su historia no es una excepción: es una más de las tantas por las que atraviesan los futbolistas (semi) profesionales de la vieja divisional “B”, aunque la mayoría solo se dedica a jugar al fútbol.
Por eso, la Mutual de Futbolistas Profesionales está realizando la reivindicación salarial de los jugadores de Segunda, ya que pretenden instaurar un salario mínimo digno, por arriba de los poco más de $22.000 líquidos que ganan hoy en día.
Este tema fue uno de los principales motivos por los cuales se desencadenó el paro de actividades en el fútbol uruguayo, aunque claramente se puede observar cómo la situación se disparó para todos lados, con ciertos trasfondos políticos, pese a que no opacan cuál es la verdadera situación de los futbolistas que ganan lo mínimo en la categoría de ascenso. Según el dirigente de la Mutual, Sergio Pérez, el 40% de los jugadores de la “B” reciben el salario mínimo.
La situación de Carlos Santucho -capitán de Juventud de Las Piedras- es distinta: “En mi caso no fue por algo económico que yo tengo otro trabajo. Me recibí de técnico instalador eléctrico en el año 2004 ya visualizando desde muy joven que la carrera tiene su fin y que hay que prepararse para el día después. Nunca saqué el foco de mi carrera como futbolista profesional”.
El zaguero de 38 años, que supo jugar en Liverpool, comenta: “Cada vez más me fui metiendo en mi otro trabajo porque también es algo que me gusta y siento que me hace bien para desenchufarme. No fue algo exclusivamente económico el trabajar de instalador eléctrico, pero sí fui haciendo las cosas a la par. Hoy tengo una empresa eléctrica donde el abanico de clientes es bastante. Viendo que el final de mi carrera va llegando, voy inclinando más el cuerpo a ese lado y fortaleciendo ese rubro que será importante para cuando deje”.

Johel Souza tiene 19 años, es delantero, y está dando sus primeros pasos en Atenas de San Carlos. “Estoy trabajando en un almacén de 13 a 20, lo hago porque vivo solo con mi pareja, estoy alquilando y con el pago mínimo de Atenas no me alcanza. Vivir solo lleva muchos gastos y con el sueldo del fútbol y el trabajo la voy llevando”, le comenta muy respetuosamente y sin tutear al periodista mientras recibe a un cliente en el almacén del barrio, donde todos lo conocen, ya que hizo todas las formativas en el club carolino.
Hay planteles de los equipos de Segunda División donde, si bien hay jugadores que estudian, no hay casos de integrantes que tengan otra actividad además del fútbol o, al menos, que sus entrenadores estén en conocimiento. Son los casos, entre otros, de Bella Vista, Albion, Rentistas, Miramar Misiones y Cerrito.
Malabares
Pablo Lemos (30) es un delantero riverense que juega en Sud América, equipo que no está cumpliendo una buena temporada y está penúltimo en la Anual. Nunca tuvo representante, por ello el rol de sus padres —Donato y Sandra— fue fundamental para poder llegar a ser futbolista profesional. Hoy vive en Montevideo con su novia Mara. En su caso, la posibilidad de hacer home office fue clave, a pesar de que su vida es un tetris para acomodar los horarios y poder cumplir con el fútbol y su otra responsabilidad. “Hace dos años que trabajo en GeneXus Consulting, una empresa del rubro de programación que hace software a medida. Soy tecnólogo en informática, recibido de la Udelar”, explica después de disculparse por demorar en responder, ya que estaba en una reunión.

“Fue muy difícil encontrar trabajo porque son muy pocas las empresas que te permiten trabajar cuatro o seis horas, generalmente son de ocho o diez. Todas las empresas de programación tienen un rango de horas de trabajo”. A Pablo le aceptaron incorporarlo pese a las limitaciones de horario que tiene y está súper agradecido con la empresa, que puso las reuniones diarias en la tarde para que él pueda estar, además de que le facilitan cualquier tipo de cambio de horarios. “Es bravo con el fútbol. No sabés si vas a tener doble horario, si entrenás de mañana o de tarde. Eso es lo que me mata. A veces a las 10 de la noche le estoy mandando mensaje a mi jefe para cambiar el horario porque entrenamos de tarde. Eso complica porque capaz que el dueño de la aplicación en la que estoy trabajando tenía pactado un encuentro y si yo soy el programador, tengo que estar”, explica con claridad.
“Con la plata que cobro en el fútbol no me da para vivir, tengo que mantenerme con otra cosa. Mientras estudiaba me mantenían mis padres, pero ahora, ya recibido, es otra cosa”, cierra el jugador buzón.
La jornada de Gastón Centurión (Potencia) es entre frutas, verduras y pelotas: “Mi día arranca a las cuatro de la mañana; a esa hora voy a buscar la mercadería al mercado para el puesto de frutas y verduras que tengo. Compro, la llevo al local -que queda en barrio sur- vuelvo a casa, agarro las cosas para el entrenamiento y en la tarde regreso y me quedo hasta las 20”. El volante señala que el cuerpo se acostumbra a ese ritmo, el mismo pensamiento que tiene Uri Amaral (Juventud), que hace pizzas por encargo, muchas de ellas para sus propios compañeros. “Hago pizzas en casa. Hacía para cumpleaños familiares o juntadas con amigos y siempre se comentaba que eran ricas. Mis suegros nos tiraron la idea y se nos ocurrió hacer el emprendimiento con mi pareja” explica. “Es para sustentar un sueldo bajo que tengo. Además, a veces entra el pago, a veces se demora un poco, entonces tenés que sacar de algún lado porque hay alquiler y cuentas que pagar. Trato de que no me influya para descansar, pero es imposible porque al estar amasando tengo que estar parado varias horas. Me ha pasado que me he quedado hasta tarde haciendo pizzas y al otro día me pasa factura en el entrenamiento”.

Gianfranco Trasante (24) hizo formativas en Nacional pero debutó en mayores en Juventud y ahora defiende a Oriental. Está casado y comparte casa con sus padres. “Por la tarde hago seis horas en un comercio de congelados. La realidad es que el sueldo de la B sigue muy bajo, entonces se me hace imposible mantenerme con tan poca plata. Como no me daba, decidí empezar a trabajar para complementar los ingresos que tengo”, dice con naturalidad quien es lateral indiscutido en el equipo que conduce Carlos Aguiar.
“La idea es poder ahorrar así a fin de año me puedo mudar con mi señora. Es cansadora la rutina, pero sueño con poder vivir exclusivamente del fútbol” concluye el nacido en Juan Lacaze con determinación.

"Estamos entre la espada y la pared"
Yonathan Gorgoroso es uno de los referentes que tiene Tacuarembó Fútbol Club. Hace tres años que juega en el equipo del norte. El volante de 28 años, oriundo de Rivera y que hizo las formativas en Nacional, le dijo a Ovación que “los sueldos de la B son muy bajos como para poder vivir bien. Se puede, pero siempre se está poniendo de acá, sacando de allá. Es más seguro tener algo por afuera, aunque en el equipo solo hay algunos que están haciendo cursos, como por ejemplo de barbero”.
“Por más que no haya campeonato, y que estemos en paro, nosotros seguimos entrenando, incluso muchas veces en doble horario. Seguimos practicando pensando en que pueda volver la competencia a la brevedad. Viene fea la mano. Nos parece bien la medida que tomó la Mutual, por ahí se genera mucha más polémica porque hay política en el medio y se deja al jugador de rehén y se nos echa la culpa, pero es un tema que se viene gestando hace meses y no se le dio solución. La Mutual nos había avisado que si en agosto o setiembre no tenían una respuesta de los clubes, iban a parar el fútbol. Por eso estamos así”, profundizó el jugador del equipo que es dirigido por Matías Rosa y que está en el noveno lugar de la Tabla Anual.
“Somos los principales afectados de esto, porque vivimos de esto. Queremos jugar, es a lo que nos dedicamos. Es muy difícil, los jugadores estamos entre la espada y la pared. Es complicado, pero sentimos el apoyo de la Mutual y de los futbolistas de Primera, se ve que hay unión. Nos sentimos representados”, cerró Gorgoroso con honestidad.