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El "Mago" era un... Dandy

Diego Forlán batió el récord de goles en la selección y hoy es un protagonista de película, ante el cual Héctor Scarone cumple el rol secundario de un actor de reparto; sin embargo, "El Mago" no solo fue el mejor jugador del mundo por muchos años: era un...

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JORGE SAVIA

"Las nieves del tiempo platearon mi sien", reza la letra del tango "Volver", que la voz de Carlos Gardel, prácticamente, ha inmortalizado.

La metáfora es tan adecuada, que el paso del tiempo también enfría las sensaciones térmicas de los afectos, las emociones y hasta las valoraciones acerca de todo lo que pertenece al pasado.

Es cruel, casi; pero inevitable. Por eso, por ejemplo, en la reciente celebración popular del aniversario de Peñarol, cuando por los altavoces del estadio se citaron los nombres de los jugadores que integraron los planteles con los que los aurinegros conquistaron cinco copas Libertadores y tres Intercontinentales, el de Juan Eduardo Hohberg -bautizado "El verdugo" por su implacable eficacia ante el tradicional adversario; aparte de que connotados hombres de esas mismas "tiendas de enfrente" lo han considerado como uno de los más grandes futbolistas de la historia del fútbol uruguayo- apenas si levantó un tibio y casi indiferente aplauso de las entrañas de la hinchada.

Por esa razón, entonces, últimamente ha recobrado vigencia y notoriedad la figura de Héctor Scarone, pero sólo como punto de apoyo para fijar la referencia a partir de la cual se destacó el récord establecido por Diego Forlán al llegar a los 32 goles convertidos en 84 partidos oficiales jugados con la selección uruguaya.

Esto es, quien universalmente fue conocido y respetado como "El Mago" por los excepcionales atributos técnicos que lo llevaron a ser catalogado por las crónicas periodísticas europeas y sudamericanas como "el mejor jugador del mundo" de la primera mitad del siglo pasado, cumple el rol secundario de un extra en este presente de película cuyo protagonista estelar es "Cachavacha".

La visión es injusta, si acaso; y no sólo con Scarone, sino por el propio Forlán, que en ese contexto parece haber superado el récord de un otrora típico muchacho de barrio que los domingos iba a jugar al fútbol después de haberse comido dos platos de ravioles al mediodía y corrido no más de 20 vueltas a la cancha tres veces por la semana. Nada que ver. "Rasquetita -apodo más íntimo que habla de su fuerte personalidad- era, realmente, lo que se dice una gran estrella; para la época, tanto o más, incluso, que Forlán en los días actuales.

Es cierto, con un noble, desprendido y hasta lírico espíritu amateur que hizo que en 1926, jugando en el Barcelona y ante el advenimiento del profesionalismo en España, decidiera volver a Nacional para no quedar impedido de jugar por Uruguay en los Juegos Olímpicos de 1928 en Amsterdam.

Sin embargo, Scarone no sólo jugó en el ya poderoso equipo catalán -como no lo pudo hacer Forlán, en cambio- sino también (igual que ahora "Cachavacha") en el Inter de Milán, que en aquel entonces se llamaba Ambrosiana, y en el Palermo de Italia.

Más aún; después del apogeo de "Rasquetita", en términos universales recién se volvió a hablar de un "mejor jugador del mundo" con la aparición de Pelé en el Mundial de 1958, lo que indica que en 25 años nadie osó encontrar a lo largo y ancho de la Tierra a ningún futbolista con la calidad suficiente para superar a "El Mago".

En ese aspecto, y a modo de resumen, quizá, vale la cita de un testimonio muy íntimo, "de entrecasa": Marcelino Pérez -redactor y jefe de Deportes de El País desde los 60 a los 80, y padre de Silvia, actual periodista de la sección- fue compañero del célebre goleador en el Nacional de principios de la década del 30, y en las charlas cotidianas solía contar con su proverbial y creíble seriedad que en tiempos donde "en Montevideo sólo tenían auto el Presidente de la República, los ministros y unas pocas familias muy bacanas, Scarone iba a practicar al Parque Central en coche y con camisa blanca de cuello duro y gemelos en los puños de las mangas".

En una palabra, y sin entrar en ningún tipo de comparaciones futbolísticas ni personales: tal vez Scarone no hiciera fierros ni trabajara los dorsales y pectorales como Forlán. Quizá no apareciera en publicaciones de prensa junto a "mozas" del estilo de Zaira Nara o Victoria Saravia. Pero, además de un jugador extraordinario, era una gran luminaria. Un "fuori classe", como dicen los italianos; adentro y afuera de la cancha. O un "dandy", como se solía decir antaño.

En tiempos que tanto se habla de récords establecidos y superados, parece que era de orden precisarlo. En honor a "El Mago" y también a "Cachavacha"; porque el hoy protagonista estelar no ocupa en la marquesina del fútbol uruguayo el lugar de un actor de reparto.

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