AURINEGROS
Maximiliano Pereira llegó a Uruguay apenas se abrieron las fronteras para cumplir con su sueño de niño: ponerse la camiseta del conjunto aurinegro.
Está igualito. Como en sus mejores tiempos con la selección. Lo único diferente es el corte de pelo, rapado en los costados y más largo arriba, como se lleva ahora. Maximiliano Pereira no perdió el tiempo y desembarcó en Uruguay apenas se abrieron las fronteras. Es que su ilusión por ponerse la camiseta de Peñarol es tan grande que quería regresar cuanto antes.
Poco le importó volver a cruzar el océano, algo que había hecho hacia el otro lado hace poco más de 15 días cuando regresó a Portugal con su esposa y sus cuatro hijos tras pasar las fiestas en Uruguay. Ayer los seis volvieron a hacer el extenso viaje.
El vuelo 6011 de Iberia era esperado a las 8:40 horas y 10 minutos más tarde aparecía en zona. A las 9:00 aterrizó, aunque el “Mono” demoró prácticamente una hora más en aparecer.
En el aeropuerto se toman por estos días muchas medidas sanitarias por la pandemia del COVID-19. El protocolo exige que solo puede ingresar una persona por cada pasajero que llega, pero entre periodistas, fotógrafos y camarógrafos, éramos más de diez los que lo aguardábamos al futbolista.
Por eso el personal de seguridad de la terminal aérea solicitó que lo esperáramos afuera. Los únicos que pudieron permanecer fueron los de la página oficial de Peñarol, quienes lo aguardaban con la camiseta para que se la pusiera por primera vez.
Afuera también lo esperaban el director deportivo aurinegro, Pablo Bengoechea, y el “Indio” Walter Olivera, hoy director de relaciones institucionales del club. Ambos fueron los encargados de recibirlo y darle la bienvenida en nombre del club.
“Vestir la camiseta de Peñarol era un sueño que tenía de niño y llegó en el momento en que no lo imaginaba. Era el sueño que el niño esperaba poder cumplir cuando fuera grande. Siento los nervios de un niño, pero estoy muy contento”, fueron las primeras palabras de Maxi, a quien se le notaba la felicidad a pesar del cansancio del largo viaje.
Catorce años en Portugal
El defensa regresa tras 14 años en Portugal, donde nacieron sus dos hijas mujeres. “Lo económico nunca iba a ser un problema para que yo volviera, más si era a Peñarol. Lo que resigno es a la familia, porque mis hijos están estudiando en Portugal, aunque ahora está todo parado por la pandemia. Y cambiar de vida, aunque para uno siempre es lindo volver a Uruguay más si es para cumplir este sueño, que no es sólo mío sino de toda la familia”, afirmó sobre sus cuatro hijos: Belén de 11 años, los mellizos Tomás y Thiago de 9, que nacieron en el 2011 cuando su padre estaba en plena Copa América, y la más pequeña, Clara de 6 años.
En unas semanas su familia regresará a Portugal porque allá no sólo están las clases de los niños, también hay negocios que atender. Es que 14 años es mucho tiempo y la vida de los Pereira está armada en el país ibérico.
Su último partido en Porto fue el 12 de mayo de 2019. Tuvo opciones de seguir jugando en Portugal, concretamente en Lisboa, pero no las aceptó por la ilusión de volver a su país y jugar en Peñarol. Lleva más de un año y ocho meses sin fútbol, pero no es un asunto que le preocupe demasiado porque se conoce.
“Me venía entrenando con la ilusión de poder tener esta oportunidad. Me siento bien. Nunca tuve problemas físicos ni lesiones importantes, creo que en poco tiempo ya me voy a poder meter con el equipo. Me faltaría un poco de ritmo y de pelota, pero de eso el jugador nunca se olvida”, explicó sobre cómo se encuentra y cuando podría estar listo. “Vengo a dar una mano donde se necesite, como he hecho siempre. No tengo que demostrarle nada a nadie. Ya lo hablé con Larriera y con Pablo (Bengoechea) y les he dejado claro que vengo a sumar para el equipo, estando adentro o afuera. Lo único que quiero es aportar y ser uno más en Peñarol”.
Al final reconoció que durante su tiempo de inactividad la posibilidad de dejar el fútbol pasó por su mente. “En cada periodo de pases de este año y medio me ilusionaba con poder venir a Peñarol. En los últimos meses estuve un poco desilusionado porque veía que la oportunidad se enfriaba cada vez más. Y si no era Peñarol ya me había resignado un poco. Y justo llegó esto que bajó del cielo y espero saber aprovechar”.
Pero esa desilusión quedó atrás. Ahora lo espera una semana de encierro para cumplir con la cuarentena; la presentación en el CDS, su nueva casa, y ponerse a trabajar con sus compañeros bajo las órdenes de Larriera. El sueño de Maxi está a punto de convertirse en realidad.