Hay momentos que anticipan un rumbo antes de que suene el primer silbato. El primer viernes de abril, ya entrada la noche, Pablo Peirano recibió en su casa a Flavio Perchman, donde, entre pizarra y charla, ilustraron ideas tácticas y apalabraron su llegada a Nacional cuando para muchos era un completo desconocido. Ese mismo fin de semana, firmó su contrato, y el lunes, antes de debutar por Copa Libertadores frente a Bahía, se llevó una valija para quedarse unos días en Los Céspedes.
Cinco meses después, ya todos lo conocen. La aventura y los números, en parte, lo explican. Mientras su antecesor había logrado 13 de 27 puntos posibles, el cuerpo técnico actual ya suma 56 de 63 unidades (efectividad de 88,8%). Pasada la turbulencia del clásico (0-3) con Peñarol, que generó un sinfín de detractores, hoy la continuidad no está en discusión y la tranquilidad se ilustra, por ejemplo, en las declaraciones recientes de Ricardo Vairo.
“El partido con Liverpool cambió el humor. Todo lo que se venía hablando y amplificando se calmó. Esto se demuestra partido a partido. Vivimos con un mundo con intolerancia a la frustración tendiente a cero. Habría que ir bastante atrás en la historia para encontrar un técnico con su efectividad”, dijo el presidente.
Pero eso no es todo. El análisis numérico de los 21 partidos por la Liga AUF Uruguaya, que incluyen compromisos por el Apertura, el Intermedio y el Torneo Clausura, permite probar que el equipo cambia radicalmente su cara entre los dos tiempos de un encuentro y que, generalmente, encuentra su mejor versión en el tramo final.
A esto hizo referencia alguna vez el propio Perchman, tras quedar eliminado de la Copa Libertadores en el cierre de la fase de grupos: “En el primer tiempo nos vimos ampliamente superados hasta los 30, 35 minutos. Tuvimos un poco de fortuna en alguna jugada y nos costó mucho ponernos en partido. Ya el segundo tiempo fue distinto”.
Lejos de ser un hecho aislado, ese comportamiento se ha repetido en varias instancias a nivel local -donde el saldo global es favorable, con 49 goles a favor y 17 en contra- y no por casualidad Nacional ya hizo en esta campaña siete tantos después de los 80 minutos de juego e incluso varios en los descuentos.
Según datos procesados por Ovación, en los primeros 45 minutos de sus partidos, el equipo de Peirano logró irse al descanso ganando en 10 oportunidades, empatando en nueve y perdiendo en dos (Montevideo City Torque y Peñarol). Anotó 20 goles y recibió 11, pero exhibió vulnerabilidad especialmente entre los minutos 31 y 45, justo antes del descanso, tramo en el que le convirtieron seis goles (el 35% del total), lo que marca a las claras que rara vez termina la primera mitad con tranquilidad absoluta.
La segunda parte, en cambio, pinta otra historia y Nacional se transforma. El desglose en el torneo doméstico marca que, en los segundos 45 del ciclo de Peirano, hay 15 triunfos, cinco empates y apenas una derrota, con 29 goles a favor y solo seis en contra.
El tramo entre los minutos 54 y 84 sobresale, ya que hasta el momento lo muestra imbatible. Lo más asombroso es que, durante ese bloque, Nacional parece tener el control absoluto y no solamente porque no recibió goles, sino también porque anotó 20.
La radiografía muestra a un equipo que crece con el paso de los minutos, que ajusta y encuentra su mejor versión cuando la mayoría de los rivales ya mira el reloj. Peirano, con sus decisiones tácticas y su presencia cercana al plantel, logró encontrar un nicho que es impenetrable en defensa y letal en ataque.
Si los primeros tiempos sirven para calibrar y tantear, los segundos -y especialmente el bloque entre el 54’ y el 84’-. son la verdadera carta de presentación del Nacional de Peirano, que en su última conferencia de prensa se expresó de esta manera: “A medida que van pasando los partidos, cada vez son más de esta manera porque los puntos cada vez aprietan para una cosa o para la otra”.