El atentado contra la fiscal Mónica Ferrero marca un punto de inflexión en materia de seguridad. Hasta ahora, nunca ningún narco se había animado a atacar directamente a la autoridad pública. Es necesario que el sistema político reaccione con la severidad que el caso exige, para cortar en este punto, la escalada delictiva. Y es necesario apoyar a Ferrero en su tarea, en vez de organizarle complots semanales, como ocurre desde alguna oficina del gobierno.