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Madurez pendiente

Ciudadano reflexivo | Montevideo
@|La conducción de un país debe ser una de las actividades más sensibles que existen a nivel de todo lo que deben encarar los individuos.

Aunque obviamente son cosas distintas, podría establecer una comparación con la conducción de una organización o de una empresa. Es imprescindible que el Directorio sea representativo de los grupos mayoritarios de accionistas. La gestión debe encomendarse a Gerentes que estén capacitados para sus funciones específicas en las distintas áreas y que cuenten con la experiencia apropiada. Se requiere contar con la infraestructura y los recursos humanos y materiales para el desarrollo del funcionamiento rutinario.

A nivel conceptual, debe existir una visión clara de lo que se plantea como propósito de la empresa a mediano y largo plazo, con definición de objetivos precisos y con establecimiento de metas concretas y cuantificables y con definición de plazos para alcanzarlas. Es necesario un seguimiento permanente del desempeño, contando con la información y los indicadores adecuados.

Si bien se debe estar alerta a los cambios en el entorno a todo nivel, no puede dejarse la gestión librada a decisiones aisladas puntuales, que aparten del camino deseado, sobre todo si no garantiza mejorar el rumbo hacia los objetivos perseguidos.

Lamentablemente, en Uruguay -como probablemente ocurra en otros países- a nivel político y de la sociedad no se da casi nada de ello. Existe una ciudadanía dividida en su pensamiento en prácticamente dos grupos de tamaña similar, con ideas muy distintas en muchos planos de la vida en sociedad.

Los partidos políticos no consiguen coincidir y acordar acciones de mediano y largo plazo en que haya consensos, que hagan factible seguir adelante en la búsqueda de los logros previstos, independientemente de que fracciones sean las que gobiernan a lo largo de los años.

Mucho peor es que se da con frecuencia que un gobierno que sucede a otro trata de desandar mucho de lo hecho en temas trascendentes y regresar al pasado o variar el rumbo elegido en su momento. Los cargos ministeriales, de dirección de empresa públicas y afines se cubren con personas fundamentalmente en base a “cuotas políticas” y no tomando necesariamente en cuenta la capacitación y la experiencia previas. Así le va al país. No se madura como sociedad y se privilegia “estar en el poder” por sobre generar desarrollo legítimo para el conjunto de los ciudadanos. El país necesita más gestión y menos cálculo político, más acuerdos duraderos y menos confrontación. Tal vez ese sea el verdadero desafío de madurez que tenemos por delante.

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