Los inclusivos que excluyen

El Ciudadano | Montevideo
@|Una mirada liberal a los nuevos privilegios disfrazados de inclusión.

En los últimos años, ciertos colectivos han logrado instalar la idea de que “incluir” significa otorgarles derechos especiales, beneficios particulares y un nivel de protección que está por encima del ciudadano común. Se presentan como víctimas permanentes, pero operan como grupos de presión que buscan privilegios a costa de la libertad de todos.

Un liberal no se deja engañar por este truco. La igualdad ante la ley, el núcleo del pensamiento liberal, es incompatible con sistemas de privilegios, ya sea para una aristocracia del pasado o para los colectivos del presente. Cambiaron los nombres, pero el mecanismo es el mismo, “algunos quieren estar por encima de los demás”.

En nombre de la “inclusión”, imponen censura, en nombre del “respeto”, restringen la libertad de expresión y bajo el argumento de proteger identidades, intentan colarse en el Estado para dirigir educación, cultura y pensamiento.

No buscan igualdad, buscan “poder regulatorio sobre la vida de los demás”.

Desde una perspectiva liberal, la inclusión verdadera no consiste en fabricar minorías oficiales con privilegios estatales.

Consiste en algo más simple y más justo: “que cada individuo, sin importar su etiqueta, tenga exactamente los mismos derechos, las mismas obligaciones y la misma libertad”.

Cuando un colectivo exige un trato preferencial, deja de ser una causa social y se convierte en un grupo de interés que pretende vivir del Estado y limitar la libertad ajena. Y eso, por más disfraz progresista que use, es profundamente antiliberal.

Es hora de decirlo con claridad: la inclusión que excluye no es inclusión. La igualdad con privilegios no es igualdad. Y la libertad limitada por el capricho de colectivos organizados no es libertad.

Un país libre no se construye repartiendo privilegios, sino derribando todos los privilegios, vengan de donde vengan.