Uruguay está en medio de una ola de asesinatos casi sin precedentes. En apenas 48 horas, una decena de muertes violentas, jaquean a la policía y al ministro del Interior. Hay algo de injusticia en las acusaciones, ya que una ola puntual como esta, pudo tocarle a cualquiera. Pero es verdad que no se percibe que el ministro Negro esté reaccionando de acuerdo a la gravedad de los hechos. Y que por cosas mucho menores, en el gobierno anterior el FA incendiaba la pradera.