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Andrés Abt

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El viernes 12 de marzo, a un día de cumplirse el aniversario de detección de los primeros casos de Covid-19 en nuestro país, nos enteramos de la triste noticia del fallecimiento de Andrés Abt, Alcalde del Municipio CH de Montevideo.

Fue una noticia particularmente shockeante, por la juventud de Abt, por su relevancia en el panorama político departamental y nacional y por la cantidad de personas que lo conocieron y quisieron, como quedó en evidencia en estos días.

Militante desde su juventud en filas del Partido Nacional y del Herrerismo, Andrés Abt nunca abandonó esa condición. Desde su querida lista 71 y desde todos los cargos que ocupó nunca dejó de ser un militante de causas e ideas, pero especialmente de sueños. Fue un dirigente con los pies en el barro y a mirada al cielo, como definió el ideal de esa función Javier Barrios Amorín.

Desde que se inauguró el tercer nivel de gobierno apostó a ser el primer alcalde blanco en Montevideo y lo logró. En una campaña excepcional en las elecciones departamentales de 2015 fue electo por amplio margen como Alcalde del Municipio CH, que abarca una amplia zona del departamento. Cinco años después sería reelecto con una lluvia de votos que confirmaban los aciertos de su gestión, pero quizá, seguramente, aún más de su estilo.

El gobierno de Abt estuvo signado por la cercanía con los vecinos. Todo planteo era escuchado y atendido. Para un Alcalde que conocía el territorio como la palma de su mano no existía la excusa habitual de los burócratas de que no era un tema de su competencia. Aunque fuera un tema para la Intendencia, una empresa pública o un asunto entre privados Andrés Abt ponía el hombro, se interiorizaba del problema y le buscaba la solución. Los vecinos del Municipio CH tenían una cara visible, siempre sonriente por cierto, que estaba para lo que se necesitara.

Las demostraciones de afecto en estos días son elocuentes respecto a lo que generó en quienes lo conocieron. Los reconocimientos llegaron de todas las filas políticas más allá de las frases de compromiso. Las palabras hablan de la persona, del gobernante accesible, de la cercanía que generaba con sus interlocutores. Todo el espectro político, sindical, empresarial de organizaciones sociales y un largo etcétera lamentó sentidamente su muerte prematura.

Más impactante incluso fue el reconocimiento de cientos de ciudadanos que se acercaron a dejar una flor en las letras de Montevideo sobre la rambla de Kibón, o de quienes se acercaron a la Alcaldía, a la casa del Partido Nacional o a las puertas del cementerio para darle su último adiós, muchos entre lágrimas.

En tiempos en que la política es vista muchas veces como una actividad desprestigiada y en que los políticos son sometidos al escarnio público, la unanimidad de opiniones sobre la bonhomía, honestidad y capacidad de Abt se destaca aún más. Su “locura linda” al decir del Presidente de la República de renunciar a su banca en la Cámara de Diputados para ser candidato nuevamente a Alcalde es elocuente respecto a su vocación y a por qué era tan apreciado.

Dejar la poltrona del Parlamento para volver a caminar las calles de su municipio por vocación, con costo económico y político vale decirlo, genera admiración y respecto merecidamente en estos tiempos en que tantos dirigentes políticos buscan ser importantes antes que ser útiles.

El sueño de Andrés Abt era ser intendente de Montevideo y era seguramente uno de los políticos blancos que mejor encarnaba esa preocupación por la capital, tantas veces dejada de lado por los muchos dirigentes nacionales. El Partido Nacional pierde más de lo que se puede apreciar a simple vista con su temprana partida.

En tiempos en que la política es vista muchas veces como una actividad desprestigiada y en que los políticos son sometidos al escarnio público, la unanimidad de opiniones sobre la bonhomía, honestidad y capacidad de Abt se destaca aún más.

El Partido Nacional tiene una cita permanente con la tragedia sentenció hace mucho tiempo Juan Pivel Devoto y la historia vuelve a darle la razón. Tragedia personal y familiar que es también política para un partido que ha sufrido demasiadas pérdidas tempranas de gran valor no solo en los tiempos históricos sino desde la última recuperación democrática al presente.

Que su esposa, su pequeño hijo y toda su familia encuentren consuelo en el ejemplo que deja Andrés Abt, en el cariño y respeto que despertó y en el recuerdo imborrable de todos quienes lo conocieron. Que su Partido Nacional sepa levantar sus banderas capitalinas y asuma en serio la tarea de crecer en Montevideo y conquistar la Intendencia como homenaje a su sueño, para transformar la realidad de cientos de miles de uruguayos que esperan y merecen vivir ese mismo sueño.

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