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Situación de calle

Ricardo Chiacchio | Montevideo
@|En una carta publicada en Ecos, he leído que una de las preocupaciones más destacadas es la situación de calle de mucha gente (y cada vez más).

Una solución paliativa son los refugios. Pero, ¿por qué muchos no quieren ir?

Una de las respuestas es: “no me gusta que me impongan reglas”. Pero esas reglas son las que permiten un cambio en la manera de ser de muchos. En una palabra: les gusta hacer lo que se les canta y generalmente esto trae problemas de convivencia. Salir y regresar a determinadas horas, aceptar no poder cocinar lo que se quiera, aceptar no escuchar música en volumen extremadamente alto, comer en lugares determinados por los equipos, realizar tareas como la higiene de los baños y lugares comunes, etc.

Todo esto responde a una manera de ser acostumbrada al “me importa muy poco si molesta al prójimo”. “Tengo derecho a vivir como quiera...”. Evidentemente, todo tiene que ver con una insania mental producida por el consumo de sustancias tóxicas (como la marihuana y la pasta base).

Es hora entonces de crear lugares en donde puedan recuperar el respeto por el otro y dejar de recurrir a esos “escapes” de la realidad. Recuperar la necesidad de sobrevivir del trabajo y no depender sólo del Estado a través del Mides. Obvio que poner la mano y pensar que tengo sólo derechos y ninguna obligación es muy cómodo.

La internación compulsiva debería no solamente resguardar la vida sino también rescatar a esta gente de las adicciones, volver a recuperar una empatía hacia los demás y crear una cultura del trabajo. Si se aplicara este criterio se solucionarían muchos problemas de convivencia.

Ojalá las autoridades comprendan que es fundamental poner en práctica estos criterios.

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