@|El jueves pasado, se presentó en la IMM el libro “Gramsci, su influencia en el Uruguay” de Juan Pedro Arocena (Ediciones de la Plaza), ganador del concurso literario convocado por el Instituto Manuel Oribe.
Una obra muy útil y esclarecedora sobre la nefasta influencia que las ideas de este filósofo tuvieron y aún tienen en los movimientos de izquierda.
La convocatoria del concurso fue a instancias del Dr. Luis A Lacalle de Herrera, con el fin de “Analizar, a la luz de las teorías marxistas de Antonio Gramsci, la influencia que las mismas hayan tenido en la estrategia de la izquierda en Uruguay desde 1960 a la fecha”. Tema más que vigente en estos tiempos.
Enhorabuena. La presentación fue una interesantísima conferencia sobre liberalismo.
Los panelistas que presentaron la obra (F. Faig, T. Teijeiro y A. Durán, además del autor), pusieron especial énfasis en los desafíos que tienen por delante los liberales para enfrentar a un nuevo populismo que ha profundizado en las ideas de Gramsci, que busca con denodado esfuerzo dividir a la sociedad entre buenos y malos como estrategia de acumulación de poder, y que para ello utiliza nuevos métodos de comunicar y nuevos contenidos donde priman las falacias y el engaño, y donde la realidad no interesa sino que por el contrario interesa el “relato” que se haga de esa realidad.
En resumen, fue un llamado a estudiar la forma de contrarrestar en el plano de las ideas este nuevo accionar de las corrientes populistas que vemos actuar en nuestro país y en el resto del mundo. Como bien dijo F. Faig no es lo mismo enfrentar al Batllismo de antaño que enfrentar hoy a una izquierda & asociados que utiliza métodos de acción y de comunicación muy diferentes.
Cuando vemos cómo gran parte de nuestra sociedad tiene incorporados conceptos, actitudes y visiones impuestos por una “cultura” afín a la izquierda, y esa imposición es el fruto de un relato difundido con perseverancia durante años que ha logrado permear en todos los ámbitos de la sociedad: educación, cultura, ciencias sociales, prensa, gremios, etc., se deduce fácilmente que subyacen las ideas de Gramsci.
Entonces nos preguntamos: ¿Por qué los liberales abandonaron esa batalla cultural? ¿Por qué el liberalismo tiene tan mala prensa o decididamente no tiene prensa? ¿Por qué las reformas liberales hay que hacerlas poco menos que en puntas de pie para no hacer mucho ruido? Abrigamos la esperanza de que poco a poco las ideas liberales vuelvan a abrirse paso y ocupen el lugar del que nunca debieron ser desplazadas.
El Partido Nacional a través de sus diferentes Centros de Estudios debería ser pionero en la defensa y difusión de las ideas liberales tan caras a su rica historia y tan necesarias en estos tiempos para felicidad de nuestros pueblos.