FÚTBOL URUGUAYO

DIEGO DOMÍNGUEZ

La carrera profesional de un futbolista pasa como una ráfaga. Dura, en promedio de 12 a 15 años, y puede, en el mejor de los casos, llegar a estirarse a 20. Pero llegado el momento, y por más voluntad que exista, el cuerpo deja de responder de la misma manera, las recuperaciones se alargan y lo que sigue es estar a un paso de tocar la puerta del retiro.

El fútbol uruguayo es, en ese sentido, una balsa en medio de un gran océano. En primer lugar, por su falta de peso internacional. Y segundo, porque sus jugadores están a años luz de recibir remuneraciones acordes a las de Europa.

Eso hace que muchas veces los jugadores prefieran resignar a la pelota para buscar otra fuente de ingreso -un segundo empuje- y es, precisamente, donde lo profesional comienza a rozarse con lo amateur.

El principal problema empieza una vez que la carrera termina. Es el momento bisagra en el que los deportistas se dan un golpe de realidad y dejan de vivir entre las reglas y bases que rodean al micromundo del fútbol.

A muchos de ellos les alcanza su salario de jugador para vivir -ya que en Primera hay equipos que pagan el piso mínimo de $ 56.375 nominales y otros que están por encima-, pero cuando dejan de jugar “son muy pocos” los que pueden generar un patrimonio suficiente para “afrontar con sus ahorros” sus años restantes de vida.

Desde ese lugar de figuras, aunque las soluciones parezcan al alcance de la mano, apenas un 5% de los retirados logran, luego, asentarse con un trabajo relacionado al fútbol, explica un estudio realizado por el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), que fue presentado en el Parlamento y recogido por el semanario Búsqueda.

El informe señala que el 95% de los aproximadamente 1.000 futbolistas que integran la Primera y Segunda División Profesional en Uruguay deben “buscar alternativas laborales por fuera del área en la que han trabajo durante 15 años” una vez que le ponen punto final a su andamiaje. Y al igual que sucede en la cancha, sacan ventaja aquellos que quedaron mejor posicionados previamente.

Como respuesta a esta problemática, y como consecuencia de que anualmente se retiran 48 jugadores en el país, Ceres sugirió la posibilidad de que estos reciban una “prestación” de dinero temporal al tiempo que reciben capacitaciones. En tanto, la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales planteó la idea de almacenar los gastos a través de un fondo.

La medida busca implementar un “tributo sobre el porcentaje de las transferencias” que reciben los jugadores, así como también crear un impuesto a la “intermediación” del monto que se lleva el contratista, además de generar una tasa por participación en la selección y recaudar parte del juego de apuestas Supermatch, lo que juntaría un total de US$ 950.000 para financiamiento.