Esteban Szabados | San Pablo
@|En el mundo crecen los problemas de salud mental.
La consultora Ipsos constató en 2023 que el 52% de los brasileños cree que el principal y más crítico aspecto referido al bienestar está relacionado con la salud mental.
Según la OMS, en 2017 había en este país 18 millones de personas con ansiedad y 12 millones sufrían depresión.
Creo que a través de la comunicación verbal, inconscientemente, delatamos nuestras enfermedades mentales. Escuché a la hija de un conocido, de apenas 12 años, que se refirió a Lula, el actual presidente de Brasil como “el nueve dedos”. El gobernante perdió su dedo meñique cuando tenía 17 años. Trabajaba en una metalúrgica que hacía picaportes. Un día, mientras arreglaba una prensa, ésta se cerró apretándole el dedo meñique. Eran las cuatro de la madrugada. Intuitivamente retiró la mano, pero la prensa le amputó parte de su dedo.
La niña, al llamarlo “nueve dedos” me hizo pensar en la falta de empatía frente al dolor del otro. Parecen palabras que expresan veneno, que revelan problemas sociales, psicológicos, psiquiátricos y psicológicos. Supongo que en el ambiente en el que vive esta cría, se cultiva el odio y se vive en ansiedad, depresión, obsesión y paranoia. Lo peor es que el efecto de esta actitud alcanza lo cognitivo, altera lo mental. Quizás también influenciada por las redes sociales y los algoritmos, que nos encierran en los sesgos de confirmación.
La subjetivación del mal en las figuras públicas no nos libra de la necesidad y la responsabilidad de cambiar primero nosotros, para transformar después la sociedad.