Un gobierno en disputa

El gobierno del Frente Amplio lleva poco tiempo en funciones, pero ya muestra preocupantes señales de fragmentación interna, reflejando profundas disputas que generan caos, incertidumbre y preocupación sobre el rumbo del país. Esta situación no solo afecta la coherencia del Ejecutivo, sino que además afecta el clima de inversión y, por lo tanto, también el empleo y la vida de los uruguayos.

Los casos más notorios y evidentes son las disputas entre el Ministro de Economía, Gabriel Oddone, y los ministros Juan Castillo, de Trabajo, y Alfredo Fratti, de Ganadería. Las divergencias sobre políticas fundamentales dejan en evidencia la falta de coordinación y liderazgo en un gobierno donde, hasta ahora, parecen prevalecer los sectores más radicales del Frente Amplio.

La negociación colectiva a través de los consejos de salarios fue escenario de una clara derrota para el Ministro Oddone, quien había manifestado la necesidad de una moderación salarial para proteger el empleo, especialmente en los sectores más vulnerables, proponiendo la desindexación salarial. Sin embargo, prevaleció la postura de Castillo, que logró imponer aumentos reales importantes en los salarios más bajos y excluir cualquier mecanismo de indexación real. La “desindexación” para los salarios superiores a $165.000 que en ningún caso se negocian en consejos de salarios es más una tomadura de pelo que una concesión para Oddone. Esta categoría fantasma pasará a la historia del disparatario para el que este gobierno ya viene trabajando denodadamente. Este resultado puede lucir popular en el corto plazo, pero tendrá consecuencias negativas inmediatas, particularmente al destruir empleo en los sectores de trabajadores menos calificados, precisamente los que más necesitan protección y estabilidad laboral.

Además, la decisión inconsulta del Ministro Fratti de suspender la exportación de ganado en pie constituyó otro revés significativo para Oddone, quien se enteró de la medida junto con el resto de los uruguayos. Este tipo de decisiones unilaterales no solo deterioran la confianza interna dentro del gobierno, sino que también proyectan incertidumbre hacia el sector privado.

Actualmente, los productores y exportadores desconocen cuál será el futuro inmediato de sus negocios, generando pérdidas económicas tangibles y afectando negativamente la imagen del país ante potenciales inversores internacionales.

La ausencia de diálogo interno, la confrontación entre ministros y la falta de una estrategia común han colocado al gobierno en una situación delicada, donde cada día parece profundizarse más la sensación de improvisación. Esto es especialmente peligroso en un contexto económico regional e internacional que requiere precisión, certezas y medidas claras.

Este cuadro de fragmentación gubernamental es extremadamente preocupante, especialmente porque la dinámica de poder indica que los sectores más radicalizados están ganando terreno. Esta situación ya está afectando las decisiones de inversión en Uruguay, con empresarios que optan por poner sus proyectos en pausa, inquietos por la falta de previsibilidad que impera.

Además, estas disputas no son un simple detalle coyuntural, sino que se han convertido en el signo distintivo del gobierno presidido por Orsi. Lejos de ofrecer estabilidad y tranquilidad, el Frente Amplio presenta ante la ciudadanía una imagen caótica que mina cualquier intento serio de planificar y ejecutar políticas públicas efectivas. Si a eso le sumamos el ruido y la incertidumbre que genera la discusión pública sobre que se recortarán los beneficios para la inversión y la vivienda promovida, sin que termine de tomarse una resolución concreta, vemos que las razones para preocuparse son muchas y justificadas. Es muy difícil invertir en nuevos proyectos en este clima de imprevisión y amateurismo en materia de políticas públicas.

El país necesita un rumbo claro y previsible que permita impulsar la inversión, proteger el empleo y promover el desarrollo. Sin una rápida reacción para frenar esta deriva, Uruguay corre el serio riesgo de caer en un círculo vicioso de incertidumbre provocado por la incompetencia y las disputas internas del actual gobierno.

Es hora de que presidente tome las riendas y actúe con determinación para evitar que estas disputas internas sigan erosionando la confianza. La situación actual exige responsabilidad y madurez política, antes de que la imagen del gobierno se erosione como se viene desgastando la imagen del ministro de Economía.

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