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Lionel Messi ya se siente cerca del final de su etapa en el Barcelona

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Lionel Messi tuvo una primera mitad de temporada difícil en el Barcelona. Foto: Archivo.
Barcelona's Argentinian forward Lionel Messi reacts after missing a goal opportunity during the UEFA Champions League group G football match between Barcelona and Juventus at the Camp Nou stadium in Barcelona on December 8, 2020. (Photo by Josep LAGO / AFP)
JOSEP LAGO

21/21

El jugador argentino queda libre a mediados de 2021 y puede darle un giro inesperado a su historia futbolística si se va a otro club.

El día que Lionel Messi confirme que se va del Barcelona, el día que juegue su último partido, el día que abandone su último entrenamiento… Todos esos días serán semanas. Semanas de noticias que ocuparán las portadas de medios de todo el mundo. Será el divorcio de uno de los matrimonios jugador-club más fructíferos de la historia. El fin de ciclo de uno de los dos mejores futbolistas de la última década, uno que le dio al Barcelona más jerarquía internacional en tres lustros que la que había conseguido en más de cien años. Un pilar de la generación que aupó a la institución catalana hasta alturas a las que, es de prever y Messi ha dicho, le será difícil volver.

Esos días pueden ser este año. Con el fin del contrato que lo vincula al Barcelona hasta que termine la temporada 2020/2021, Messi puede lograr con 12 meses de retraso lo que intentó a mediados del año pasado: irse del Barcelona. Una intención que no solo le enseñó a medio mundo qué es un burofax, sino que surgió de manera repentina pocos meses después de que declarara que aspiraba a retirarse en el Barcelona y quedarse a vivir en la ciudad española.

¿Qué puede cambiar esta idea que parece estar bastante formada en el jugador inescrutable? ¿Ganar su quinta Champions League? ¿Revertir la ventaja que le llevan los líderes de LaLiga? ¿Que su equipo reencuentre el alma que perdió de a trozos a medida que se retiraban los líderes de la época dorada Puyol, Xavi e Iniesta? ¿Que encuentre una sociedad en la cancha que le haga olvidarse que su amigo uruguayo ya no juega más a la pelota con él? ¿Algo de eso le devolverá la alegría natural de jugar al fútbol, que fue su motor durante 15 años y que empezó a apagarse el día que le pusieron una cinta de capitán por primera vez?

Si nada de eso sucede (o tal vez aunque suceda), no le faltarán pretendientes a Messi.

Se sabrá de alguna oferta desorbitada de la MLS o Qatar o alguna otra de esas ligas sin historia pero con billetera. Otros millonarios, desde la Capital de Francia intentarán reunirlo con su excompañero Neymar en busca de la fórmula mágica que les dé la Champions. Estos mismos, además, le ofrecerán, seguramente, el cobijo de un técnico argentino que contrastará con la frialdad holandesa de Koeman y la compañía de jugadores de su selección como Di María y Paredes. También estará Pep al acecho, el entrenador del Manchester City que no volvió a tocar la gloria europea después de abandonar al superdotado equipo culé con el que se consagró. La recuperación del talismán argentino es una idea que activa las glándulas salivales de Guardiola. Y la perspectiva de la vuelta al refugio de un líder protector, a donde fue feliz y se sintió seguro, parece aclarar la mente turbada de Lio. ¿Newell’s? La llegada del mesías es una ilusión lejana para los rosarinos de fe. Habrá que esperar, pero el dinal se siente más cerca que nunca. Se le estará haciendo eterna esta temporada a Messi.

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