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El clima veraniego no parece atenuar la virulencia de algunos debates políticos, fogoneados por una oposición que usa el combate a la LUC como excusa para confrontar con un gobierno de inédita aceptación popular.
Después de los pasos en falso de aquel spot de lanzamiento de campaña, donde un creativo publicitario kirchnerista guionaba insólitas falsedades, y con Fucvam haciendo lo mismo en un spot difamatorio, creímos con cierta inocencia que el eje FA-Pit-Cnt daría un golpe de timón a su comunicación, acorde con una tradición política de discrepancias sin agravios ni mentiras.
Pero no. La asunción del candidato a presidir el FA Fernando Pereira de que en verdad la LUC no privatizaba la educación pública, no fue suficiente. Nuevos voceros opositores siguieron en el trillo de enlodar el debate. A veces, sus argumentos desnudan las falacias en las que ellos mismos incurren. Tal fue el caso de una sonada entrevista del programa Santo y Seña (Canal 4) al senador del MPP Alejandro Sánchez, en la que aportó una valoración por demás extravagante. Dijo que si un delincuente “pasa por arriba de la azotea de tu casa, está mal, pero ahí no te está agrediendo. (…) Seguramente pueda llegar a cometer un delito en la casa de al lado”.
La inveterada simpatía hacia quienes están fuera de la ley, que caracteriza al sector hoy mayoritario de la izquierda, llevó al senador a cometer esto que es, más que un lapsus linguae, toda una definición filosófica. El ideal de la solidaridad se tira por la borda cuando colide con la anhelada vista gorda al delito.
Lo más grave fue que un hecho desgraciado que ocurrió días después (el asesinato de un hombre a su vecino, a quien confundió con un delincuente) fue demagógicamente utilizado por el también senador Charles Carrera, en defensa de ese supuesto argumento.
“Los mensajes equivocados que se consagraron en la LUC se cobran vidas inocentes”, tuiteó. Es muy vil cargar a un texto legal que llegó para empoderar por fin a la policía en la prevención del delito, la responsabilidad de un equívoco trágico como el que ocurrió ahora y ha ocurrido, por desgracia, otras veces antes de la vigencia de esta ley e incluso durante el ciclo de gobiernos frenteamplistas. El recurso, además de caranchero, es falaz. Porque al dar más respaldo al accionar policial, lo que logra la LUC es justamente liberar al ciudadano común del temor constante a ser víctima de un delito y buscar en consecuencia la defensa por mano propia.
Solo quien intenta caricaturizar su alcance, puede identificarla con una suerte de promoción del gatillo fácil. Aquellos que, cuando gobernaron, alentaron con su permisividad que la sociedad uruguaya sufriera un récord histórico de crímenes, hurtos y rapiñas, son los menos indicados para satanizar una ley que corrige esas imprevisiones, en beneficio de la seguridad pública.
En esa galería del terror de los inhábiles declarantes frenteamplistas, se sumó en las últimas horas la diputada Micaela Melgar, tuiteando otra acusación insultante y mentirosa: “Si el Estado, tu presidente y la mayoría de quienes legislan te dicen que la propiedad vale más que la vida, vos agarrás y disparás. Así funciona la subjetividad social y la legitimidad de la representación. Y así es que matás a tu vecino”.
Aquellos que, cuando gobernaron, alentaron con su permisividad que la sociedad uruguaya sufriera un récord histórico de crímenes, ahora buscan satanizar una ley que corrige esos dislates.
Cabría preguntar a la legisladora quién dijo, cuándo y dónde, que la propiedad vale más que la vida. Valdría la pena que recibiera la visita de los familiares de las víctimas de la delincuencia que, en todos estos años, han sido asesinadas por el solo hecho de atender un almacén, caminar por la calle o esperar turno en una fábrica de pastas. La verdadera y única meta de estas reformas de la LUC es la defensa de la vida de las personas.
Tergiversando la realidad para adaptarla a sus caducos prejuicios ideológicos, sus detractores no dudan en utilizar circunstancias muy dolorosas como esta, en busca de réditos electorales de corto plazo.
Pero la gente no se deja engañar tan fácilmente. Más aún: al querer apropiarse demagógicamente de una tragedia, obtienen el resultado contrario al que persiguen. Desenmascaran su falta de argumentos y oportunismo miserable.
Lo que resulta inquietante es que a más de tres meses de la posible celebración del referéndum, dirigentes de primera línea de la oposición estén cayendo en esta seudo argumentación a nivel de zócalo. No son los esmerados trolls que vomitan tonterías en las redes por unos pesos. Son diputados y senadores que representan a vastos sectores de la ciudadanía, permaneciendo ajenos a la probidad que sus cargos reclaman.