Izquierdo, héroe del Liverpool campeón: se fue llorando de Nacional y el DT de Peñarol que lo marcó sin usarlo

El zaguero de 26 años recuperó el fuego sagrado después de un año duro. Una fractura en la tibia le impidió tener oportunidades en Nacional, pero encontró revancha en Liverpool.

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Juan Izquierdo celebra en la victoria de Liverpool sobre Defensor por la final del Torneo Intermedio 2023.
Juan Izquierdo celebra en la victoria de Liverpool sobre Defensor por la final del Torneo Intermedio 2023.
Foto: Darwin Borrelli.

En un mismo mes, Juan Izquierdo pasó del paraíso al infierno. Fue padre y a los pocos días se enteró que estaba fracturado. Empezó el verano de 2022 entusiasmado por la oportunidad de llegar a Nacionaly lo terminó con yeso, de muletas y frustrado por una lesión que le había borrado la ilusión a mitad de camino. Jugó dos meses quebrado (sin saberlo) y llegó al tercero con los médicos dándole la bienvenida al quirófano para operarlo, algo que habían intentado evitar a toda costa -sin éxito- enyesándolo y esperando a que el callo se cerrara.

Un año después de esa temporada agitada, en la que muchas veces se volvió con lágrimas de dolor de Los Céspedes, el fútbol le devolvió la sonrisa. Vestido de azul y negro, jugando la Supercopa para Liverpool, se enfrentó a su antiguo equipo y otra vez volvió a colgarse la medalla de campeón, pero esta vez diciendo presente adentro de la cancha (entró 25 minutos).

Desde entonces, su carrera ha navegado por un mar de buenas noticias. La última el domingo pasado contra Defensor Sporting (final del Intermedio), donde se calzó la capa de héroe en las dos áreas, primero para salvar a los suyos de un gol cantado sobre la línea y luego con el mérito de ir al área rival en busca de un cabezazo ganador, que finalmente llegó para golpear en un momento justo y quedarse con el título.

Emocionado, Izquierdo festejó e inmediatamente pensó en su hija, una bebé de un año y medio que le cambió por completo su manera ver la vida. A las horas ya estaba con la cabeza apoyada en la almohada, reconstruyendo parte de los pasajes de este último año de película en el que si bien fue campeón uruguayo con Nacional, perdió confianza y se marchó con una “espina” clavada.

No podía ni siquiera correr o patear una pelota porque me dolía
Juan Izquierdo en la Ciudad Deportiva de Los Céspedes. FOTO: Nacional.

“Cuando me fracturé, me puse triste porque estaba esperando con ansias el momento (de debutar en Nacional). No podía correr. Solamente podía hacer bici y pesas. Traté de enfocarme en el lado positivo, que era que estaba en buenas manos. Después de la operación, al mes y medio estaba de vuelta, con mucho menos ritmo. No me sentía en mi nivel y era muy extraño, pero por suerte salimos campeones y mis compañeros me hicieron sentir parte. Me quedo con eso”, le expresó a Ovación.

"De camino a Los Céspedes tenía como 40 minutos desde casa y ahí solo, manejando, pensaba en pila de cosas: en todo el esfuerzo que me había costado llegar hasta ahí y en que no podía hacer lo que más me hacía feliz. No podía ni siquiera correr o patear una pelota porque me dolía. Lloraba cuando terminaban las prácticas y eso me partía el alma. Además, sabía que estaba en tremendo nivel y que me iba a ir bien, pero la lesión me lo impidió. Había días en los que llegaba a casa re triste, pero, por suerte, tengo a una mujer que vale oro y me hacía ver el lado positivo de las cosas. El apoyo de ella fue fundamental”, complementó.

Apoyado por el psicólogo del club, Damián Benchoam, supo llevar el resto de la temporada sin sobresaltos y a fin de año le llegó un llamado de Jorge Bava, que tenía una invitación directa para que enderezara nuevamente su carrera.

Fue una época de tristeza, pero también de aprendizaje y de mucho crecimiento personal que me permitió ver la vida de otra manera
Juan Manuel Izquierdo tras la derrota contra Rampla Juniors. FOTO: Juan Manuel Ramos.

Pese a que estaba dispuesto a quedarse en Nacional, tenía claro que había lugar para uno solo y, con mucho para ganar y poco para perder, le dijo que sí a la propuesta del entrenador. Así lo recordó: “Lo único que quería era estar adentro de la cancha y abrazarme con mis compañeros, festejar un gol. Lo veía desde afuera y me moría de ganas por estar. En Nacional se portaron de 10 conmigo y me hicieron sentir parte, aunque casi no tuve minutos. Yo por quedarme hubiese resignado plata. Sentía que podía tener una revancha. Me quedó esa espina, pero estaba capacitado para afrontar ese desafío. El destino lo quiso así y por algo pasan las cosas. Aprendí mucho a valorar cuando tengo salud, que parece normal, pero después de que te toca estar en una situación así comprendés mucho más a tus compañeros que están lesionados. Fue una época de tristeza, pero también de aprendizaje y de mucho crecimiento personal que me permitió ver la vida de otra manera”.

El momento de esplendor le llegó con 26 años. A su edad, dijo estar satisfecho de la decisión que tomó con Liverpool y reconoció que está atravesando uno de los mejores momentos de su carrera tras haber pasado por Cerro, Peñarol, Wanderers, Atlético San Luis y Nacional.

Juan Izquierdo
El día que Izquierdo firmó contrato en Wanderers.

—Estoy muy agradecido con Jorge por haber confiado en mí después de toda la inactividad que tuve. Desde el momento en que llegué me transmitió confianza, me dijo que sabía que iba a volver y lo que podía dar. Se retiró hace poco y a veces es como un compañero más. La intensidad que le mete a las prácticas no tiene nombre y por eso nos va cómo nos va. Estoy muy contento por haber metido el gol para que todos pudiéramos festejar. Sé que tengo mucho más para dar. Estoy contento y abierto a lo que venga.

La infancia en Nuevo París y los inicios en el baby de San Francisco

Criado en un barrio “tranquilo”, muy distinto al Nuevo París de hoy que más de una vez hace eco por hechos desafortunados, tuvo una infancia sana, alejada de los lujos, pero muy cerca de los amigos del corazón que eran su competencia en los picados de fútbol en la calle. Todavía está muy cerca de algunos, pese a no vivir más en la zona y estar inmerso en una situación económica muy diferente: “Mi infancia fue jugando a la pelota todo el día, sin celular; no teníamos la posibilidad de tener esos lujos, pero la familia siempre estaba unida. Cada vez se ve menos eso. Es lo más lindo que me pudo haber pasado y lo que me marcó hoy para ser la persona que soy”, aseguró Izquierdo para luego agregar: “Nunca me faltó nada. Mi padre siempre tuvo trabajo y mi madre se encargó de criarnos. Nunca anduve con zapatos rotos, pero tampoco tenía lujos. Tenía todo para estar bien, pero tampoco los últimos championes o el último celular”.

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Izquierdo festejando en Defensor-Liverpool.
Foto: Darwin Borrelli.

Mi padre es mi ídolo. Es lo más grande que hay

En 2018, los Izquierdo formaron parte de una cooperativa de viviendas y se hicieron su casita. Ganaron un lugar de confort, pero perdieron la tranquilidad de otros tiempos, contó el futbolista: “Antes podías jugar hasta tarde afuera sabiendo que no pasaba nada. Se manejaban otros códigos. Hoy por hoy está todo muy cambiado. Ya no sabés si dejar a tus hijos para que jueguen tranquilos de noche afuera. No sabés qué puede pasar”.

El manual deportivo lo mamó de San Francisco, un humilde club de la zona que se preocupaba por ayudar a las familias más necesitadas. “Le debo todo. Fue donde me inicié como jugador. Jugué todo el baby fútbol y es un club muy organizado que ayudaba a los pibes con menos recursos”.

El día que Izquierdo dejó el fútbol y la faceta como ayudante revistiendo baños

A los 16 años, Izquierdo le puso puntos suspensivos a su carrera como deportista. Estaba remándola en las juveniles de Liverpool, pero se cansó de ser suplente y dijo basta.

Pasó dos meses sin pisar el complejo y durante ese tiempo no hizo más que jugar en el barrio. Hasta que un día se apareció un amigo suyo para invitarlo a practicar en Cerro.

En el interín pasó varias mañanas pegado a su padre atrás de changas. Lo ayudó a revestir baños, lo acompañó alcanzándole materiales y alguna que otra vez se encargó de las tareas de limpieza. “No me dejaba trabajar, pero si yo quería ir me hacía levantar de mañana y trataba de inculcarme que las cosas cuestan. Era más que nada para hacerle compañía y hablar de la vida. Esos pequeños gestos me dejaron una enseñanza que le quiero inculcar el día de mañana a mi hija. Todo aunque parezca fácil cuesta. Eso me marcó. Mi padre es mi ídolo. Es lo más grande que hay”.

Diego López con Juan Izquierdo y Luis Acevedo en Los Aromos. Foto: Prensa Peñarol.

La apuesta de volver al fútbol le salió bien, porque enseguida recuperó el vuelo en filas villeras. Ya con 17 años estaba subido al barco del plantel de Primera.

Al poco tiempo, lo fue a buscar Peñarol con Diego López a la cabeza. Izquierdo casi ni jugó, pero se define a sí mismo como un soldado del entrenador, quien lo aconsejó basándose en su experiencia como zaguero en el fútbol de Italia. “El Memo me marcó mucho en mi carrera. Me enseñó pila de cosas: el tema de los perfiles, de temporizar y de achicar las líneas de la cancha. Fue el técnico que más me marcó aunque no haya jugado”, recordó sobre su pasaje por el grande.

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