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La emotiva historia de Damián García: los kilómetros en bici, la pérdida de su papá y la humildad de su madre

"Yo en mi vida le voy a poder pagar un viaje a Colombia, España o Argentina", reconoce Silvia, su mamá, que es empleada doméstica.

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Damián García junto a su madre.
El campeón del mundo Damián García junto a Silvia, su madre.

Las palabras sobran. Las de su madre pueden resumirlo todo: “No caigo en que Damián García, criado de la manera en que fue criado, acá en la canchita de Los Sauces pateando tierra, haya sido campeón del mundo. Es muy fuerte”.

Salió de una familia humilde. De la mezcla de ocho hermanos criados a la antigua por una mamá campechana, dedicada a la limpieza, que sacrificaba plata de la comida para pagarle los boletos y que pudiera ir a entrenar.

Nació, futbolísticamente, en Colonia Nicolich, a donde lo fueron a buscar con siete años. Creció en el potrero, se formó en Peñaroly maduró como adolescente pedaleando entre cinco y seis kilómetros hasta Solymar, hacia el Complejo de Alto Rendimiento aurinegro.

Se pulió en la pandemia, entrenando sobre la helada de la cancha del Santa Teresita con su hermana, Lorena, hoy jugadora de fútbol sala en Peñarol. Y le hizo frente a la vida, que con 15 años lo sorprendió sacándole a su papá del camino tras un ACV.

A veces no teníamos para la comida, porque agarrábamos plata para los boletos y nos ayudaba algún vecino.
Damian García, futbolista de Peñarol.
Damian García, futbolista de Peñarol.
Foto: Leonardo Mainé.

La de Damián García (19) es una historia que excede a las luces y los flashes. Detrás del número 14 de la selección uruguaya juvenil se esconde un adolescente “forajido” -dice Silvia, su mamá- que hasta el año pasado iba al estadio a cantar y gritar como un hincha más. Así lo cuenta su propia madre: “Cuando volvió del Sudamericano en Colombia, vino con todo el entusiasmo. Decía ‘qué lindo para llegar a Primera, que te citen y aunque sea ir al banco’. Y cuando lo citaron al Mundial me decía: ‘Mamá, un día vas al estadio a mirar un partido, al otro día estás en la cancha entrenando con los mismos jugadores a los que les gritaste hace tres días y a la semana siguiente estás jugando de titular un partido’. A los 10, 15 días te lo citan para la selección, juega un Mundial y salen campeones del mundo. No terminás de caer nunca. Es una tras otra”.

Yo en mi vida le voy a poder pagar un viaje a Colombia, a España o a Argentina, como fue. Todos estos viajes que viene haciendo yo no se los voy a poder pagar nunca. La única que me queda es decirle ‘disfrutá desde el momento en que salís de casa hasta el momento en que llegues. A cada instante'”, agrega.

Damián García en el Uruguay-Túnez en el Mundial Sub 20.
Damián García en el Uruguay-Túnez en el Mundial Sub 20.
Foto: Darwin Borrelli.

Damián a veces me decía "no quiero, no voy más". Llegué a hablar con un técnico cuando él se enojó

A casi una semana del campeonato mundial Sub 20 de Uruguay, la fanática número uno del mediocampista juvenil de Peñarol repasa, a medida que avanzan los minutos, detalles bien pintorescos de un recorrido repleto de travesías en el que las emociones le tambalearon a diario. Sin pensar en el mañana, juntó lo que tenía y se fue a Mendoza a ver el último partido de la fase de grupos de la copa del mundo. Se quedó lo que pudo. “Fui a la primera fase. Llegué hasta Mendoza y ahí nos vinimos porque ya no nos daba el bolsillo. Todo muy lindo, pero cuando no te da (el dinero), no te queda otra que pegar la vuelta. Después, fuimos para la semifinal y nos quedamos hasta la final”.

Sigue emocionada. Mira fotos, videos, escucha audios, repasa entrevistas y aún no lo puede creer. Y lo más emocionante: sin importar lo que pase en el mañana, para Silvia, el logro de Uruguay en el Mundial Sub 20 en Argentina ya es una hazaña en sí misma y que su hijo haya estado ahí lo hace el doble de especial.

“Cuando te das cuenta decís: ‘Y ahora, ¿cómo hacemos? ¿Cómo hacemos para los boletos?’. Siempre había algún vecino o familiar que nos ayudaba. A veces no teníamos para la comida, porque agarrábamos plata para los boletos y nos ayudaba algún vecino. Cuando falleció mi esposo, hace tres años y siete meses, acá (por Santa Teresita) hacían amistosos o partidos de papi fútbol y me traían la plata que recaudaban. Me traían canastas. De Peñarol masculino y femenino también; a veces traían dinero. A veces venía algún padre de Peñarol y me decía ‘tal día te van a traer tal cosa’; hoy te traemos esto para que no pases mal. Siempre tuve ayuda. Esa fuerza que te dan los mismos vecinos y muchos compañeros lo es todo”, sostiene Silvia, quien antes trabajaba en una fábrica y en un geriátrico y desde hace 13 años es empleada doméstica en una casa ubicada en Carrasco. “Damián a veces me decía ‘no quiero, no voy más’. Llegué a hablar con un técnico cuando él se enojó y le dije que no quería ir más. Al rato apareció; eran berrinches nomás”.

Las raíces: la hermana futbolista que viajó 14 horas para verlo

Damián García celebra el Mundial Sub 20 obtenido por Uruguay.
Damián García celebra el Mundial Sub 20 obtenido por Uruguay.
Foto: Fernando Ponzetto.

La hermana de Damián, también futbolista, no se quiso perder el que hasta ahora fue el partido más importante en la vida de su hermano. Movió cielo y tierra mientras estaba jugando un campeonato en Paraguay y viajó 14 horas en camioneta para llegar a verlo. Cuando se reencontraron, se fundieron en un abrazo y se largaron a llorar en el medio de la cancha. “Son muchas emociones juntas”, lo justifica su madre.

Al regresar de la final en Argentina, siguieron las buenas noticias para la familia. La casa de Silvia, donde Damián ya no vive más, amaneció pintada con el número de camiseta 14 en su fachada y la frase “tierra de campeón” en honor al chico.

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La fachada pintada en homenaje a Damián García.

La explicación es que los autores habían recibido un consentimiento previo de las hermanas del futbolista para poder hacerlo. Eso contó la mamá: “Terminó el partido y vinieron y pintaron la casa. No me avisaron nada antes; me mandaron la foto luego. Después me decían: ‘¿Te molestó?’. Qué me va a enojar. Es como un homenaje. Ellos le avisaron a las chiquilinas que estaban acá en casa, pidieron permiso, pero yo estaba en Argentina. Lo sentí como un homenaje de todos los vecinos que lo vieron criarse. Yo hace 30 años que estoy acá en el barrio. Él también se crio y es de acá. Saben las buenas y las malas de nosotros con los chiquilines”, relata.

El consejo de la madre antes de la final ante Italia

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Silvia junto a Damián García, campeón del Mundo con Uruguay Sub 20, festejando con la copa.

Durante la charla, Silvia se mostró transparente y describió sus emociones sin prisa, pero también sin pausas. Solo alguien con su calidez es capaz de conceder una entrevista de casi una hora hablando de manera tan quisquillosa sobre un tercero, que en este caso es un hijo. Pero allí estuvo al firme para aconsejarlo, incluso minutos antes de que jugara la final. “Cuando jugaron la final del mundo, hablé con Damián antes de ir a la cancha. Lo primero que le dije fue que fuera cual fuera el resultado, disfrutara del momento. Estos son momentos que se dan y que la vida te premia. Es fruto de mucho sacrificio, mucho trabajo y tenés que disfrutarlo”.

A esta familia todavía le queda mucho por delante. A Silvia seguramente más idas y corridas al estadio atrás de su hijo. A Damián, en la voz de su propia madre, no le hace falta pensar en lo que se viene, sino vivir el hoy, el ahora, el presente. “Él está en Peñarol y si viene o no viene una oferta, se verá con el tiempo. No puede enloquecerse, porque es obvio que algo va a venir. ¿Cuándo iba a pensar yo que iba a llegar a esto? ¿Te parece que no puedo estar orgullosa? Yo sigo llorando. Son esas cosas que decís ‘esto es increíble’. Tanto sacrificio y tanta cosa para llegar a esto”.

Más atrás en la carrera, se viene Brian, otro pequeño que sigue los pasos de Damián y de Lorena y al que Silvia, su abuela, lo acompaña desde el primer día que corre por el sueño de la pelota.

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