La operativa del nuevo gobierno para legitimar su vínculo con el régimen venezolano sigue viento en popa. El nuevo canciller Lubetkin dijo ayer que “Uruguay no puede ser la Corte Electoral de Venezuela”. Algo ridículo, ya que no hace falta. Están la OEA, el centro Carter, y otros organismos muy respetados, que ratifican que allí hubo fraude. La realidad es que Uruguay ha tercerizado su política exterior a Brasil, y aquí sólo queda, al parecer, justificar lo injustificable.