Gaza duele. Que la barbarie no nos sea indiferente”. El comentario, aunque parezca mentira, corresponde al senador Óscar Andrade, y venía acompañado por una “noticia”, difundida por un señor, que se identificaba como “sociólogo y periodista”, que repetía desde Buenos Aires una información tan opaca como cuestionable. Según se leía allí: “Israel anuncia que iniciará la fase de “conquista” y ocupación definitiva de Gaza. La población quedaría recluida en el sur con ayuda humanitaria manejada por empresas de EEUU con vínculos con la CIA -según el Jerusalem Post. Todo con luz verde de Trump. La barbarie del siglo XXI”.
Pocas cosas muestran con mayor claridad que este comentario, dos de los problemas que afectan hoy al debate público en todo el mundo, pero en especial en Uruguay.
Primero, que se tome como fuente confiable de información de un tema extremadamente complejo, de un conflicto que lleva siglos y que exige mucha lectura para acercarse mínimamente a los hechos, a un señor de Argentina, que demuestra tanta liviandad, como lejanía de la realidad. Y que comenta mezclando de manera frívola un supuesto hecho verídico, citando a una fuente que ni siquiera aporta, con comentarios sectarios y politizados al mil por ciento. El Jerusalem Post es una gran fuente de información de lo que ocurre en Oriente Medio, pero lo que el supuesto “experto” sugiere, se contradice con casi todos los artículos allí publicados en las últimas semanas, que sostienen que nadie en Israel aspira a una ocupación de Gaza.
Pero si a esa media verdad, le sumamos ingredientes que excitan las glándulas salivales de cualquier militante izquierdista, como puede ser “la CIA”, “Donald Trump”, y lo peor de todo, “empresas”... ¡listo! ¡Combo completo!
Ahora, si esto está hecho para desatar las pasiones irracionales de cualquier militonto que pasa demasiado tiempo en las redes, y eso es la segunda cosa lamentable que demuestra el comentario, mucho peor es que sea replicado nada menos que por un senador de la República.
Parece mentira que los uruguayos inviertan millones de pesos al año para pagar a un legislador de la Cámara Alta de nuestro Parlamento, para que el hombre se informe, y desinforme a sus seguidores, replicando este tipo de posteo basura. Bueno, si ni siquiera paga sus obligaciones tributarias, sería demasiado pedirle que invierta en información de calidad.
Pero el episodio menor que comentamos, sirve para entender cómo se está manejando el tema del conflicto de Medio Oriente, en tiempos de lo que un experto israelí que visitó nuestro país en las últimas horas definió con gran elocuencia como el “periodismo McDonald’s”.
En la era de las redes y la liviandad, no es exitoso quien intenta acercarse a los temas con claridad, información, y prudencia. Sino el que dice más disparates, y logra movilizar las emociones de la gente más básica.
Y hablando de básicos, lo de Andrade es un ejemplo perfecto de la reacción de una cantidad de militantes de izquierda, que han dividido el mundo entre buenos y malvados, y huyen como balsero cubano de cualquier cosa que pueda complicar sus análisis.
Por ejemplo, nada dice Andrade, ni se le escuchó en su momento, de la barbarie de que militantes de una organización integrista religiosa, ingresen a sangre y fuego a casas de pacíficos civiles (en muchos casos activistas sociales muy cerca de las ideas de Andrade), y asesinen a hombres, mujeres, y niños, con niveles de crueldad medievales.
Mucho menos que un país que fue legitimado por la ONU hace 77 años, y que ha estado dispuesto a firmar la paz con sus vecinos en muchas oportunidades pese a haber sido atacado en su territorio soberano en otras tantas, deba seguir justificando su existencia y la defensa de su gente. Todo porque Andrade y gente como él, que se quedaron fosilizados en la Guerra Fría, lo ven como aliado de Estados Unidos.
Porque esa es la sutileza del análisis de Andrade y gente como él. A quien nada importan los derechos humanos, la vida humana, ni la democracia, si quien es víctima de la violación es un amigo de su enemigo. Solo así se entiende que se pueda opinar frívolamente sobre un conflicto que tiene 3 mil años, y que ocurre a miles de kilómetros, pero se mire para el costado ante la barbarie de gobiernos como los de Cuba o Venezuela, que están acá al lado.
El triste episodio casi sirve para darnos cuenta de dos cosas claves: lo importante de opinar en base a información de calidad. Y de votar a gente digna de representarnos.