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Terminó esta larga campaña por el referéndum y comienza ahora una nueva etapa. El gobierno ganó, la ley seguirá vigente. No pudo ser derogada por los promotores del Sí. Con casi 50% de los votos (más los votos en blanco), logró mantenerse.
Si bien el resultado no le cambia mucha cosa al gobierno, el “día después” igual implica un desafío.
Por la pandemia y también por estar trabado a causa de la campaña, el gobierno tiene aún muchos temas pendientes a encarar. Para colmo, la guerra en Ucrania provocó temblores a nivel global del que Uruguay no zafará.
Es verdad que pese a estos obstáculos, no fue éste un gobierno que se quedó quieto. En medio de la pandemia supo mantener la economía en funcionamiento y avanzar en todo aquello que estuviera a su alcance hacer.
El referéndum quedó atrás y la pandemia, aún presente, va cediendo y casi todo vuelve a una normalidad algo precaria, pero normalidad al fin. En los tres años que le quedan, el gobierno tendrá que lograr lo que hubiera necesitado conseguir en cinco. Por fortuna, gracias al buen manejo del gobierno, nada se detuvo del todo. Lo cierto es que ahora sí los plazos empiezan a correr.
Un periodista le preguntó el domingo de noche a Julio Sanguinetti, como si estuviera ante un asombroso descubrimiento, si se podía hablar de un país dividido en dos mitades.
Un periodista le preguntó el domingo de noche al ex presidente Julio Sanguinetti, como si estuviera ante un asombroso descubrimiento, si se podía hablar de un país dividido en dos mitades. Hace rato que es así.
Hace rato que es así, no empezó hoy aunque el cronista no se haya dado cuenta. En las tres elecciones que ganó el Frente Amplio lo hizo por un porcentaje que estuvo entre el 52 y el 54 por ciento: El resto era la otra mitad del país, levemente minoritaria (como ahora lo es el Frente) y además, eso sí, desunida. Los votantes querían que sus partidos acordaran para tener más fuerza. El Partido de la Concertación no funcionó pero sí lo está haciendo la Coalición, lo cual llevaría al país a una suerte de “bicoalicionismo” y eso sería bueno.
Los frentistas celebraron la derrota como si fueran vencedores, repitiendo lo de su candidato Daniel Martínez en 2019. “No sé como explica (el gobierno) el poco apoyo que ha tenido”, dijo Fernando Pereira. Pero menos apoyo tuvo el Frente, ¿cómo explican eso?
Parece que lo de ser “campeones morales” (pero no reales) les sienta bien. Pero en cualquier contienda electoral siempre gana uno, por poca que sea la diferencia, y el otro pierde. En este ocasión triunfó el gobierno. Los demás fueron los derrotados.
Sin duda, la diferencia fue mínima y eso no debe menospreciarse. Pese a ello el Frente sigue teniendo problemas. Por ahora mandan sus sectores más extremistas, con un discurso radicalizado y absorbido por el movimiento sindical. No parecería ser el mejor camino para recuperarse como fuerza política. Se habla mucho del rol jugado por el presidente en esta instancia. Debió asumir la defensa la ley porque el cuestionado era su gobierno. Ese rol se potenció por el notorio liderazgo que ejerce Lacalle Pou.
La campaña por el No también ayudó a consolidar la Coalición Republicana como tal. Pero los partidos miembros, todos ellos, deben hacer un esfuerzo para lograr dos objetivos. El primero, obviamente, es seguir afirmando esa coalición. Y el segundo (derivado del primero) es que cada uno de esos partidos se consolide como tal. Si el resultado final de la consulta termina siendo muy parecido al de la segunda vuelta en 2019, quiere decir que ellos siguen contando más o menos con el mismo apoyo de entonces. No perdieron votos, pero tampoco los ganaron.
Una responsabilidad especial tiene el partido Nacional por ser el más grande. Es verdad que su piso anda en el 30%. Pero también su techo tiene un similar porcentaje. En la próxima elección no podrá apoyarse en el carisma de su líder, el presidente, porque éste estará vedado de hacer proselitismo. Por lo tanto tiene que hacer un esfuerzo para que la dirigencia intermedia se muestre en mejor luz, con más nivel y genuino empuje.
Similares reflexiones valen para los otros partidos y en especial el Colorado que teniendo una interesante generación de recambio, sigue estancado en números similares a los de 2004.
Quizás esta sea la reflexión que deja este referéndum: está todo bien y el gobierno arranca con un renovado impulso, pero los partidos socios ahora saben cual es el punto de partida, para desde ahí empezar a fortalecerse, organizarse y modernizarse.
El resultado deja dos mensajes muy nítidos. El primero es que la ley se mantiene. El segundo es que el gobierno ganó. Habrá sido por un margen ajustado, pero ganó.