Con el alma y el corazón: las claves del Peñarol de Diego Aguirre que sigue soñando con la Copa Libertadores

El Mirasol se sacó de arriba a un poderoso como Flamengo para meterse en semifinales y ahora se medirá ante Botafogo, primero en Río de Janeiro y luego en el Campeón del Siglo.

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Maxi Olivera, el capitán de Peñarol, se abrazó a un miembro del cuerpo técnico, lleno de alegría tras el partido.
Maxi Olivera, el capitán de Peñarol, se abrazó a un miembro del cuerpo técnico, lleno de alegría tras el partido.
Foto: Nicolás Pereyra.

El sueño sigue intacto. La primavera hizo florecer nuevamente a un Peñarol que en su casa y ante su gente, se agigantó y dio un nuevo paso hacia el gran sueño de la sexta Copa Libertadores.

El equipo de Diego Aguirre pasó llave en su arco gracias a una espectacular actuación de Washington Aguerre, empató sin goles con Flamengo en un Estadio Campeón del Siglo que explotó y se metió en las semifinales del certamen continental.

Pero no fue fácil para el Carbonero. Nada fácil. El Mengao llegó a Montevideo siendo blanco de un sinfín de críticas, con los hinchas pidiendo la salida del entrenador Tite y hasta con algunas amenazas a sus jugadores por el mal momento deportivo que atraviesa un equipo que en Uruguay se despidió de uno de sus grandes objetivos y tocó fondo.

Inferno encantador: así estaba el Campeón del Siglo para recibir a Peñarol y Flamengo por Libertadores
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Foto: Estefanía Leal | El País

Pero a pesar de eso, los brasileños marcaron el ritmo del partido durante los 90 minutos y fueron amplios dominadores. No generaron un cúmulo de situaciones de peligro, pero sí llegadas bien elaboradas que obligaron a un esfuerzo máximo de la última línea aurinegra y también a una atención plena de Aguerre, que fue la figura.

Otra vez, el arquero artiguense de 31 años se agigantó ante el Mengao y dejó su arco en cero con atajadas determinantes, tal como en Río de Janeiro, y con una seguridad que tranquilizó a todos sus compañeros y que estabilizó una frecuencia cardíaca de miles de hinchas en las tribunas que durante los 90’ estuvo por las nubes.

Y si de frecuencia se trata, la de Flamengo atacando fue alta, fue intensa y complicó bastante a un equipo Carbonero que luchó, aguantó y lo dio todo para bancar los desbordes, las llegadas y las pelotas filtradas.

Washington Aguerre y una atajada espectacular contra Flamengo.
Washington Aguerre y una atajada espectacular contra Flamengo.
Foto: Nicolás Pereyra.

Pero así estaba planteado el partido y seguramente Diego Aguirre lo tenía clarísimo, porque un equipo que sufrió una derrota como la que sufrió en la ida en Río de Janeiro, evidentemente iba a salir a echar el resto con todo su potencial y con todas las figuras que tenía a disposición en Montevideo, más allá de que tuvo bajas importantísimas para afrontar esta llave de cuartos de final por diferentes lesiones.

Y no hubo sorpresas. El Mengao le robó la pelota a Peñarol, que movió ni bien Facundo Tello pitó el inicio del partido, se paró en campo rival y se adueño por completo de la pelota.

En los primeros 10’, el equipo de Tite ya tenía una estadística a favor: 74% a 26% de posesión de balón. Ese dato hacía presagiar lo que se podía venir en el Estadio Campeón del Siglo.

Fútbol rápido, a un toque, velocidad por las bandas y llegadas complicaron a la zaga de un Peñarol que con el paso de los minutos no vio que era capaz de defender, pero que estaba destinado a sufrir. Y bastante.

Pero el planteo de Diego Aguirre tenía un objetivo y marcar estaba dentro de esa meta. El técnico planificó este encuentro sabiendo que Flamengo se le iba a venir con todo arriba a Peñarol, con los millones de dólares, con el fútbol y con el peso ofensivo, pero a su vez, sabía que el rival tenía una falencia y era la defensiva.

Tal como ocurrió en Río de Janeiro, el Carbonero apostó a la salida rápida en la ofensiva para lastimar y en la primera parte tuvo alguna contra que no prosperó, pero el plan no corría riesgos.

El cero en el arco de Peñarol hacía poner a Flamengo con un rival más en contra en el Campeón del Siglo: el reloj. El tiempo pasaba y el gol del Mengao no llegaba.

Tite apostó a las variantes en el complemento y cruzando los 60’, el Mirasol despertó, tuvo un empuje liderado por Damián García, quien generó la más clara con un gran remate de afuera del área, y estuvo a punto de abrir el marcador. No lo logró, pero sí consiguió algo: mantener a Flamengo lejos del arco de Aguerre, quien en el cierre del partido volvió a lucirse. Primero con una tapada sensacional ante un toque sutil de Gabigol y luego descolgando los centros que cayeron sobre su área.

El reloj seguía siendo enemigo de Flamengo y no tan aliado de Peñarol, porque para el hincha del Mirasol, el tiempo no pasaba más.

Tras el pitazo final, el equipo celebra con euforia en la cancha. Los jugadores se abrazan y levantan los brazos, mientras la hinchada estalla de alegría en las tribunas.
Tras el pitazo final, el equipo celebra con euforia en la cancha. Los jugadores se abrazan y levantan los brazos, mientras la hinchada estalla de alegría en las tribunas.
Foto: Nicolás Pereyra.

Pero pasó. El partido terminó, el Campeón del Siglo explotó tanto o más que en ese espectacular recibimiento de los hinchas al equipo y el empate dejó al aurinegro entre los cuatro mejores del continente.

Diego Aguirre lo hizo de nuevo. Volvió a dejar en claro que tiene una química más que especial con la Copa Libertadores y el Carbonero se metió en semifinales luego de 13 años.

Los jugadores de Peñarol fueron unas verdaderas fieras, dejaron el alma y el corazón para regalarle otra gran alegría a su gente. El sueño de la sexta sigue intacto.

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