La seguridad no espera

Llevamos ya siete meses de gobierno, y el tema de la seguridad sigue siendo un debe importante de la administración Orsi. No sólo eso, sino que la gran apuesta de esta administración para dar solución a la principal preocupación de los uruguayos, el ministro Carlos Negro, se ve cada día más incómodo en su función, y muy lejos de la ejecutividad que se podía esperar de su gestión.

Esta semana el ministro compareció al Parlamento a explicar su a esta altura famoso plan de seguridad, y las asignaciones presupuestales con las que contará su cartera. La realidad es que Negro dejó más dudas que certezas tras su participación.

El diputado blanco Pablo Abdala criticó tras la reunión que, en materia de seguridad pública, en la ley de Presupuesto enviada por el Ejecutivo “no hay un avance”. “No veo una apuesta en el presupuesto a reforzar la respuesta policial en materia de seguridad; tanto en prevención como en combate al delito, y la persecución del delito”, lanzó y afirmó que eso “preocupa”. “Estamos frente a una propuesta presupuestal muy pobre, que realmente es inexpresiva, no agrega elementos nuevos, particularmente en lo que respecta al combate y a la prevención del delito”, manifestó el legislador blanco.

Por su parte, el ex ministro Martinelli dijo que Negro es “un ministro que evidencia serias carencias en gestión y liderazgo”. “En el seno de la institución policial -agregó-, nadie parece tener claridad sobre el rumbo, y la acumulación de errores ha minado la confianza en su capacidad de conducción”. “El Frente Amplio apostó a despolitizar al ministerio mediante un perfil técnico, pero estamos ante un ministerio esencialmente político: no se puede desconocer esa realidad, porque tarde o temprano lo político prevalece sobre lo técnico”, dijo Martinelli, que subrayó asimismo que “las críticas” que recibe Negro “no provienen únicamente de la oposición”, en referencia a mensajes que han llegado también de filas del Frente Amplio y de la propia Torre Ejecutiva.

A tal punto llega esto, que una encuesta que circula entre figuras del gobierno, muestra que Negro es el segundo ministro peor evaluado, después del de Turismo, que prácticamente no ha figurado en los medios desde que asumió.

¿Por qué pasa todo esto? Hay varias explicaciones.

La primera, ya mencionada, es que la seguridad pública es el tema que hoy más inquieta a los uruguayos. Y desde que asumió la nueva administración, que venía con promesas de todo tipo y color, las cosas está lejos de haber mejorado.

Hay un segundo aspecto conflictivo, y es que la apuesta a poner en el ministerio a alguien que venía de la fiscalía penal, ha sido una mala decisión. A nadie escapa que la relación entre fiscales y policías no suele ser buena, ya que los segundos muchas veces creen que los primeros no valoran su trabajo, y tienden a no perseguir penalmente con la tenacidad esperada, a los delincuentes que arrestan los segundos. Alcanza hacer algunas consultas en el mundo policial, para darse cuenta que Negro no figuraba entre los más apreciados por los policías a quienes ahora dirige.

Como si fuera poco, Negro arrancó su gestión con algunos comentarios infelices, y que dejaban en falsa escuadra a sus subalternos.

Sumado a estos elementos, hay algo muy llamativo en la gestión de Negro. Y es esa promesa de desarrollar una especie de macro plan de seguridad, que buscaría contar con el apoyo de todo el sistema político. Pero que recién comenzaría a implementarse en el año ¡2027!

Parece realmente ridículo pretender que la sociedad espere hasta la mitad de un período de gobierno, para ver el inicio de un plan de seguridad. Cuyos resultados además, seguramente demoren más tiempo en percibirse por la gente.

La realidad es que en la campaña el Frente Amplio prometió medidas concretas para enfrentar a la delincuencia, y que todavía no se han visto. Y parece bastante infantil la idea del ministro de pretender buscar una especie de consenso general sobre el tema, cuando la sociedad le entregó a él y a su partido la responsabilidad de gobernar ya.

Lo que queda claro a esta altura es que ni Negro ni su partido tenían muy claro qué hacer con este tema tan delicado. Que dentro del Frente Amplio sigue habiendo gente que cree que el delito se combate con políticas sociales. Y que la represión es poco más que una mala palabra.

Visto todo esto, las expectativas de que a corto plazo tengamos algún cambio en materia de seguridad lucen muy escasas. Casi tanto, como la paciencia de la sociedad frente al ministro Negro.

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