Alexander Salinas | Montevideo
@|Desde hace años, Uruguay debate la creación de la Universidad Nacional de la Educación (UNED). El proyecto aparece y desaparece del escenario polÍtico como si fuera la salvación de la formación docente. Sin embargo, más que una solución, podrÍa significar un retroceso institucional y profesional de gran magnitud.
1. Una trayectoria sólida
La formación docente en Uruguay tiene bases firmes. En sus orÍgenes se desarrolló dentro del ámbito de la educación primaria y secundaria. En 1972 pasó a depender del CONAE y, a partir de 1985, se incorporó al CODICEN bajo la Dirección de Formación y Perfeccionamiento Docente. En 2010, esta dirección se transformó en el Consejo de Formación en Educación (CFE), consolidando posteriormente con la ley N. 19.889.
El proyecto de la UNED implica crear un nuevo ente autónomo, lo que conllevarÍa la desarticulación de uno ya existente -la ANEP-, con los costos institucionales, administrativos y económicos que ello supone. Desvincular la formación docente de la ANEP serÍa un paso atrás en términos institucionales, polÍticos y académicos.
2. La importancia de la integración.
La formación de los educadores debe mantenerse vinculada a la cultura organizacional de los centros educativos donde los futuros maestros y profesores realizan sus prácticas y, más tarde, ejercen su tarea. Mantener esta articulación dentro del mismo ente es una ventaja tanto formativa como administrativa, ya que evita la necesidad de establecer convenios entre organismos diferentes.
Separar la formación docente de la ANEP podrÍa afectar las trayectorias profesionales que maestros y profesores han construido durante décadas, impactando en aspectos académicos, de carrera y salariales. Además, la creación de un nuevo ente autónomo no garantiza, por sÍ sola, una mejora en la calidad educativa de los docentes.
3. Un sistema que ya es universitario.
La formación docente uruguaya ya tiene carácter universitario. El CFE cuenta con infraestructura edilicia y administrativa tanto en Montevideo como en todo el paÍs. Desde la implementación del plan 2023 se ha establecido un sistema de acreditación universitaria, acompañado de órganos de cogobierno: ATD nacionales y locales, Comisiones de Carrera y Consejos Asesores Consultivos.
A esto se suma el Instituto de Perfeccionamiento y Estudios Superiores, responsable de la formación permanente y de posgrado, con convenidos nacionales e internacionales, programas de intercambio estudiantil y de apoyo a la investigación (Pradine), la extensión (Enhebro) y el desarrollo universitario (Pradeu). Todo esto demuestra que la formación docente ya funciona bajo parámetros universitarios, por los cuales, reafirma la negativa.
4. Preguntas que inquietan.
Si se oficializa la creación de la UNED, surgen determinadas interrogantes:
¿Cómo se financiará? ¿No se verán afectados los salarios docentes? ¿Qué sucederá con el reconocimiento de antigÜedades, grados y concursos? ¿No sé generará más burocracia en lugar de facilitar la gestión educativa?
Además, el proyecto no contempla adecuadamente las trayectorias de los docentes que, durante años, han construido la base del sistema actual mediante concursos de oposición y méritos. Llamar nuevamente a concurso implicarÍa desconocer derechos adquiridos y podrÍa dejar afuera a con basta experiencia en el ámbito.
5. Un camino diferente.
Uruguay no necesita crear una nueva universidad para fortalecer la formación docente. Necesita seguir mejorando la que ya tiene: mejorar la calidad, profundizar en la investigación, ampliar la extensión y fortalecer los lazos entre formación y práctica educativa.
Promover la UNED en estos tiempos no parece una decisión acertada. Es preferible invertir los esfuerzos en perfeccionar el actual Consejo de Formación en Educación, que ya ha demostrado capacidad, solidez y calidad universitaria.
El desafío no está en cambiar de ente, está en mejorar las condiciones para la formación de los educadores de nuestro país.