Julio Cardozo | Montevideo
@|Más allá de sus razones, de sus verdades y de su lucha titánica para liberar a su país de la crisis en la que está sumido, la salida de María Corina Machado hacia Oslo fue, a todas luces, cinematográfica.
En esa acción se vio la mano protectora de Estados Unidos, aunque eso no le resta valentía a la líder opositora. Ganó ella, ganó Venezuela y ganó el Mundo Libre y eso golpea duro al régimen imperante en ese país.
La estrategia fue perfecta. Luego de un año en la clandestinidad, salió disfrazada hacia la Costa Norte de Venezuela y desde allí se embarcó hacia la isla de Curazao, donde una aeronave, procedente de Miami, la llevó hasta Oslo. ¿Llegaba o no a tiempo para recibir el premio? Podría ser que estuviera calculando un retraso voluntario, pero su hija, María Corina Sosa, ya estaba en la capital de Noruega recibiendo el galardón y pronunciando un discurso brillante, en un inglés perfecto, con la mirada puesta en Europa.
Todo eso le hace ganar a su madre un enorme terreno en la Comunidad Internacional y en la inteligencia de ésta estará saber aprovecharlo en beneficio de su causa.
La televisión afín a Maduro expresó que hubo masivas protestas en Oslo por parte de sus seguidores. Los videos lo desmienten con meridiana claridad.
¡Qué triste ha sido la postura del gobierno español! Consultado sobre la distinción recibida por María Corina, Pedro Sánchez dijo que no suele hablar sobre los premios Nobel; cuando al mundo entero le consta que desde hace años viene felicitando a los ganadores. Molestar a “Podemos” y a sus aliados parlamentarios no es opción, así como tampoco lo es poner en jaque a José Luis Rodríguez Zapatero, que es uno de los principales asesores del dictador caribeño. No es justo que por el temor de provocar un escozor a Maduro, España pierda prestigio como referente democrático.
Nuestro gobierno ha hablado poco sobre este premio, refugiándose en un nihilismo preocupante.