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Gardel y los argentinos

Dr. Carlos Teysera | Montevideo
@|Se acerca la llamada “Semana Gardeliana” y muy probablemente se volverá a discutir el manido tema, en mi opinión, desgastado tema que desgrana si Gardel es uruguayo o francés, omitiendo aspectos de la discusión que, a esta altura, me resultan deslumbrantes, enceguecedores, por su obviedad.

Libros elaborados seriamente, investigaciones periodísticas, testimonios, razonamientos de índole diversa, documentos oficiales y entrevistas al propio Gardel declarando que es uruguayo, no han servido de nada.

Es interesante confirmar que la respuesta argentina a esos esfuerzos, ha sido, mayoritariamente, el enojo y la agresividad.

A esta altura de las disquisiciones entiendo que, sin que haya perdido importancia dónde nació -y las elucubraciones de uruguayos y argentinos sobre ello-, lo que ha pasado a tener más relevancia es saber cuál es la razón por la que los argentinos que se han interesado en el punto, prefieren sustentar la nacionalidad francesa y no la uruguaya. Resulta incomprensible que un emblema tanguero como Gardel, se le regale a Francia, cuando sería lógico, entendible e incontestable para el mundo entero que, si a todas luces no es argentino, se acepte su nacimiento en Uruguay, cuna compartida del tango, y, por lo tanto, frente a las pruebas -sólo algunas de las tantas existentes- deberían los argentinos, presurosamente, tomarlas como ciertas, de forma de cobijar el recuerdo de Gardel y su obra en el ámbito natural que dio origen al tango.

Soy consciente de que no he sido el único al que le ha nacido esta inquietud, pero, en el material a mi alcance, no he encontrado trabajos que lo tomen como punto central de un análisis. Se consigna el hecho como una curiosidad, pero no se intenta explicar extensamente por qué ocurre. Así, por ejemplo, Ricardo Ostumi, siendo Vicepresidente de la Academia del Tango de Buenos Aires, se pregunta en su libro “Repatriación de Gardel”: “¿Por qué regalar a Francia un ídolo netamente rioplatense?”. Se lo pregunta, pero no aventura respuestas. Y precisamente, nunca, como con el ejemplo de Gardel, se justifica utilizar el término “rioplatense”, tantas veces usado por los argentinos para absorber alguna gota de talento uruguayo triunfador en Argentina. Y, sin olvidar que tanto los genes como las influencias geopolíticas son los que modelan y tallan el comportamiento y la personalidad de los seres humanos (y sus triunfos y fracasos) con prescindencia del medio ambiente en el que desarrollen su actividad, resulta claro que son muchísimos los ejemplos, en muchas ramas, de uruguayos que han sobresalido en Argentina y aportado a su cultura y civilización (y viceversa, felizmente para nosotros) sin estridencias ni reacciones extemporáneas, abrigados cómodamente bajo el término “rioplatense”.

Entonces, ¿por qué esta excepción con Gardel? No me lo explico. Y por ello me pregunto si habrá algún especialista en el comportamiento humano que me encuentre la causa de la agresividad y pérdida de paciencia que signan los afanes argentinos para defender la tesis del Gardel francés y rebatir, sistemáticamente, cada argumento y documento que alegue su nacimiento uruguayo. ¿Que Uruguay no sea la cuna adecuada para un artista como Gardel? ¿Que pueda suponer una especie de deshonor para un bardo de su nivel comparando con la vestidura intelectual que supondría ser francés? No. No es de recibo, dado los blasones que adornaron y adornan, claramente, el intelecto uruguayo en el campo de la actividad que se quiera elegir. Y en el tema que nos ocupa, ¿acaso no son uruguayos el tango, la milonga y el vals más conocidos en el mundo entero, a saber, “La Cumparsita”, “La Puñalada” y “Desde el Alma”?

Por lo tanto. ¿No es más lógico hacerle caso a Gardel cuando dijo que era uruguayo? ¿No es tonto donarle a Francia una voz declarada patrimonio del mundo por UNESCO junto con Callas y Caruso?, borrando la sonrisa de los franceses que no se explican cómo ganaron la lotería si nunca la jugaron. Reconocer que era uruguayo es propagar que es rioplatense, ya que, después de todo, como dice Aldo Massucchelli comentando el libro de Ostuni: “el tango es cuestión de orillas, y todo río tiene dos...”.

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