FÚTBOL INTERNACIONALES
El poderío económico de los clubes de ese país deja atrás a todos, incluso a los grandes de Argentina
En pocos días se conocieron noticias que contribuyen a explicar todo. Por un lado, se anunció que Flamengo había contratado al chileno Arturo Vidal, libre del Inter de Milán, ofreciéndole un salario mensual de 205.000 dólares. Este monto se hizo inalcanzable para Boca, que también lo pretendía. El miércoles, los finalistas de la Copa Libertadores 2021 avanzaron con goleadas a los cuartos de final de esta edición: Palmeiras le ganó a Cerro Porteño por 5-0 y Flamengo 7-1 a Tolima.
Ya estaban clasificados Athletico Paranaense y Atlético Mineiro, con lo cual el principal torneo de clubes de la Conmebol vuelve a tener un tono verdeamarillo.
El año pasado Palmeiras fue campeón al vencer en la final del Estadio Centenario a Flamengo. El Verdao había logrado el título de 2020 ante otro brasileño, Santos. Un año antes, el ganador había sido Mengao sobre River, en la última final no totalmente brasileña. Recién en 2018 se puede encontrar una definición sin clubes de ese país, con el famoso duelo River-Boca en Madrid. Y la última vez que no hubo brasileños en las semifinales fue en 2014, cuando Cruzeiro perdió en cuartos de final ante San Lorenzo, posterior campeón.
De las últimas diez ediciones de la Libertadores, siete quedaron en manos de equipos norteños: Santos, Corinthians, Atlético Mineiro, Gremio, Flamengo y Palmeiras (que repitió).
Desde que la Conmebol decidió ampliar el número de participantes, Brasil tiene aseguradas siete plazas en cada edición de la Libertadores, que este año fueron ocho. Hasta por razones matemáticas lo más probable es que siempre haya varios brasileños en las instancias decisivas.
Así, el certamen se está convirtiendo en una Taça Libertadores, en portugués, con poca diferencia sobre cualquier etapa final del Brasilerao. En general, los equipos del país grande como un continente jugaron siempre bien al fútbol, pero la razón de este auge pasa, sobre todo, por lo económico.
El dinero que se maneja hoy en el medio brasileño deja muy lejos incluso a sus rivales argentinos y solo está por detrás de las cinco grandes ligas europeas: la Premier inglesa, la Bundesliga alemana, LaLiga española, la Serie A italiana y la Ligue 1 francesa.
Por ejemplo, el presupuesto de Flamengo para este año asciende a 176,5 millones de dólares. Eso se sostiene con la venta de entradas (26 millones de dólares), derechos de televisión (40 millones), ingresos por conceptos de premios (23 millones), marketing (45 millones) y publicidad (50 millones). El club proyectó disponer de 38 millones de dólares para nuevas contrataciones.
Palmeiras y Atlético Mineiro comparten el podio de los más ricos de Brasil, aunque en general todos los clubes tienen una base económica ampliamente superior a la del resto de América del Sur, derivados los ingresos por derechos de televisión locales y los contratos publicitarios, en el marco de una liga más competitiva y un país más extenso y poblado, donde sus estadios están casi siempre repletos.
Hay más datos. Palmeiras celebró un contrato por tres años con la cadena Globo a cambio de 26 millones de dólares. Corinthians proyecta para esta temporada 88 millones de ingresos brutos. Athletico Paranaense anunció hace diez días la contratación del ex Manchester City Fernandinho...
PREMIOS. El Brasilerao, además, ofrece premios en metálico a los que se clasifiquen hasta el puesto 16: el campeón este año se llevará cerca de 7 millones de dólares y luego los montos van disminuyendo, aunque el que se clasifique en el décimo sexto lugar recibirá algo menos de 2 millones. Solo no cobran los que descienden. Para comparar, el campeón de la Libertadores de este año acumulará 25 millones a través de las diversas fases de la competencia.
De cualquier manera, los clubes no están satisfechos con el marco organizativo de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) y coquetean con la idea de organizar su propia liga. Ya hubo reuniones en ese sentido.
Otra fuente de ingresos son los nuevos estadios. Palmeiras remodeló su Parque Antártica y lo redenominó Allianz Parque, por el patrocinio de la compañía de seguros. Corinthians pasó a llamar Arena Neo Química a su escenario inaugurado para el Mundial 2014.
Lo más nuevo son las sociedades entre empresas y clubes: por ejemplo, en 2019 la bebida energética Red Bull y el Bragantino se unieron para crear el Red Bull Bragantino, cuyo resultado deportivo fue casi inmediato, con la presencia en la final de la Copa Sudamericana 2021 en Montevideo.
Como telón de fondo están las empresas, brasileñas o multinacionales, interesadas en invertir en el fútbol, porque el retorno es interesante o simplemente porque sus dueños son fanáticos de algún club.
Así, Atlético Mineiro tiene un mecenas multimillonario, Rubens Menin, dueño de MRV, la constructora más grande del país. Palmeiras cuenta con el apoyo de Crefisa, poderosa compañía financiera que trabaja con clientes de rentas bajas, cuya titular Leila Pereira se convirtió el año pasado en la presidenta del club. Crefisa le paga 21 millones de dólares por la publicidad en la camiseta y le dió dos millones más por ganar la Libertadores 2021.
Además, le otorga préstamos para comprar jugadores. Claro, eso determina que la empresa sea la principal acreedora del club: en otras palabras, Crefisa tiene al Palmeiras en sus manos, lo cual es riesgoso.
Todo eso significa el manejo de mucho dinero, sobre todo para los estándares continentales, que les permite no solo retener a sus figuras por más tiempo, sino incluso repatriarlas de clubes europeos de primera línea (Diego Costa, Douglas Costa, Miranda, Éder y David Luiz, entre otros), además de traer jugadores del resto de América (los uruguayos De Arrascaeta, Viña, Piquerez, Neves, Terans, Canobbio...).
Por supuesto, se siguen transfiriendo brasileños al resto del mundo (es el principal exportador, con 15.128 pases entre 2011 y 2020 según un informe de la FIFA), pero la cantera de una nación de más de 210 millones de habitantes resiste todo. Además, los brasileños de primer nivel tienen una cotización muy superior a los que cualquier otro país sudamericano.
Según el portal Transfermarkt, Palmeiras posee el plantel más caro de esta Libertadores, con una cotización de 161,1 millones de euros. Le sigue Flamengo, con un plantel de 159,85 millones. El tercero es River, con un equipo de 134,73 millones.
JUVENILES. En la base de la pirámide, sin el relumbrón de la Copa Libertadores ni los premios del Brasilerao, está el trabajo en las divisiones formativas, cada vez mejor organizado.
Por ejemplo, la Copa Sao Paulo de Juniores, la tradicional ‘Copinha’, se disputa cada verano entre 128 equipos en 32 sedes, con unos 3.000 jugadores. Participan clubes importantes y también conjuntos armados por empresarios que pretenden mostrar futbolistas pensando en hacer su negocio. Pero todos compiten duramente para ganarse un lugar en el fútbol profesional, observados por los cazadores de talentos. Por la Copinha pasaron, por ejemplo, Neymar, Gabriel Jesus, Vinicius, Casemiro, Alisson, Marquinhos...
Hasta hace una década no existía un torneo nacional de juveniles. Finalmente, la CBF creó el Campeonato Brasileño Sub-20 y Sub-17 y la Copa do Brasil de ambas categorías, nuevas oportunidades para el desarrollo de los futbolistas.
No todo es opulencia, sin embargo. Varios clubes tienen deudas abultadas, incluso los que más facturan. Los grandes pueden manejar la situación, pero hay instituciones que tienen una espada colgada de un hilo delgado sobre su cabeza.