Un interesante informe publicado ayer por este diario, pone énfasis en un problema que se suele ignorar desde las autoridades. Hablamos de los llamados cuidacoches. Más allá de la simpatía y buena onda de algunos exponentes de este oficio, lo que se oculta detrás del mismo es una mendicidad encubierta, cuando no directamente, una extorsión. Se sabe bien cual es la consecuencia de no hacer el aporte correspondiente. Para peor, las autoridades lo legitiman con permisos absurdos.