@|Con sorpresa y angustia el mundo civilizado asiste hoy a una guerra, desatada con la mayor frialdad por motivos incomprensibles, por Rusia sobre Ucrania.
Es cierto que hay otros conflictos en el mundo que tal vez por ser permanentes nos hemos acostumbrado, como los que sufre Israel casi diariamente y que también provocan víctimas. Es probable que la diferencia es que estamos viendo a toda hora imágenes que desde hace años, prácticamente desde la finalización de la 2ª Guerra Mundial, sólo veíamos en películas, siendo únicamente ficción pura y entretenimiento. No captábamos el horror de si eso fuera real, tal vez porque alguna de esas películas como: “El Puente Sobre el Río Kwai”- con cierta aureola romántica y casi sin violencia- muy lejos de la realidad de un conflicto armado.
Las imágenes con miles de personas cargando lo poco que pueden, dejando atrás seres queridos, bienes, trabajo etc.; caminando a un destino incierto, pero sin duda de enormes carencias y dificultades, estremecen.
Y qué decir de los niños, que nada pueden entender. Basta mirar las imágenes de dos de ellos, transmitidas por todos los informativos, solos; uno llevando un número telefónico anotado en su mano de alguien en otro país que quizás ni siquiera conoce y que también probablemente lo auxilie. Otra, de un niño, también en soledad, caminando con desgano, arrastrando una bolsa con quien sabe qué y llorando desconsoladamente.
Esos y otros miles, dejan atrás, sin merecerlo, familia, amigos, estudios, ¿qué piensan? Se preguntarán: ¿por qué?
Por todo ello, a aquellas organizaciones y hasta figuras del espectáculo (a una de esas figuras le ha sido otorgada, incluido su hijo, la nacionalidad rusa) que se han expresado no sólo en forma ambigua, sino agregando imágenes como la paloma de la paz que, en las circunstancias parece una burla, les pedimos que miren esas imágenes. No les deseamos a nadie esa situación, pero les pedimos que reflexionen.