Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|El insulto, la falta de respeto, el mal trato, expresiones agresivas, órdenes que atentan contra la libertad de expresión, que pretenden callarme, todo y más en un contexto donde se pretende justificar estas acciones desde la superioridad de ser los dueños de la verdad.

Encuentran en mi el blanco, el objetivo, la razón de existir de estos enanos intelectuales que se creen que son dueños de mi conducta, de mis expresiones, de mis comentarios, propuestas, ideas o críticas.

Sepan y tengan por verdad que encontrarán en mi el respeto, la comprensión y, aún no estando de acuerdo con sus expresiones, daré mi propia vida en defensa del derecho a defender vuestro pensamiento. Pero tomen nota, si aún así la actitud es descalificar mi acción, de abusar de mi empatía y búsqueda del diálogo, no seré permisivo con quien no lo merece, lo enfrentaré con la decisión y furia de todas las herramientas que tenga a mi disposición.

Nunca será primero el combatir el fuego con fuego, será el abrir la puerta a la comunicación, será la oportunidad de restablecer el respeto y la fraternidad como el primer paso pero, perdida esa posibilidad, no será la tibieza mi respuesta.

Hoy, algunos en la oposición que se esconden en las sombras, escondidos en la impunidad, sin hacerse cargo; otros en la coalición, reconociendo el error de sus acciones, optan por la renuncia sin alejarse del escenario político, con la dignidad de enfrentar su responsabilidad.

Así ha pasado y pasa con nuestro Presidente, que ha dado la oportunidad a quienes fallaron en su accionar, les dio el tiempo de ser sinceros frente a él, entendiendo que se debe dar la oportunidad de rectificar su proceder y asumiendo que, por su error, deben de renunciar, mientras otros en la oposición no son capaces de seguir ese camino.

En la política hay personas, de entre ellas surgen grandes personajes que dejan huella en nuestra vida y la historia del Uruguay. Otros, más débiles, frente al cargo que reciben caen en las tentaciones del poder.

La realidad de nuestra sociedad se transmite a la política; siempre encontraremos personajes controladores que buscan imponerse sobre los demás, de dividir y reinar, de controlar y hacerse la víctima. Son ellos (los que vestidos con las ropas de la verdad cuando en su ser son una gran mentira) que, cuando ingresan a la política la manchan con sus actitudes irresponsables.

¡A los de la oposición los atiendo con prontitud, a los de fuego amigo, no les temo!