TORNEO CLAUSURA

A los 42 minutos de juego del partido que Nacional le ganó a Montevideo City Torque, el laboratorio de la Ciudad Deportiva de Los Céspedes entró en escena. No era necesario que los gritos de Jorge Giordano atronaran en el Charrúa, porque Emiliano Martínez ya sabía qué destino tenía que darle a esa pelota.

La jugada entrenada de forma repetida, para que el equipo consiga sacar ventaja de los espacios que deja el adversario cuando está totalmente adelantado, tuvo el efecto buscado.

Es cierto que el sello de calidad de Martínez provocó que el vuelo de la pelota con un efecto especial para que apareciera delante de Brian Ocampo le dio a la jugada un brillo diferente, pero fue tan relevante como aquella vez en la que el lanzador fue Felipe Carballo, después de encontrar una pelota en la salida de Nacional para sorprender a Rentistas. Aquella vez el gol lo hizo Armando Méndez. Ahora el grito ganador lo vociferó Gonzalo Bergessio.

El ADN de la jugada es la misma. El contragolpe tiene que ser letal y para que ello sea así hay que ponerlo en carrera a Ocampo, quien tiene específicas recomendaciones del entrenador de no retroceder tanto.

Ojo, no es algo que esté impuesto como estructura básica del ataque, Nacional quiere llegar al área rival de otra manera, pero quedó claro que si la oportunidad se presenta si está mecanizado y preparado el juego en largo hacia el extremo derecho.

Contra Montevideo City Torque, entonces, lo que ocurrió es que volvió a comprobarse que lo que se entrena funciona. A Nacional, le está resultando.