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Diego Jaume: la dictadura, el exilio, el fútbol y los valores que no se negocian en la vida

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Diego Jaume en la tranquilidad de su campo en Sauce. Foto: Mateo Vázquez.

EL OTRO PARTIDO 

De visitar a su padre en el penal de Libertad a cumplir el sueño de jugar en España, alejarse y volver al ruedo, pero ahora como entrenador.

En 2019 y con 45 años, Diego Jaume tuvo su primer teléfono celular. Estaba negado a tenerlo. Nunca quiso. Pero fue una necesidad para cumplir con uno de sus objetivos: volver al fútbol para ser entrenador luego de haber estado 10 años alejado de este deporte.

Y más que una recomendación fue casi que una exigencia de un amigo suyo como Flavio Perchman, a quien recurrió para concretar su regreso al fútbol. “A fines de 2018 me reuní con él y me dijo ‘Diego, mirá: yo te aprecio mucho, te valoro un montón, pero vos sin celular no podés dirigir’. Yo me había desconectado de todo. Llamé antes a Ricardo Alarcón y me dijo que estaba por fuera. Fernando Sobral también. Imaginate lo desconectado que estaba... Pero quería volver y ser director técnico. Entonces ahí, después de la recomendación de Flavio, me di cuenta que sin celular no podés dirigir. Es imposible”, le contó Diego Jaume a Ovación.

Dicen que de metas y objetivos vive el hombre y Diego no fue la excepción. A lo largo de sus 47 años cumplió varias etapas, pero siempre fiel a un estilo de vida gracias a la educación que recibió en su familia.

Pero las cosas no fueron fáciles. Su padre Álvaro fue preso político en la dictadura y estuvo tres años en el Penal de Libertad hasta que logró salir. Vino el exilio, la vida en Holanda y el esperado regreso a Uruguay.

“Recuerdo esas visitas al penal cuando estuvo preso y me acuerdo perfectamente del aterrizaje en Amsterdam. Del avión mucho no, pero sí del frío holandés que son cosas que te quedan grabadas. El exilio allá fue en un pueblito llamado Hellevoetsluis donde empecé a jugar al baby fútbol que era muy parecido al de acá, pero también hice tenis, natación, judo y mucho deporte en la escuela”, relató el hoy director técnico de la Cuarta División de Rentistas.

El jueves 20 de mayo será la edición número 26 de la Marcha del Silencio en homenaje a los detenidos y desaparecidos durante la dictadura militar y en repudio a las violaciones de los derechos humanos. La familia Jaume está comprometida con la causa. “En mi casa siempre se habló mucho de todo y de la dictadura, las torturas y los desaparecidos también. Es un tema de sensibilización. Yo estuve siete años en Holanda y siempre añoraba volver. Cuando regresamos siempre peleamos permanentemente para que haya Justicia y que nunca más tengamos una dictadura. El viejo en ese sentido siempre fue muy bien con nosotros, porque no es un tipo resentido por lo que pasó. No pretendemos que le hagan a los torturadores lo mismo que le hicieron a él porque es una locura pensar cómo un ser humano le puede hacer esas cosas a otro”, expresó.

En la escuela llegó a decir que su padre estaba preso porque había robado un banco y la maestra llamó a su madre. “Decía eso porque era lo más fácil, ya que explicar que mi viejo estaba en la cárcel porque quería cambiar el mundo y porque estaba en contra de la dictadura era muy difícil de entender y complejo a nuestra edad”, contó Diego, agregando que “a pesar de eso, que fue anecdótico y lo recordamos hasta el día de hoy en la familia, yo siempre sentí mucho orgullo por mis padres, por la lucha y porque me gusta recalcar que no son resentidos de una etapa en la que desaparecieron y murieron muchas personas. En casa se habla muchísimo de esto, con mis hijos siempre fuimos a la Marcha del Silencio y siempre que haya algo relacionado al tema voy a estar. Es más, cuando fui al escrache contra los milicos torturadores que estaban en la cárcel VIP de Domingo Arena y era capitán de Nacional, toda la prensa fue hacia mí. Y todo eso lo reivindico porque lo que se haga pacíficamente para que la gente pueda entender lo que pasó y que no vuelva a pasar, lo voy a seguir haciendo. Está bueno que los jóvenes sigan el tema porque no se trata de pasar página, se trata de saber qué pasó y cerrar bien la página. Es como pasó con los judíos y el holocausto, algo de lo que hasta hoy se habla para que no vuelva a ocurrir, porque si vos te olvidás ahí es donde puede pasar de vuelta. Por eso está bien hablar todo para que no aparezcan otros Hitler y para que en Uruguay nunca más haya una dictadura”.

Diego Jaume tuvo su primer celular en 2019. Foto: Faustina Bartaburu.
Diego Jaume tuvo su primer celular en 2019. Foto: Faustina Bartaburu.

Siendo capitán de Nacional, Diego estuvo en ese mencionado escrache y al otro día, siendo Ricardo Alarcón el presidente del club, la directiva habló con él. “Me dijeron que simplemente querían hablar y que me respetaban profundamente. Ricardo fue el tipo que más me apoyó. Yo tenía claro que era 100% profesional, que tenía que ser disciplinado para jugar y siempre lo fui, pero en ese episodio dije que no había hecho nada malo: estaba en mi horario libre, no falté a una práctica y menos a un partido. Me dijeron que había una imagen que cuidar y sé que tenemos un rol social importante, pero por eso mismo yo estaba reivindicando un acto pacífico y una transmisión de valores que son muy importantes para que la sociedad entienda que aunque seas jugador de fútbol o capitán no quiere decir que no participes de eso”.

Y un tema muy recurrente, pero del que poco se habla es la política mezclada con el fútbol. Diego Jaume cree que “hay un prejuicio de que si vos te metés en política siendo jugador tenés costos directos. Siempre existió eso. Pero la política es todo, es tu forma de ser como persona y como profesional; es una actitud personal, pero nunca se mezcló porque mucha gente tiene miedo o temor a que luego aparezcan consecuencias”.

"PICHONCITO"

Los asados con cracks en España

Héctor Núñez fue un padre futbolístico para Diego Jaume y cuando el zaguero jugaba en España, el “Pichón” lo llevaba a los asados con sus amigos. Y qué amigos: “Estando en Europa me llamaba y me llevaba a comer con entrenadores. Eran largos asados con Bora Milutinovic, Jorge Valdano, Vicente del Bosque y ahí estaba yo. Era el ‘Pichoncito’. Escuchaba y me quedaba callado, no metía bocado. Era para que yo me empezara a foguear en eso. El ‘Pichón’ era un tipo fuera de serie y después que falleció su señora me llamó para decirme que él siempre me tenía muy presente y esas son cosas que te quedan para siempre también. Ahí aprendí mucho y me sirvió en la formación como entrenador”, contó.

De todas maneras, Jaume nunca se apartó de sus principios y valores, ni siquiera en la elite del fútbol, una profesión que eligió desde chico pero que tuvo vaivenes. Se fue a probar a Nacional y le dijeron que era muy chiquito. No quedó en Bella Vista ni en Wanderers. A los 15 años empezó a trabajar en un carrito de hamburguesas en Paso Carrasco para ganar unos pesos para él, ya que en su familia dinero no faltaba, pero su ambición era el fútbol. Lo invitaron a jugar a un equipo de la “B” de Pando. Fue, la rompió, salió campeón y lo convencieron de irse a probar a Montevideo. “Quería ser delantero y ese fue mi error garrafal. En ese equipo empecé a jugar de zaguero y faltaba un lateral derecho. Me pusieron y encontré el camino. Mis compañeros iban borrachos de la noche anterior y yo concentraba. Para mí era como jugar en el Manchester y estaba en la “B” de Pando, pero ahí arranqué. Fue un tema de autoestima. Después me convencieron de irme a probar y me fui”.

Diego Jaume fue bicampeón Uruguayo con Nacional. Foto: Mateo Vázquez.
Diego Jaume fue bicampeón Uruguayo con Nacional. Foto: Mateo Vázquez.

Vio un aviso en el diario: “Huracán Buceo llama a aspirantes”; y allá fue. Quedó entre más de 200 jugadores y empezó la carrera profesional que siempre soñó. Su meta era llegar a España y la cumplió. En 1997 lo tentó un equipo de China tras una gira con el “tricoplayero” y la desechó. “Les dije que no. No podían creer. Era buena plata, pero yo tenía un sueño y era llegar a España”.

Ese sueño se cumplió en 1999 cuando el “Pichón” Héctor Núñez lo llevó a probarse al Numancia, equipo que era dirigido por Andoni Goikoetxea, recordado por haber fracturado a Diego Maradona. Quedó y pasó por varios equipos, pero se llevó una gran desilusión cuando jugando en el Hércules les ofrecieron un maletín con miles de euros para ir para atrás y el fue el único que se negó. “¿Ir para atrás? ¡Ni loco! Tenía 34 años, capaz con 20 era otra cosa, pero iba contra mis principios y eso me llevó a tomar la decisión de no renovar contrato y volver a Uruguay. Me fue desilusionando el fútbol hasta que dejé finalmente de jugar”.

Se retiró en 2008. Antes, en 2003, compró un campo en Sauce (Canelones), donde vive actualmente. Ese es su lugar en el mundo, pero mientras disfrutaba de las tareas ahí, sabía que algo le faltaba: el fútbol. Hizo el curso de entrenador y volvió al deporte que ama para hoy estar al frente de la Cuarta División de Rentistas. “La formación me encanta. El vínculo con los jóvenes también, porque la parte humana es fundamental. Siempre les digo que tienen que estudiar. Yo lo viví como jugador y si no estudian es de pelotudos. Pero hay que tener ese resguardo del estudio porque esta es una carrera muy corta, no todos llegan y el golpe es duro”.

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