Dr. Gabriel E. Goldman | Montevideo
@|¿Cómo ha llegado Israel a ser acusado de genocidio por un creciente coro de académicos, periodistas y organizaciones de derechos humanos?
Esto resulta especialmente paradójico, dado que Israel podría ser el único Estado en la historia militar que ha entregado casi dos millones de toneladas de ayuda humanitaria a territorio controlado por el enemigo. También es el único ejército que ha sacrificado repetidamente el factor sorpresa -emitiendo advertencias previas a los bombardeos y declarando zonas humanitarias-, perdiendo así ventaja militar en un esfuerzo por minimizar las bajas civiles.
Dejemos un momento el tema de la conducción de la guerra en sí y concentrémonos más en las formas en que se ha construido un amplio consenso público y académico a partir de un conjunto reducido de fuentes sesgadas. Estas fuentes se blanquean posteriormente a través de intermediarios aparentemente neutrales, se multiplican en diversas publicaciones y se presentan como una base probatoria diversa y sólida, creando una falsa impresión de pluralidad cuando, en realidad, es escasa.
Estamos viendo, sin duda, el auge de las epistemologías autoritarias, en las que se permite que la autoridad de fuentes “profesionales”, como los organismos de la ONU, prevalezca sobre la calidad real de sus argumentos. Esta dinámica contribuye a la erosión de la confianza en los mediadores de información y es un imperativo proponer metodologías alternativas que prioricen el análisis razonado sobre la autoridad o el impulso activista. Diarios como El País, con sus editoriales, son parte de la imperativa lucha contra la desinformación y la intolerancia ciega.