Fue un refuerzo que se cerró en los últimos minutos del mercado de pases uruguayo y hoy Peñarol lo disfruta en todo su esplendor. Franco “Cepillo” González fue anunciado como incorporación del Mirasol el 17 de agosto y, a poco más de dos meses de su arribo, es un jugador indiscutido en la oncena de Darío Rodríguez.

Siempre aportó velocidad, dinámica y talento desde tres cuartos de cancha en adelante. Eso no estaba a prueba. Lo venía demostrando en Danubio y también con la selección uruguaya campeona del mundo Sub 20. En La Franja disputó 34 partidos en los que convirtió un tanto y repartió dos asistencias.

Pero al llegar a Peñarol se potenció. “Hay que tener huevos para usar la ‘9’ de Peñarol”, había dicho durante su presentación como jugador del Carbonero. Y luego respondió en cancha.

En seis partidos con el aurinegro ya acumula dos goles, es decir que con 28 partidos menos que los disputados en Danubio ya celebró más goles. El agarrón a la camiseta para destacar el escudo comienza a hacérsele habitual al Cepillo. Celebró primero en la remontada 2-1 ante Defensor Sporting por la cuarta fecha del Clausura.

Y lo volvió a hacer ayer para abrir el partido ante el Darsenero. En un 4-2-3-1 cada vez más habitual para Darío Rodríguez, suele integrar esa línea ofensiva que se ubica por detrás del goleador Arezo y parece tener su lugar fijo. Su rol es clave porque es capaz de desnivelar en el mano a mano producto de su velocidad, pero también tiene el aire suficiente para retroceder cuando el equipo necesita intensidad en la presión ofensiva. Con 19 años y una carrera que recién comienza, no ha tenido que hacer un proceso de adaptación a un equipo de la envergadura de Peñarol. Y el club está encantado.